No es descabellado pensar que si el presidente Nicolás Maduro, en vez de gobernar a Venezuela, dirigiera en cambio a Estados Unidos, las cosas de seguro serían muy distintas en todo el mundo, sobre todo en favor de las personas y familias más vulnerables de ese país del Norte.
Paseándonos por la personalidad del Presidente venezolano, debemos primero tomar muy en cuenta su condición de hombre humanista, que como buen socialista, profesa y antepone con gran acierto y corazón todos sus esfuerzos para que los venezolanos, sin distinción política, de clase, o de credo, vivamos todos bien, en igualdad de condiciones, a pesar del asedio que mantiene el imperio en perjuicio de nuestro país.
Por ello me imagino a Maduro dirigiendo al imperio. De entrada pudiera decir que en vez de destinar los inmensos presupuestos que dedica Washington para comprar armas y promover nuevas guerras, a lo largo de todo el mundo, los emplearía, en este caso, para fortalecer la salud de esos 130 millones de estadounidenses que no cuentan en la actualidad con seguridad médica.
Desde luego si esto lo estuviese haciendo Maduro en el imperio, se hubiese evitado que en estos momentos se contabilizaran 600 mil infectados por el Coronavirus, pero además se habría evitado el fallecimientos de esos 23 mil norteamericanos, a consecuencia de la terrible pandemias que azota al mundo.
Pero pensando en materia económica, no hay duda que Maduro a estas alturas hubiese reducido drásticamente con esos abultados presupuestos esas enormes cifras que indican que en EE.UU hay en los actuales momentos más de 150 millones de desempleados, promocionando políticas de pleno empleo, con los dineros que están dirigidos a seguir promocionado gastos superfluos para la seguridad de esa nación, que solo ve enemigos y monstruos por doquier.
Maduro, no hay duda, que igualmente estaría reduciendo de manera considerable las cifras que indican que hay un inmenso ejército de personas que viven en pobreza extrema en el país, que suman la espantosa cifra de 49 millones de individuos, que viven prácticamente en las calles de las distintas ciudades capitales, sin tener ni siquiera un lugar en donde dormir y mucho menos como comer.
El sistema Clap, con la inmensa capacidad que cuenta el imperio para producir alimentos, sin duda permitiría que esos estadounidenses gozaran al menos de una buena ración de comestibles cada semana para mantenerse, junto a sus familias.
Desde luego el racismo fuera abolido de una vez por todas. Negritos y catires tendrían el mismo derecho de gozar de las oportunidades y de las riquezas del país. Eso sí, el presidente Maduro, de la mano con el pueblo norteamericano, desactivaría de un solo plumazo ese poder que está concentrado en el Pentágono, el cual es el responsable de dirigir con el alto empresariado de la nación, las políticas de ese país, haciendo que sus presidentes sean unos auténticos títeres, que no tienen ningún derecho para decidir.
Por igual si Maduro dirigiera al imperio se reduciría también a su mínima expresión el consumo de droga en la nación y pobre de aquel que sea sorprendido promocionado el narcotráfico.
Aquí cabe señalar que a Colombia se le obligaría, por igual, reducir, hasta donde sea posible, los cultivos de coca, más si se cuentan con 9 bases militares norteamericanas, en el país granadino.
Otro paso que Maduro de seguro daría sería regularizar drásticamente la venta de armas en el país, con ello se evitaría los constantes hechos violentos que se generan en las escuelas, en las universidades y en los lugares públicos, por quienes, no contando con armas ni drogas, no podrían seguir llenando de luto a tantas familias, como ocurre hoy en día, en esa nación.
No es descabellado pensar que a Maduro de inmediato la mayoría de los países del mundo comenzarían a amarlo, pues otro paso que daría sería disipar las diferencias con las demás naciones que le son adversas a ese país, como es el caso de Rusia, China, e Irán, y por el contrario, estrecharía, al estilo de un mundo multipolar, las relaciones con todas las demás naciones, para establecer transparentes intercambios comerciales y tecnológicos, sin que nadie salga perjudicado.
Desde luego, el bloqueo criminal que sufre Cuba, desde hace más de 60 años, desaparecería de inmediato. Eso daría paso para que la hermosa isla se constituya en un verdadero paraíso del Caribe, para ir a disfrutar allí, sanamente, de un buen turismo, además para beneficiarnos de sus capacidades en el mundo de la medicina.
Maduro no podría dejar pasar por alto la necesidad de que Estados Unidos asuma de nuevo el compromiso de pertenecer al Acuerdo de París, que trata sobre la necesidad urgente de tomar seria medidas que permitan conservar el medio ambiente en el planeta, y con ello disminuir las emisiones de gases y de monóxido de carbono y así evitar, con las demás naciones industrializadas, el recalentamiento global.
De seguro con Maduro dirigiendo al imperio se reduciría de manera notable también la pobreza extrema en el mundo, sobre todo en el Continente Africano y desde luego en los países más sufridos de Latinoamérica, como es el caso de Haití.
Las Misiones que han sido tan exitosas en Venezuela, una vez más Maduro las pondría a funcionar a todo tren en el imperio. Habría salud gratuita para todo el mundo. Pero además educación y subsidio permanente para las personas de la tercera edad, quienes dieron todo a lo largo de su vida por el país.
La Misión Milagros, que promueve la atención para las personas con diferentes enfermedades o patologías visuales, contaría con todo el apoyo del gobierno, gratuitamente. Igual la Misión Vivienda, para favorecer a los sin techos.
Rematamos diciendo que ahora que la pandemia del Coronavirus azota al mundo entero, Maduró de seguro ya hubiese invitado a los más conspicuos científicos de todo el universo para reunirlos juntos, y así buscar de manera rápida, sin protagonismo de ninguna clase, la cura del mortal virus. De verdad, que distinto fuera el mundo, si Maduro gobernara el imperio.