Maduro prefirió el olor a azufre

Lunes, 04/05/2020 03:00 PM

Maduro se quedó definitivamente empantanado, porque así lo prefirió, en la característica esencial del capitalismo: la inevitable tendencia al colapso. Y lo decide a sabiendas de que este sistema a nivel mundial está en un irreversible tiempo de declinación, exponiendo a la humanidad a todo un conjunto de crisis. Al contraer Maduro nupcias con este sistema senil, que ya ningún futuro sano puede ofrecer a la humanidad, quedo atado y arrastrando consigo a todo el pueblo venezolano a igual destino. Se sometió gustosamente a la lógica del capital que no significa otra cosa sino el derrumbe inevitable del capitalismo por sus propias contradicciones, y que terminará por derribar a su propio gobierno. De esto último, ya se perciben en la calle señales. El aumento del malestar popular, que se deriva de las últimas medidas del Ionesco incremento salarial, acusa recibo de esto .De allí que uno de los debates políticos públicos debe impulsarse desde la pregunta siguiente ¿por qué los venezolanos devengamos uno de los sueldos tan bajos sino el más bajo del planeta? La respuesta correcta e inmediatamente esclarecedora, y no albergamos ninguna duda, sería: porque somos un pueblo que fue entregado a la explotación del capital como mano de obra barata en el mejor de los casos, porque del resto se sobrevive con el bono del estado capitalista o como parte del ejército de desempleados que deambulan de un lado al otro en los cinturones de miseria, que es en lo que han vuelto a convertir las ciudades venezolanas. Pero además, el pueblo debe soportar que todo esto se lleve a cabo desde su más cara y sublime utopía, el socialismo, que en la boca del gobierno se convierte en difunto. Es oportuno aclarar, que esta clase política socialtraidora ha hecho todo cuanto ha podido por no permitir que una sociedad nueva y más justa nazca en Venezuela. Urge entonces la organización de una Junta Patriótica de Reconstrucción Nacional.

La ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia", lo que hace es poner de relieve el mecanismo a partir del cual se genera el insoslayable agotamiento histórico de la formación social capitalista. Las recientes crisis de este modelo, que para decirlo con palabras de Juan José Bautista, "ya no son cíclicas", se hacen cada vez más frecuentes, más profundas y más virulentas pero más estructurales. En la base de la confrontación actual anticapitalista por el reparto del mundo, que estamos viviendo, se encuentra "la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia" .Así que de nada valen los barriles de tinta y los argumentos que se gastan y esgrimen diseñando teorías ya desgastadas para salvar a este nefasto sistema. A pesar de todas estas razones, Maduro ha decidido meternos en este infierno, y sólo ahora, una auténtica y atractiva revolución socialista podrá ayudarnos a salir de este atolladero, erigiéndose en el alma del pueblo venezolano como un camino alternativo, en este momento en que "suena la hora postrera del capital". Urge entonces la organización de una Junta Patriótica de Reconstrucción Nacional

Las sociedades que opten por permanecer y no romper en su dinámica de desarrollo con esa "ley del movimiento" del capital serán arrastradas por el carromato de la historia, y probablemente tengan igual suerte de ser destruidas por la catástrofe económica del mentado sistema. Sin embargo, paradójicamente la misma "ley del movimiento" es portadora de la buena nueva de que se abren al mismo tiempo las posibilidades para llevar a cabo la transformación socialista de la sociedad venezolana, pero aquí debemos hablar sobre el papel de la subjetividad, de la insurrección de la conciencia, de la praxis revolucionaria. De la forma que tomará el colapso del sistema, No obstante, esto alcanzaría mayor pertinencia si se plasmasen en los planes de un pueblo organizado en una Junta Patriótica de Reconstrucción Nacional.

Optar por el capitalismo, como lo ha hecho Maduro, desde las filas del "socialismo" no tiene nada de nuevo, esto ya es una maña vieja de los reformistas hipnotizados por las mieles del capital, como tampoco lo es, que haya intelectuales que callen. Ya Eduardo Bernstein, ícono de la socialdemocracia mundial, a finales del siglo XIX, se separó, siendo un dirigente fundamental del partido de los obreros alemanes, de la tesis de la inevitabilidad del derrumbe del sistema capitalista, para adoptar la contratesis del maquillaje de este. Me refiero a este ejemplo entre muchos, porque otros no son sino copias de copias muy ajadas; de este. Es decir, el salto definitivo de talanquera de Maduro hacia el capitalismo no causa sorpresa al contrario debe airear el combate, porque los actores se empiezan a quitar las máscaras.

