Aventis

Obama y su progreso con Colombia y el conflicto con la furia de los Bolivarianos

Miércoles, 01/04/2020 04:12 PM

Un grupo de académicos plantean una nueva política para América Latina enmarcada en el "Destino Manifiesto", donde se considera a la región como un aliado natural de Estados Unidos de Norteamérica. Lo fundamental consiste en evocar los principios de libertad, oportunidad y dignidad para lograr un camino de liderazgo hacia el Sur. El presidente Donal Trump, retomando el discurso de Barak Obama en 2008 en una intervención cubano- estadounidense expone los principios hemisféricos y las variaciones económicas que debe someterse a Latinoamérica y el error de Lula Da Silva al estar en contacto con la empresa Odebrecht.

Lo que permite trabajar en un juego de geometría variables la Nueva Agenda de Poder que debe tener planes contundentes para el Sur, dando lugar a un nuevo neocolonialismo. Para esto, ante la llegada del ALCA, los norteamericanos dividieron el Sur en dos segmentos, Panamá hacia el norte caracterizado por un esquema altamente dependiente de los ciclos económicos en los Estados Unidos y, el de Panamás hacia el Sur con las características propias del modelo rentista tradicional, basados en la explotación de Recursos Naturales y la exportación de bienes básicos, esto, para democratizar las instituciones y lograr un continente más plural hacia la cohesión hemisférica y lograr la implementación de mecanismos parecidos a los fondos europeos y el Banco Mundial Europeo para ayudar a nivelar sectores y países a una integración equitativa. Eficaz y oportuna al gran mercado hemisférico.

Para Trump, Lula Da Silva perdió una gran oportunidad de liderar un acuerdo suramericano que arrastraría a la industria farmacéutica, porque, en Brasil existen grandes laboratorios de carácter transnacional que reducirían los precios en boticas y farmacias asociadas al gran capital a través de franquicias. Brasil, manejaría el espinoso asunto de la exportación de plantas para laboratorio del corazón amazónico para procesarlos y llevarlos al público, como el control, a su vez, del uranio en el Sur.

Las nuevas señales de Washington y las decisiones que se tomen en Bogóta para América Latina nos dan un panorama territorial modificado, que, hasta cierto punto ha sido moldeado por el acuerdo militar de quince años entre EEUU Y Colombia, el cual, en efecto, permite el uso y el acceso de los Estados Unidos a nueve bases militares colombianas.

Obama, quiso darle un plan más bien administrativo y un carácter multilateral para tener el control de las elecciones electorales en América del Sur. Lo que implica que estamos en un escenario difícil, por la influencia norteamericana en nuestro mundo hemisférico y la efectividad del conglomerado empresarial a las diferencias y problemas comunes.

Trump, viene implementando una nueva estrategia de seguridad hemisférica y dar paso a una comunidad de naciones, bajo el bando de la Nueva Aldea Global. Pero, vamos a tener debates políticos sobre Latinoamérica para encontrar identidades y aproximaciones étnicas.

Debemos ir a una unidad de alternativa interamericana con un nuevo impulso político para dirigirlo hacia operaciones de desarrollo social.

Para el Consenso de Washington, el ALBA fue su fracaso al avanzar en el Sur en el Sur junto al ALCA. Pero, más allá el gran problema fue el modelo ideológico, muchos latinos se encuentran preocupados de la manera como se maneja la democracia en sus respectivos países y, sobretodo lo que tiene que ver con el aspecto sanitario, protección social y redistribución del ingreso.

Ahora, el caso más insólito ante esta Pandemia es la escasez de agua y, la vienen privatizando. Hidrología ha cerrado los grifos y, los consumidores deben pagar un alto impuesto por adquirirla y consumirla, en un país que se dice socialista y que de una manera unilateral viene subiendo aranceles e impuestos ante los cabildos e instituciones oficiales y la alimentación.

Hay mucha confusión y, a pesar de que el gobierno bolivariano posee un aproximado de seis canales televisivos no hay una posición determinante para la rétoricvca que se maneja y por ello se fundamentan expectativas dando lugar, en algún modo, a fomentar una desilusión en cuanto a si ya estamos en dictadura o en un proceso revolucionario no originario procreándose.

América Latina debe ir a una reformulación de sus principios democráticos y dejar atrás el pasado. Necesitamos, un momento de cordura selectiva y colectiva para teñirnos de un nuevo pragmatismo político.

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