Cuando teníamos más de medio siglo jugando con unas reglas, naufragados en una tradición, surgió un grupo de jóvenes que propuso un nuevo juego, nuevas reglas. Entonces todo se estremeció: el bipartidismo, la guerra fingida, los cambios para que todo siguiera igual estallaron, ahora había un nuevo escenario. Aparecieron los COMACATES y se negaron a vivir en el mundo hipócrita que habían heredado, lleno de miserias, de mentiras, bueno para una minoría y terrible para las grandes mayorías; superaron las reglas del juego, fueron valientes para intentar buscar otro mundo, derrumbaron con su tanqueta irreverente las puertas del viejo mundo, abrieron camino a nuevos horizontes.
Quizá pocos recuerdan a los COMACATES, quizá muchos no quieren recordar, ellos cambiaron nuestro mundo, fueron los Comandantes, Mayores, Capitanes y Tenientes que una madrugada luminosa irrumpieron contra la democracia hipócrita del pacto de punto fijo y se salieron del juego que nos tenía distraídos por más de medio siglo. No había generales, no fueron necesarios, solo ideas y sentimientos, mentes, corazones y coraje para emprender la hermosa aventura de cambiar al mundo, de no conformarse con la ruta individual.
En el Samán de Güere comenzó el juramento, rescataban así al Libertador que lo habían convertido en imagen vacía, sin el aliento que libertó a medio continente y asombró al mundo; rescataron su espíritu y se fueron a fundar, no a ser apoyos del oprobio.
¿Triunfaron? Claro que triunfaron: demostraron que el viejo mundo se derrumba frente a la dignidad, nos enseñaron que la dignidad, el decoro, como dijo Martí puede concentrarse en un puñado de hombres y de allí fecundar a todo un pueblo. Buscaron nuevas ideas y las encontraron, el Cristianismo alumbró su camino, el "amaos los unos a los otros" los hermanó con lo mejor del pensamiento universal, supieron que "Patria es Humanidad", que los desposeídos del mundo deben unirse, y así lo gritaron; descubrieron que sólo los desposeídos organizados alrededor del espíritu altruista pueden llamarse pueblo. Y se toparon con el núcleo de la infamia: "la propiedad". Y propusieron nuevas formas sociales, y los poseedores de siempre los declararon sus enemigos.
Y se profundizó la batalla milenaria entre poseedores y desposeídos. Los capitalistas no podían tolerar la insurgencia. Asesinaron al líder. A unos los intoxicaron con el poder, a otros los apartaron, los anularon, a los más destacados los asesinaron. Después, como emergiendo de las miasma donde permanecía al acecho, surgió el viejo mundo. Regresamos al bipartidismo, a la guerra de cambiar todo para que nada cambie, la sociedad del egoísmo volvió con nuevas caras.
Ahora vivimos la misma pesadilla del pasado que aquella madrugada los COMACATES quisieron superar. Unos se volvieron verdugos de sus compañeros, otros se fueron apartados, deambulan en el extranjero sobreviviendo en embajadas increíbles, otros fueron encarcelados, exiliados, otros se retiraron desconcertados, algunos pisan en falso como los sonámbulos en las noches. Un grupo pequeño, arrinconado, permanece fiel al legado, lo mantiene vivo, garantiza la lealtad, lo transmite, lo defiende.
¿Fracasaron los COMACATES? No, no fracasaron, triunfaron. Ayer nos enseñaron el camino hacia un nuevo mundo, nos demostraron que es posible. Y hoy volverán a triunfar, surgirán con nuevas caras, se encontrarán con los ideales auténticos del Libertador y de Chávez. Y entonces, junto a ellos recuperaremos el sueño secuestrado por los traidores, volverá la prodiga aurora.