La crisis política venezolana, además de dejar al descubierto que es originada por la lucha entre dos proyectos de país, por un lado el viejo y destartalado capitalismo que ya no sirve para nada pero que se niega a desaparecer de la vida de los venezolanos, y de otro lado la transición al socialismo que puja por nacer pero no ha podido. Pero también esta misma realidad en crisis histórica emite señales que ponen en claro que Maduro prefirió gobernar a favor del capitalismo y que sólo los que no quieren ver se hacen los ciegos, y otros, que aun con amplios conocimientos, se metieron a mudos. En venezuela, la ausencia de los derechos democráticos de participación y protagonismo del pueblo en la toma de decisiones, que guardan directa relación con la formulación, control y solución de los problemas que afectan su vida cotidiana, y también con la escogencia del modelo de desarrollo que prefieren para el país en general no existe. Sin embargo, tal ausencia es llenada por el autoritarismo y el despotismo por la clase política que detentan el poder. Lo que distancia al sistema político venezolano del Plan de la Patria, elaborado por Chávez con el objetivo histórico de construir "La sociedad Comunal Socialista".

Que mejor ejemplo de catástrofe que El Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica, los quince motores y líneas estratégicas todas esas cosas juntas, ha sido un absoluto fracaso, la consecuencia, es que estamos asistiendo a una decadencia progresiva que se traduce en más sufrimiento para la población. No se generó empleo, el salario perdió todo su poder adquisitivo, La producción y comercialización de los productos de primera necesidad siguen bajo el control especulativo de dos o tres monopolios, la política cambiaria lo que generó fue la dolarización de la economía, de productor de gasolina ahora pasamos a importarla, el servicio público de agua potable no existe y la que se consigue está privatizada , la agricultura nacional está desmontada, el sistema de salud está en una situación igual y el sistema de educación con ese sueldo que reciben los y las docentes, y la precariedad de los espacios pedagógicos va camino a transformarse en una educación neoliberal .

Un país para desarrollarse requiere, entre otras cosas que su fuerza de trabajo nacional esté bien cuidada, que la producción de sus bienes y servicios se realicen con independencia y soberanía, necesita generar la ciencia y la tecnología que con un estilo propio atienda los problemas que afectan a la sociedad venezolana, que garantice su soberanía alimentaria y para ello requiere desarrollar una poderosa agricultura nacional. De la misma manera, desarrollar un aavanzado sistema de salud pública, y en igual sentido, un sistema público de educación que garantice en primer lugar el cuidado de sus dos principales actores, los estudiantes y el cuerpo docente para que puedan estar en óptimas condiciones de producir los conocimientos y los saberes que el país necesita para superar sus problemas. Además un Estado de elevada fortaleza democrática para que la ciudadanía pueda tomar las decisiones que hagan falta.

Necesitamos, antes de que el colapso nos desintegre como nación, para lo cual falta poco, impulsar una rebelión popular inmensamente democrática que llevé a cabo lo que Chávez planteaba: edificar una "Venezuela potencia". Pero ello se logra construyendo un instrumento político que aquí proponemos sea una Junta Patriótica de Reconstrucción Nacional lugar en el cual se desarrolle un diálogo participativo, que se haga cargo de la reorganización del país donde se aplicando consecuentemente el derecho al ejercicio colectivo de la planificación democrática y holística como la ley fundamental que le dé sentido a la vida de la nueva sociedad, e impedir que sean las fluctuaciones o el azar de las fuerzas anárquicas del mercado capitalista la que continúen produciendo más pobreza, miseria y desigualdad.

En este sentido, se nos plantea entonces la asunción de la necesidad de retomar el debate sobre la aplazada pero necesaria transición socialista en Venezuela. Sin embargo, este debate hay que darlo con la valentía y el peso de los argumentos. Construyendo con todo el país democrático una agenda con claros objetivos para reconstruir la República. Y eso lo puede hacer sólo un pueblo organizado en una Junta Patriótica de Reconstrucción Nacional.

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