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Convulsión en la Gran Colombia. ¿Quién alienta estos desafueros?

Miércoles, 12/02/2020 12:54 PM

América Latina sigue salpicada de manifestaciones que buscan un fin común, dar de comer a los millonarios de la izquierda que hicieron unos cobres en la época de Néstor, Chávez y Lula. Esto viene desde 2019 porque Colombia, a su vez, revela estos registros y en enero de ese año, The New York Times denunció que el Ejército colombiano había emitido una circular que podía reeditar la pesadilla de los falsos positivos. El Ejército respondió de manera ejemplar: descubrió que el NYT era comunista, hostigó a los oficiales que denunciaron el caso, ordenó que una comisión de gramáticos ilustres corrigiera las circulares y puso un cuarto sol en las charreteras del general Nicasio Martínez.

La revista Semana resultó salpicada (había engavetado información relacionada con el caso) y sintió el peso de un nuevo poder: la furia de los lectores. El dueño de la revista dio explicaciones que no convencieron ni a María Isabel Rueda y tuvo que reenganchar a Daniel Coronel.

En mayo, la Corte Constitucional hundió las objeciones presidenciales a la JEP, una maniobra vil e inútil del ala radical del Centro Democrático que solo sirvió para poner en evidencia la fragilidad parlamentaria del Gobierno y para retrasar en seis meses la agenda legislativa.

El 30 de agosto el presidente celebró la baja del disidente de la Farc Gildardo Cucho en el área rural de San Vicente del Caguán durante un "operativo profesional y matemático" realizado la noche anterior. En noviembre se supo que en el bombardeo habían muerto ocho niños y rodó la cabeza del mindefensa Botero, un señor que, distraído con un asunto de ropas en los alambres del Vichada, olvidó contarle al país el detalle de los niños.

En agosto, un laudo arbitral tasó en $ 211.000 millones las indemnizaciones que el Estado debía pagarles a los bancos que financiaron las obras de La Ruta del Sol 2, tumbando así un arreglo previo entre el Gobierno y los bancos por $2,2 billones.

En septiembre se hundió la propuesta del Centro Democrático de crear una sala especial para militares dentro de la JEP. La Comisión Primera del Senado consideró que una sala especial dentro de una jurisdicción especial era algo demasiado especial y que ya los militares tenían suficientes gabelas y garantías jurídicas (¡y hasta soles!).

En las elecciones regionales de octubre, las fuerzas políticas alternativas ganaron importantes alcaldías y gobernaciones, mientras que la Colombia Humana perdió terreno y el Centro Democrático salió derrotado hasta en Antioquia.

En noviembre y diciembre todos los estamentos del país protestaron en las calles contra las regresivas propuestas tributarias y laborales del Gobierno, y los empresarios rajaron con bajísimas notas las gestiones del presidente y sus ministros.

Así, esta Sudamérica.

Aún no hay resultados concretos, es verdad, pero el avance es grandioso: cientos de miles de colombianos protestando en las calles y debatiendo en las redes, analizando el acontecer político, convirtiendo nuestra precaria democracia representativa en una democracia participativa; una juventud que pasó de los "likes" a las urnas y a las calles; e incluso un sector del establecimiento que al fin comprendió que llegó la hora de superar la mezquindad, la polarización hueca y los liderazgos tóxicos.

Pero, apareció Petro, un izquierdoso burgués con una pesada carga en sus hombros, de muertos precisamente que le echa candela al asunto político, pero, se olvida de sus amigos de las FARC que mueren asesinados y con ellos, la base social de los campos colombianos y en esto, casi ni toca, porque el fin de estos dirigentes es acumular riquezas a granel para adquirir cómodamente una casa en Europa con vista al Mediterráneo.

Las manifestaciones callejeras, Su volumen, continuidad y pluralismo no tienen antecedentes en la historia del país. El suceso del año fueron las protestas callejeras que empezaron el 21N (o antes, si contamos los resultados de las elecciones.

