¿A Maduro sacarán con cirugía sin dolor, atraparán en diligencia desbocada o le ahorcarán la cochina?

Lunes, 06/04/2020 04:30 PM

La más reciente oferta de Elliot Abrams, según el diario mexicano "La Jornada", es como recoger las cartas y un decepcionar a la oposición extremista y obcecada que quiere todo envuelto en tragedia, caída y mesa limpia, oportunidad para la venganza injustificada y hasta espanto. Ella se ha acomodado a la idea que ruedan cuatro piedras del seis, dos las tiene amarradas esperando la oportunidad que ya viene de trancar la partida, pues Maduro tiene la cochina y la carga alta, como mata de mango en mayo. Y es una creencia ancha y poderosa como río enorme que baja desbocado de aquel cerro alto.

Otros, de ella misma, se imaginan en el lejano oeste, cabalgando en grupo sobre potros briosos y rápidos, tras una diligencia tirada por caballos desbocados, sin conductor, pues le bajaron de un certero disparado, que lleva adentro su ansiada presa, un tipo solitario e indefenso, a quien acusan de todos los delitos inimaginables, lo que y no es. Sienten que de un momento a otro a la diligencia alcanzan, capturan al pasajero y sacian sus deseos.

Pero Abrams está como ocasionando un despecho de padre y señor nuestro a quienes vienen soñando con un Maduro, sobre todo eso, antes que recomponer al país, metido en un traje de presidiario, encadenado de la cabeza a los pies y dando saltitos de camino a su trampa jaula de Guantánamo. Pues ni siquiera le van a sacar como a Clíver Alcalá, quien para asombro de quienes miraron el video, al llegar al pie de la escalera para subir al avión no estaba como suelen estarlo los sujetos de la condición suya, metido en un traje oscuro, una gorra del mismo color y cadenas de la cabeza a los pies. No, al contrario, iba suelto, tanto como que al momento de subir a la nave, pudo despedirse de quienes le rodeaban como quien no lo hace de quienes hasta allí le llevaron custodiado como preso peligroso sino de panas burdas. Todo fue apretones de manos y brazos que se agitan y abrazos eufóricos, como cuando se despide a un amigo que va a un destino feliz.

Ese sueño infantil de ver por televisión un comando de hombres del otro mundo, versiones más modernas del "Soldado Universal", viajando desmaterializados en onda como digital, de un enorme helicóptero también digital, suspendido sobre Miraflores, que nadie mira en físico, pero sí por la tele o la computadora, y luego como al poner pie en el piso, con demasiado sigilo, pese nadie allá en palacio les visibiliza y quienes sí saben lo que acontece están metidos en el complot hasta la coronilla, se deslizan hacia el aposento del presidente y, tal como entraron, vuelven a la nave con él en pijama, mientras que al mismo tiempo, Juan Guaidó se presenta a las puertas de Miraflores, donde es recibido con el himno nacional y el saludo efusivo de los componentes de la FANB allí presentes que agitan la bandera nacional de 7 estrellas y hacen sonar cañones y fusiles, pudiera y hasta debería desvanecerse con estas últimas declaraciones de Abrams, que 24 horas antes hizo una propuesta diferente.

Es un plan, el de la oposición que sueña, hasta extraño, pero algo de buena fe hay en ello, dado lo infantil, basado en aquellas viejas películas de viajes al espacio, donde la materia se descompone y se traslada a través de hondas para materializarse justo en el sitio que le asignó la programación. Así Maduro, y el comando que le capture, saldrían como este entró, hecho rayos tenues, señales digitales que atraviesan las paredes de Miraflores y ascienden al enorme helicóptero suspendido sobre palacio y sin que nadie se percate.

Toda esa narrativa mágica, que pudiera servir de fundamento para una opereta bufa, con fondo musical, salvo cuando entonan el himno nacional y los soldados se deslizan hacia la recámara presidencial y luego con él a cuestas regresan al helicóptero, la Obertura de 1812 de Tchaikovsky, por lo sonoro, marcial y aire guerrero. Y se escucharán salva de cañones de los mismos de la emotiva pieza del maestro ruso, justo cuando Guaidó pone su pie derecho en la alfombra de entrada a palacio y los militares que le reciben le saludan levantando el puño derecho.

Desde días atrás, como ya comentamos en artículo anterior, Trump y sus mensajeros, se han venido prodigando en proposiciones cada vez con más cosas. La última fue la constitución de un gobierno de transición integrado por opositores y miembros del Psuv o del actual y la convocatoria de unas elecciones "sin Maduro y sin Guaidó". Unas propuestas que pudieran ser para dar la idea al público del mundo y América Latina que hicieron todo lo posible, hasta se mostraron en exceso generosos, abiertos y de parte de Maduro y los suyos no hubo respuesta, lo que justifica la invasión.

Pero en este momento, para los extremistas de adentro, siempre pendientes de la invasión, lo que les emociona y despierta ahora un sentimiento lúdico, es eso que expresan las imágenes descritas arriba, la partida de dominó con la cochina a punto de ahorque, la carreta del lejano oeste y los marines bajando en una onda digital.

Al "presidente interino" y los suyos, parece que no le gustó la cosa, me refiero a ese lote de propuestas nuevas, pues se prestó para se dijese que Trump lo había echado a la basura o por lo menos puesto a un lado. Y eso sería para él como la muerte, la desaparición definitiva. O por lo menos una situación muy desventajosa y hasta denigrante.

De repente, una noticia inserta en el diario mexicano "La jornada", del viernes 3 de abril, informa que, según declaraciones de Elliot Abrams, posteriores al anuncio de colocar una fuerte flota en el Caribe para contrarrestar el tráfico de drogas, lo que para todo buen lector significa el preludio de una invasión militar a Venezuela o por lo menos estrechar más el cerco e intimidar, "EEUU estaría dispuesto a que Maduro y Guaidó se enfrenten en comicios". Como una manera de reconfortar al "presidente interino" y recordarle que sigue en sus planes.

Pero no es descartable que el cerco por el Caribe no sea sino otra manera más de bloquearnos y ayudar que el virus haga sus efectos. O lo que es lo mismo, los gringos cambiaron el coronavirus por Guaidó.

En esa información se afirma que Abrams dijo estar seguro que en ese enfrentamiento electoral "el actual mandatario venezolano tiene cero oportunidad de ganar en unas elecciones libres".

Y esa declaración, como he dicho, paraliza a todo el mundo, a quien tiene las dos piezas de seis y espera que su a compañero le abran la oportunidad forzada de colocar la suya, pues saben dónde está la cochina; también a quienes se sueñan en el oeste detrás de la carreta tirada por caballos desbocados y hasta miran que del cielo baja una "salida".

Trump desesperado porque la pandemia sus espacios azota, las elecciones estadounidenses le preocupan que la oposición de Guaidó poco aporta y este vividor espera que él ponga la carreta, los caballos, helicóptero, marines y hasta rayos mágicos para luego comerse las maduras. Y la vaina tampoco es así; en ese caso prefiere mover la flota al Caribe con el fin de ayudar al virus se propague y hasta alcance a Guaidó mismo, para luego entrar con sus fuerzas salvadoras, pues de las naves saldrán los marines, sanos o con Covid19, eso no importa, armados hasta los dientes, en "vivo y en directo", a llevarse de por medio todo aquél que se les atraviese, aunque venga eufórico y aplaudiendo.

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