Siempre son los más vulnerables los que pagan el pato. Esta pandemia una vez más da la oportunidad para que los pueblos abran los ojos y anoten una a una las puñaladas que les están dando los gobiernos neoliberales de sus países. Salvar a las oligarquías siempre ha sido su finalidad además de saquear el Estado que, es decir; el bolsillo del pueblo. Nada se soluciona orando, es la ciencia junto a los recursos humanos y materiales los que deben estar a disposición de la sociedad en este momento, cualquier mandatario que le diga a la población que como solución se encomiende a Dios, además de ser un cretino y de estar jugando con las vidas de las personas, se está burlando de la inteligencia natural de todo ser humano.
En Latinoamérica tenemos muchos de estos esperpentos, horrorosos por traidores y descarados, por gritones y patanes. Por ver a los pueblos en necesidad y voltearles la espalda para ponerse a disposición de la corrupción y las mafias. Esta pandemia se llevará a muchos de las capas bajas de la sociedad, porque el rico nunca pierde, pero esas mismas capas bajas deben tener la memoria para no olvidar y ponerse en pie cuando pase esto para hacer un cambio desde abajo, desde la raíz. Este mal debe ser arrancado desde la raíz. No se puede propagar más la burla, el saqueo, el racismo, laimpunidad, la homofobia, el machismo, la miseria, que se propagada desde los gobiernos latinoamericanos.
Los pueblos que conforman la Patria Grande tienen la fuerza necesaria para hacerlo, solo necesitan decidirse, armarse de valor, que la cólera de la explotación, la humillación y la burla los indigne para levantarse en rebelión. Se habla de un nuevo orden mundial, que ese orden en Latinoamérica lo pongan los pueblos no las oligarquías. Ya estuvo bueno de agachar la cara y de poner el lomo. Que la erradicación del neoliberalismo sea el triunfo ante el abuso de las grandes mafias. Ya es tiempo que el pueblo tome el poder, que dirija su propio camino, que sea dueño de sus tierras y de lo que producen.
No vendrá otra oportunidad más extraordinaria que esta. Es tiempo de guardar la energía, por aquellos que hoy no pueden hacer la cuarentena porque les toca salir a buscarse el pan porque ningún gobierno responde por ellos. Por los que se parten la espalda haciendo pan, sembrando vegetales y frutas, cosechándolos , a los que los transportan y venden para que los mercados en estos momentos no estén desabastecidos, para que la población tenga cómo alimentarse. Ya que se ha aplaudido grandemente a los doctores que han atendido día y noche en hospitales y centros de salud, es tiempo de pensar en las enfermeras porque ellas tienen el triple de trabajo que los doctores y siempre han sido relegadas por la sociedad. De agradecer al personal de limpieza que ha sido visto siempre como los limpia baños solamente. Pero no de decirles solamente gracias, sino de hacer cambios de raíz, para que sus derechos laborales sean otros, los justos.
Ya que se ha aplaudido a doctores por su esfuerzo, ese sacrificio da una noción mínima pero la da, de cómo le queda la espalda al jornalero que trabaja la tierra, si a los doctores se les aplaude a los jornaleros entonces hay que besarles los pies y las manos, pero no solo eso, hacer cambios de raíz para que su esfuerzo sea remunerado como corresponde y no sean más explotados. Lo mismo que la empleada doméstica que a la gran mayoría no las dejaron ir a sus casas porque la cuarentena la clase media y la burguesía no la podían pasar sin ellas, porque se les caen las manos de lavar un plato o de recoger el popó del perro.
Claro que hay una misión después de todo esto, el nuevo mundo. Y ese nuevo mundo, con nuevas leyes en las constituciones, tiene que llegar con derechos humanos y beneficios laborales para los imprescindibles. Los pueblos ya fueron arreados como ganado al matadero durante siglos, es tiempo que se revelen. Hay mucho por cambiar y por hacer. Construir escuelas, hospitales, centros de salud, universidades. Eliminar a los ejércitos y crear campos recreacionales. Porque el nuevo orden mundial no lo pueden imponer ellos, lo tienen que organizar los pueblos y solo es posible con la revolución cultural. Hay mucho por hacer. Se están llevando los minerales latinoamericanos a cambio de un centavo, deben quedarse en Latinoamérica. El libre mercado no funciona más que para las oligarquías. Los pueblos necesitan otro modelo de desarrollo. El de la unidad, la solidaridad, el del humanismo.
Hay que guardar la energía, porque tienen que desaparecer las casas de citas y los bares para que ninguna niña, adolescente y mujer vuelva a ser explotada sexualmente. Porque se tiene que dar urgentemente el derecho al aborto, libre, legal y gratuito para que ninguna mujer sea encarcelada por tomar decisiones sobre su propio cuerpo y muera en el intento por su pobreza. Las adineradas lo hacen por su privilegio de clase. Hay que reajustar las bisagras latinoamericanas y es trabajo de la clase obrera, ningún catrín sabe lo que arde la cara al pasar doce y catorce horas bajo el sol trabajando arduamente cargando bloques, espinándose las manos, lustrando zapatos, recogiendo basura, cargando bultos, trabajando la tierra. No sabe lo que es no ver la luz del día en una maquila.
Hay mucho por hacer cuando esto pase, ahora se están atragantando firmando convenios, vendiendo tierras a diestra y siniestra, saqueando el Estado, pero llegará el tiempo de los pueblos, ese tiempo lo tienen que salir a buscar armados de valor a pesar del miedo y con el coraje y el amor que solo tienen quienes saben lo que cuesta ganarse el pan con el sudor de su frente siendo humillados noche y día. Es por eso que el cambio debe ser de raíz.