Trump ordena la muerte del general Qasem Soleimani y Medio Oriente estalla, otra vez, en una nueva explosión de pólvora, resentimiento y codicia que lo empolva de nuevo todo entre la arena del desierto y la ambigüedad histórica. Los muertos en la región y en el mismo contexto desbordan las cifras y los números posibles: la caída del general fue antecedida por el ataque en masa de chiitas a la embajada de los Estados Unidos el pasado 31 de diciembre, y ese ataque fue antecedido por la muerte de 25 milicianos de Hezbolá, una respuesta y represalia ante la muerte del contratista norteamericano en otro bombardeo. Muertos acumulados en una escalada que proviene desde los tiempos monárquicos del Sha y la sumisión cultural a las decisiones del imperio británico que extraía el petróleo iraní para sus arcas de siglos.

Fue con la elección democrática en 1951 de Mohammad Mosaddeq y sus posteriores intenciones de nacionalizar el petróleo cuando se agigantó el desastre. Los británicos fueron expulsados de la región y su venganza fue una alianza estratégica con los Estados Unidos para derrocarlo con las tácticas conocidas de la CIA y poner en el trono a un nuevo rostro, el sha Reza Pahlavi.

El golpe fue el germen de la revolución Islámica que iba a llegar al clímax en 1979 en una alianza general de la izquierda, el sector estudiantil y los sectores religiosos en cabeza del Ayatolá Jomeini. La hegemonía norteamericana y británica en la región fue cortada de un tajo, y el radicalismo iraní, dirigido por las fuerzas Quds contra los excesos de Occidente en la región, desembocaron progresivamente en una financiación alterna y secreta de ejércitos irregulares que trabajarían para la revolución en la sombra: Hezbolá, Al Qaeda y Hamás.

Ese argumento legitimó el discurso oficialista de los presidentes norteamericanos que quisieron recuperar el dominio petrolífero en la zona arguyendo una defensa de la democracia mundial contra los grupos terroristas. Israel, por su parte, aliado perpetuo de Occidente, intensificó las tensiones con sus recientes primeros ministros radicalizados que elevaron el tono de sus discursos en pleno centro del polvorín. Pero nunca han dicho nada, por supuesto, sobre los vínculos con terroristas por parte de Arabia Saudita, su aliado petrolífero mayor y su más grande compañero de lucha Suní contra el chiismo de los ayatolás amenazantes. El rasero moral de todos los presidentes norteamericanos y los primeros ministros israelíes que han jurado defender el mundo contra enemigos peligrosos se diluye cuando les ponen en la mesa las andanzas de los príncipes saudíes. No van a arriesgar nunca sus intereses en el crudo y en la bolsa por detalles menores de una complejidad moral que los espectadores olvidan fácilmente en coyunturas ambiguas de religiones lejanas. Para eso tienen allí la resonancia de los enemigos públicos que eligen periódicamente para manosear y derrocar si los tiempos lo exigen. Así lo hicieron también con Saddam Hussein, a quien usaron y financiaron para que liderara la destrucción de Irán en la primera guerra del Golfo Pérsico, y derrocaron y asesinaron cuando no les servía más en el camino y su figura ya estaba deslegitimada por sus excesos.

La escalada en Oriente Medio continúa y los ataques volverán después de una mesurada calma por intereses mutuos y una economía que tambalea por la fragilidad de las políticas internas. Trump parece haber logrado por ahora su cometido prioritario: opacar el impeachment y postergar la caída de su imagen a pocos meses de la contienda electoral. Los ayatolas esperarán al otro lado del mar una nueva cortina de humo y otra escalada en los tiempos postergados.

Por otro lado. Es lo menos que puede uno sentir, incredulidad, al ver ese extraño tarjetón del "cartel de los más buscados" que, según el Gobierno y la Policía, son responsables de asesinar a los exguerrilleros de las Farc. Es extraño porque en ese afiche se introduce una curiosa nomenclatura que llama increíblemente a la confusión. Según esta, el mayor asesino de exguerrilleros de las Farc sería el Eln, algo que el propio partido FARC ya desmintió a través del senador Antonio Lozada. Y no digo que no pueda ser cierto, pero sí es muy extraño que hoy, en febrero del 2020, tengamos por primera vez noticia de eso. ¿Se nos dijo alguna vez, en el 2019 o en el 2018, que quien estaba matando exguerrilleros amnistiados de las Farc era el Eln? No que yo recuerde. Habría sido un escándalo más para esa guerrilla enloquecida y violenta, y se habría sumado a su enorme desprestigio.

