El madurismo, ante el peligro de invasión gringa, fiel a su talante lumpen, ante el evidente fracaso que lo agobia y su patente incapacidad para construir, hizo lo que le es permitido a la estulticia: creó un cuerpo paramilitar de represión y tuvo el tupé de calificarlo de fuerza y de bolivariana. Veamos.
No dio una respuesta militar, sólo se les ocurre convocar una banda para perseguir a los que ellos califiquen de traidores a la Patria, sólo conciben lo mezquino, la venganza pequeña, no hay grandeza. La furia bolivariana podrá ser una pandilla capaz de hacer daño pero carecerá de la fuerza que confiere la moral revolucionaria. Esta fuerza avergonzada de sí misma, oculta en su cobardía, no tiene nada que ver con el espíritu bolivariano, el de la Junta Patriótica, el de la virilidad cuando el terremoto de 1812, el de Carabobo.
Pero el hecho merece estudio, es necesario precisar. ¿Qué significa que un gobierno organice una fuerza paramilitar para ajusticiar a la disidencia? Y la respuesta es sólo una: se trata de una mentalidad fascista que aflora nítida en las emergencias. Es el destape del gobierno que abandona cualquier miramiento legal y se lanza por el camino de la pandilla; no le bastaron las faes, necesitan más anonimato, más impunidad, sólo les queda la represión más cruel como soporte a su demencia.
Ese espíritu fascista no apareció de un día para otro y no se detendrá aquí, es una evolución natural del lumpen en funciones de poder que tiene en su camino desaparecidos, campos de concentración, cámaras de gas. Recordemos la razzia en el barrio San Vicente de Maracay, que parió a la olp, y ésta a la furia bolivariana; recordemos el odio filial a los colombianos, los desaparecidos; todo indica un evolución a más fascismo; el trato a los secuestrados desahuciados de toda justicia prefigura los campos de concentración, el trato infamante y cobarde a los exiliados señalan el carácter inhumano del madurismo, en que todo vale con tal de permanecer.
El madurismo, no hay dudas, todo los días se perfila con más nitidez, tiene un rumbo hacia las más conspicuas crueldades del fascismo. El madurismo crea las condiciones para esa transformación. Su sambumbia ideológica sólo puede sustentar la crueldad, sin consistencia ideológica, sin núcleo humanista, sin control ético aflora lo peor del humano, el fanatismo, la defensa a ultranza, la carencia de pensamiento, la justificación de cualquier barbaridad.
El país se dirige a territorios de infamia, el gobierno acorralado reacciona con violencia demencial y cobarde, no se prepara para grandes batallas, la épica le está vedada, sólo le es permitido la retórica vacía y el arrastrarse al amparo de la oscuridad para atacar con alevosía a la disidencia, sólo le cabe la zancadilla, la amenaza, y el correr cuando la situación amerita valentía.
Es necesario amputar este rumbo, ese es un deber de los revolucionarios, de los chavistas. Este madurismo es un reto personal para los chavistas, para los revolucionarios, ya pasó la etapa del engaño de que esto es Chavismo, no lo es, al contrario, es un gobierno que ha perjudicado la imagen del Comandante, prostituido su legado. El compromiso de los chavistas es detener este desastre, pero no para retroceder a la cuarta, no para entregar el gobierno al guaidó-madurismo, sino para volver a Chávez, el del Socialismo, el del Plan de la Patria.