Nos cansamos de todo

Lunes, 13/04/2020 03:14 PM

"La crisis, ante todo económica, e inseparablemente espiritual, la expansión del comunismo más allá de los límites de la U.R.S.S., la afirmación del marxismo como una importante concepción escatológico-intramundana de la existencia, la resurrección, junto a Marx, de Kierkegaard y Nietzsche, el surgimiento del nacionalismo, el sentimiento de inseguridad, la interpretación meramente antropológica de Heidegger, para la cual las categorías de "mundanidad" y "temporalidad" de la existencia no dejaban a ésta otro sentido final que el de la muerte, el nihilismo ("¿Por qué hay ser y no, más bien, nada?"), son muestras, todas, de este sentimiento trágico de la vida propio de la época".

La infraestructura real, consistente en la crisis de todos los valores —desde los económicos hasta los religiosos— a convertir la desesperación en "base de moral", a mirar de frente al destino y a las postrimerías, a la resuelta aceptación de la lucha y la agonía. Ahora topamos con otro obstáculo: su individualismo. Contentémonos por ahora con señalarlo, porque debemos volver sobre él y más allá de él.

¡Hay que vivir!, a sentir la vida, a sentir el sentido de la vida, a sumergirnos en el alma de la montaña, en el alma de la ría, en el alma del pueblo de la aldea, a perdernos en ellas para quedar en ellas. El me enseñó con su vida a perderme en la vida en la vida del pueblo de mi aldea, y no sentía yo más pasar las horas, y los días y los años, que no sentía pasar el agua del "río a la ría". Me parecía como si mi vida hubiese de ser siempre igual. No me sentía envejecer. No vivía yo ya en mí, sino que vivía en mi pueblo y mi pueblo vivía en mí. Yo quería decir lo que ellos, los míos, decían sin querer. Penetrado hasta el tuétano de mi alma de lo eterno, una manera eterna la esencia del ser, que es la persistencia en el ser mismo.

Toda generación está animada de un anhelo de justicia; pero no todas pueden cumplir ese anhelo, porque unas se olvidan de la tradición, deslumbradas ante el ejemplo que ofrecen lejanas latitudes de conciencia histórica, desdeñan sembrarse sobre las que poseen. La Guerra de 1936-1939 fue dolorosa; pero para que germinen en un suelo las simientes no basta echarlas en él, porque las más se pudren o se las coman los pájaros; es preciso que antes la reja del arado desgarre las entrañas de la tierra, y, al desgarrarlas, suele tronchar flores silvestres que, al morir, regalan su fragancia. Si el arador, se enternece y dedica un tierno recuerdo poético, una lágrima cristalizada, a la pobre margarita segada por la reja; pero sigue arando y así sus prójimos sacan de su trabajo pan para el cuerpo y reposo para el alma, mientras la margarita, podrida en el surco, sirve de abono.

Los mismo los que piden que cerremos o poco menos las fronteras y pongamos puertas al campo, que los que piden más o menos explícitamente que nos conquisten, se salen de la verdadera realidad de las cosas, de la eternas y honda realidad, arrastrados por el espíritu de anarquismo que llevamos todos en el meollo del alma, que es el pecado original de la sociedad humana, pecado no borrado por el largo bautismo de sangre de tantas guerras.

Es cierto que los que van de cara al Sol están expuestos a que los ciegue éste; pero los que caminan de espaldas por no perder de vista su sombra de miedo de perderse en el camino, ¡creen que la sombra guía al cuerpo!, están expuestos a tropezar y caer de bruces. Después de todo, aun así caminan hacia adelante, porque el sol del porvenir les dibuja la sombra del pasado

La Humanidad es la casta eterna, sustancias de las castas históricas que se hacen y deshacen como las olas del mar; sólo lo humano es eternamente castizo. Más para hallar lo humano eterno hay que romper lo castizo temporal y ver cómo se hacen y deshacen las castas, y qué indicios nos da de su porvenir su presente.

"Las ideas no se matan con el silencio. Las ideas se destruyen cuando, bien expuestas, son sustituidas por ideas mejores. El callarlas las hacen en cambio más fecundas".

—"El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por peores hombres".

Platón.

¡La Lucha sigue!

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