Luego está esa misteriosa nomenclatura, GAO-r, que diluye a paramilitares y disidencias de las Farc en una misma salsa, y que según el gobierno quiere decir "Grupo Armado Organizado-residual". Según esto, el Clan del Golfo o las Autodefensas Gaitanistas, los Pelusos, los Pachenca y otros, serían iguales a las disidencias de las Farc, lo que hace que todo sea supremamente confuso para la gente común y corriente, que ya no va a saber si los asesinos fueron disidentes o paramilitares. De hecho, lo que entiende el ciudadano de a pie al primer golpe de vista con ese ambiguo tarjetón es que "los guerrilleros se están matando entre ellos", algo que se ha dicho demasiadas veces a lo largo de la historia del país.

Pero hay más. Según el comisionado de Paz, Miguel Ceballos, están también los GAO, sin la "r", que quiere decir Grupo Armado Organizado (no residual), sigla que incluiría al Eln. Y ahí la pregunta se impone: ¿Por qué en el afiche de la Policía el Eln aparece como Eln y no como GAO sin "r", mientras que, por ejemplo, el Clan del Golfo o los Pelusos sí aparecen bajo la denominación GAO-r? ¿Conviene a alguien esta confusión de términos y siglas que parece disimular la responsabilidad paramilitar? El Gobierno cambia los nombres de las cosas para que todo suene más técnico, pero confunde y es equívoco; es como eso de "alto consejero de la Paz con Legalidad", como si antes la Consejería de Paz fuera ilegal. Ni hablar, en el terreno económico, de lo que Duque y los suyos entienden por "clase media".

Pero ante esta ensalada de términos y nuevas palabras, lo esencial sigue ahí: ¿Cómo creerle a un gobierno que hace menos de un mes nos dijo que las protestas estaban dirigidas por el Foro de São Paulo, con el patrocinio de Rusia? ¿Cómo creerle a un gobierno que, en el caso de Dímar Torres, nos dijo que había muerto en un "forcejeo", cuando el cuerpo fue baleado por la espalda? ¿Cómo creerle a quienes dijeron que los inmigrantes venezolanos eran agentes de Maduro? ¿Se le puede dar crédito a un gobierno así, sin pruebas de nada, cuando toda Colombia sabe que el CD fue el que introdujo al país las fake news y la posverdad, con ocasión del plebiscito de 2016? Por eso debemos más que nunca estar vigilantes e interrogar cada palabra, cada sigla, pues el uso del lenguaje que este Gobierno colombiano utiliza para describir la realidad es cada día más sospechoso.

Para que internet funcione se necesita toda una infraestructura en diferentes niveles que es administrada por varias organizaciones en el mundo, muchas de ellas privadas, muchas de ellas ubicadas en Estados Unidos, y que responden a lógicas de buenas prácticas y buenas intenciones en la medida en que no hay una jurisdicción o autoridad única sobre todas las infraestructuras que hacen internet.

Hay mucha información abierta, La tecnología digital democratiza las opciones para revigorizar, recordar y desempolvar nuestro patrimonio cultural y por eso su cerramiento impacta por ejemplo a editoriales que no pueden revivir viejas obras olvidadas; a músicos que no pueden resignificar la música de otras épocas y además genera dependencias de complicados procesos de "limpieza" de derechos de autor que cierran el patrimonio y evitan su recirculación.

El dominio público está sometido a mucha presión. Ante el reclamo de autores y titulares los plazos de protección de derecho de autor han aumentado con lógicas simplistas donde se habla de beneficios para los creadores olvidando que realmente se refieren a intermediarios y herederos; desconociendo, por otro lado, el grave perjuicio al patrimonio cultural colectivo que afecta el derecho al acceso a la cultura y al conocimiento -sobre todo- en países donde las flexibilidades legales que deben garantizar esos derechos son pocas e insuficientes, me refiero a las excepciones y limitaciones-.

