Si se quiere transformar revolucionariamente la realidad social en la que vivimos, hay que entender la realidad, porque si nos equivocamos en este punto, ya tenemos una gran posibilidad de que no nos vaya bien en él intento. Por lo tanto, el pensamiento crítico hace parte de una lucha transformadora, revolucionaria, y no solo desde el inicio, como una precondición para las luchas o en el momento en que estas se despliegan, porque ahí el arma teórica ya no tendría un papel mayor; ese pensamiento crítico tiene que estar presente en todos los momentos.
Tiene que hacer parte del arsenal de armas que tenemos que tener para proponernos interpretar y transformar la realidad, permanentemente. El pensamiento crítico solo es crítico, si constantemente se interpreta críticamente la realidad social, y esta se va modificando conforme actuamos en ella, a partir de alguna comprensión de la misma.
Al contrario de lo que se cree, la estrategia neoliberal de desarrollo no es un sinónimo para una política económica en lo monetario, fiscal y cambiaría ortodoxa. De alguna manera, el neoliberalismo es hasta independiente del carácter ortodoxo o heterodoxo de la política económica. Según algunos de sus formuladores como Hayek, Mises, Friedman, entre otros, plantearon el neoliberalismo desde un nivel de abstracción superior al de la política económica, el nivel de una estrategia específica de desarrollo.
Esto quiere decir, que el neoliberalismo tiene que ver con una conformación estructural específica de la sociedad capitalista, en que distintas coyunturas, distintas políticas económicas ortodoxas o heterodoxas, pueden componer el paquete económico, exactamente en función a las características de las coyunturas específicas.
Teniendo claro qué significa el neoliberalismo, podemos ver cómo la aplicación de esta estrategia de desarrollo profundizó la condición dependiente de nuestras economías. Todas las reformas estructurales del neoliberalismo, de su corazón, de su núcleo, las privatizaciones, los procesos de apertura comercial y financiera, los procesos de desregulación de los mercados principales, de trabajo, financiero, todo el paquete de reformas estructurales neoliberales, profundiza, aumenta los mecanismos estructurales de transferencia del valor producido en el capitalismo dependiente hacia las economías del centro capitalista mundial.
Esto quiere decir que el neoliberalismo profundiza la característica estructural de las economías dependientes. Estas, por diversos mecanismos, se integran a la economía mundial de manera que una franja del valor producido por el capitalismo dependiente, es realizado/ apropiado no en el interior de ese capitalismo, sino por capitales que se ubican en los centros del capitalismo mundial y, por lo tanto, van a hacer parte de la dinámica de acumulación de esas economías, y no de las economías del capitalismo dependiente.
Lo que el neoliberalismo hace es profundizar esos diversos mecanismos estructurales que definen la condición dependiente, o sea, una mayor y creciente parte del valor producido por nuestras economías, en función de la estrategia neoliberal de desarrollo, es crecientemente acumulada en los capitalismos centrales.
Eso quiere decir que los capitalismos dependientes tienen una restricción para una dinámica interna de acumulación, porque si una parte del valor producido por ellos es transferido, se crea una imposibilidad estructural de acumular internamente ese valor, ese capital. Este proceso de transferencia de valor define, para la economía dependiente, un requisito que caracteriza la economía dependiente.
¿Y los movimientos sociales, las luchas populares? En primer lugar, hay que reconocer nuestras derrotas, no para lamentarnos, sino para aprender de las derrotas. Por un lado objetivas, la profundización de la superexplotación del trabajo es una derrota objetiva porque es una expresión de lucha de clases y de luchas populares. Si se implementa es porque de alguna manera la ofensiva del capital contra los trabajadores fue bien hecha. Pero además de la derrota objetiva, tenemos también una derrota subjetiva.
El neoliberalismo ganó –y sigue ganando– desde el punto de vista subjetivo con la disminución de la conciencia de clase de los trabajadores (rurales, urbanos, de la industria, de los servicios, empleados o no, formales o informales, manuales o intelectuales). Ese proceso se manifiesta en varios frentes, por ejemplo, en la individualización de la vida. Nos volvemos cada vez más individualistas, nos preocupamos por nosotros y no por los otros; esa es una cuestión objetiva del modelo, del tipo de sociedad que el neoliberalismo implementó, profundizando lo que ya es algo propio del capitalismo.
Un gobierno realmente de izquierda sería aquel que rompiese –de hecho– con la estrategia neoliberal de desarrollo y así, al reducir la vulnerabilidad externa estructural de su economía, promovería una verdadera modificación estructural de la concentración de ingreso y riqueza, que ampliaría los mercados internos –que aún pueden ser expandidos– con una verdadera integración regional, más allá de los acuerdos de libre comercio, políticas sociales y públicas, mucho más allá de una simple compensación de los problemas estructurales que son provocados, justamente, por la ampliación de las reformas estructurales neoliberales.