La falta de seguimiento y registros del dominio público es una barrera para que hechos circulen y sean incluso explotados. La seguridad jurídica se necesita para que la gente haga esto. ¿Habrá mujeres en ese listado? ¿Poetas? ¿Novelistas? ¿Compositores? El pueblo y jóvenes, tenemos quien los utiliza en esas guarimbas, la derecha o izquierda.

La intemperancia y la imprudencia del presidente Donald Trump al atacar a Irán, han vuelto a hacer sonar los tambores de la guerra en el Oriente Medio. En un mundo tan convulsionado como en el que vivimos, en forma por demás irresponsable. el mandatario está llevando a esta región a una conflagración, que puede extenderse a una velocidad similar a la que estuvo devastando al continente australiano, ayer en llamas, pavorosos incendios forestales.

Por lo pronto un agresivo intercambio de cohetes ya parece haber producido tragedias de la magnitud de una que habría causado la caída de un avión comercial que cruzaba la zona. De otro lado, en forma irresponsable, Trump está invitando a sus aliados de la Otan a que se sumen al desaguisado. Afortunadamente la Cámara de Representantes en Washington se apresuró a ponerle límites y condiciones a futuras acciones bélicas que intente llevar de nuevo a cabo intonso mandatario,

Todo comenzó con el lanzamiento de un dron estadounidense que terminó asesinado a un alto jerarca militar iraní. En pleno siglo XXI estos peligrosos juegos de guerra deberían ser castigados ejemplarmente. Sin embargo, el desprestigio y la atonía de los organismos internacionales es tal que no se cuenta con disposiciones ágiles que lo permitan hacerlo eficientemente. Los críticos de Trump se limitan a acusarlo de buscar con esta media su reelección.

Lo grave de todo este delicado asunto es que esta clase de "matoneo político" por lo regular le da frutos a sus protagonistas y todo parecería indicar que tendremos que seguir padeciendo las delirantes bufonadas del actual inquilino de la Casa Blanca. Situación que aprovechan personajes como Maduro para atornillarse en su puesto. Porque saben que Trump pierde cada vez más el respeto de sus pares en nuestro convulsionado hemisferio.

Walt Whitman le expresó con energía a su biógrafo Traubel: "Un día Ud. escribirá sobre mí. Tenga cuidado de hacerlo imparcialmente. Haga lo que haga, no me embellezca. Ponga en el texto todos mis juramentos, mis infiernos, mis maldiciones". Y Cristo, el "Hombre de Dios" sostuvo: "yo no he venido a unir, sino a dividir. De ahora en adelante serán, en las familias de cinco, tres contra dos y dos contra tres… Yo no apago incendios los provoco".

Doña Bertha Hernández de Ospina Pérez fue por encima de todo la dama de carácter vertical, la mujer de la controversia, de la polémica y a veces la cronista que apagaba incendios con gasolina. Por su espíritu enterizo contaba con una fuerza descomunal para afirmar o negar, construir o confundir. El momento más dramático del 9 de abril no fue el momento en que incendiaban ministerios, el palacio de justicia o saqueaban ferreterías para armarse el pueblo enardecido para exterminar y arrasar; ni siquiera cuando la misma policía enloquecida tomó la decisión de tumbar al gobierno. El momento más dramático fue cuando el presidente Ospina y doña Bertha fueron el blanco del odio infernal del pueblo que equivocadamente, pensando que los conservadores habían eliminado a Gaitán, disparaban contra el Palacio de Nariño... Este momento fue desesperante. Le pidieron al Dr. Ospina correr el escritorio contra la pared para esquivar las balas que penetraban por todas partes. Doña Bertha rápidamente mandó a la Embajada de EE.UU. a su hijo menor (Gonzalo), se puso un revólver en la cintura y afirmó con altivez: "De aquí salimos muertos" Y Ospina agregó; "¡Si, mejor un presidente muerto que un presidente fugitivo!" ¡Estas actitudes son las que dan grandeza a un pueblo ante el universo!

Ahora, como aquél Por Ahora, esa camada de dirigentes y militares, mezclados en grupos políticos diversos en uno solo, atentan contra la ambas naciones, la traición presente, como engañaron vilmente al comandante Hugo Chávez Frías y, todos callaron, incluso sus hijos. Lo demás se ha constituido en un desorden público y la excusa vil es el Foro de Sao Paulo

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