Si tuviéramos que hacer un balance sobre la situación actual del ser humano, país por país, nos sorprendería lo fácil que ha sido olvidar nuestro real origen y cómo lo abstracto se ha impuesto, cuando lo primordial es que medramos en la naturaleza, de la que nos hemos distanciado, perdiendo el contacto y el sentido como especie, banalizando todo, creando una existencia artificial, paralela, ilusoria, condicionada a creer en tautologías. Vamos aplicando la viveza en detrimento de los más jóvenes, a los que educamos para que sean sumisos y serviles, claro está que los hijos del pueblo, porque los del señor eso es otra cosa, "eso no se dice, eso no se dice, eso no se hace", siendo así, todo se tuerce a favor de que se imponga una cierta forma de ver el mundo, con los sentidos atrofiados, sin armonía, en planos de existencia que pertenecen más a las máquinas, que a los seres humanos, que evolucionan porque están vivos y van desarrollándose y pueden o no progresar, dependiendo de variables y condiciones interiores y exteriores.
Sin embargo, algo no anda bien, lo hemos venido apreciando hace tiempo, y ha transcurrido mucho tiempo, desde que la historia comenzó a ser contada, lo que apenas ocurre en el siglo XIX, sí, no hay que sorprenderse, porque esto forma parte de lo que han hecho y dicho, para que seamos mera copias que se repiten con los mismos parámetros, en una sociedad hecha a la medida de quienes desde arriba imponen las reglas de juego, siempre favorables para ellos. La existencia, el desarrollo y el progreso, solo son posibles para quienes se sometan y cumplan con docilidad las instrucciones de los manuales de usos y costumbres, y ya habrá tiempo para tener la sensación de que se es mejor, exitoso, y alcanzar a ser parte del sistema y actuar desde su alterego. Cada uno de los aspectos que la realidad presenta en sus diversas interpretaciones no son más que formas que se repiten desde que el mundo es mundo. Por lo menos hace doscientos mil años que comenzamos a constituirnos como sociedad y civilizarnos a través de subterfugios, con muchos eufemismos hemos edulcorado lo real, imponiendo una verdad sobre las demás, como un virus, que se convierte en pandemia, cuando el hombre interviene con la intención de sacarle provecho, de hacer intencionadamente, un negocio con la infestación de otros, a los cuales hay que curar.
Tragicómica vida la que nos ha tocado en medio de tantas leyes, teorías que expresan una postura nacida de algunas mentes privilegiadas, de prestigio, que, desde viejas universidades, academias y organismos internacionales, donde grupos de científicos, expertos investigadores, demuestran lo que es, lo que hay, y lo que posiblemente habrá. Mientras tanto, las probabilidades de uso y abuso de los descubrimientos, han sido puestos al servicio de causas que siempre se desvían del presupuesto original, con lo que solo pocos se sirven de los adelantos, mientras que el resto se queda a la zaga, destinado a vivir una vida llena de obstáculos puestos a propósito, casuales, con consecuencias en más desastrosas para la existencia ya precaria de las personas. No nos engañemos, los que tiene mucho, no quiere decir que es porque se lo han ganado con el sudor de su frente, los capitales no se siembras ni dan cosechas, es el trabajo y el esfuerzo de los esclavos, los siervos, los trabajadores asalariados, la explotación. Ni el rico ni el pobre nace, se hacen, por circunstancias que antes otros crearon.
Las cosas estaban mal, y se pondrán peor, hasta que todo esto se aclare, y las cosas sean lo que tienen que ser, en favor de la vida, de la existencia, de la paz y el bienestar, de la posibilidad de poner al servicio de todos y todas, cuanto hay y se ha hecho con la evolución, el desarrollo y el progreso de los seres humanos en favor de sus semejantes. Tenemos que hacer un acto de contrición y reflexionar si lo que hemos hecho hasta ahora puede ayudar a mejorar la existencia, o por lo contrario nos empujará hacia un nuevo conflicto de proporciones inimaginables para la condición de los hombres y las mujeres en este mundo que se desmorona. Seremos capaces de revertir la hecatombe que se avecina, la guerra que se prepara entre EE.UU. China, Rusia, y el resto de las naciones que tendrán que colocarse de un lado o del otro, pero conflicto al fin, donde de nuevo habrá muerte, destrucción y desolación, para que los que queden, vuelvan a reconfigurar el mundo, entre vencedores y vencidos.
Hoy el mundo está más dividido, más escindido, sesgado, descompuesto, enfermo, considerando la cantidad de muertes diarias por falta de alimentos, medicamentos, agua potable, y de ñapa, el lanzamiento del Covid-19, como arma solo mata gente, que los estrategas de la muerte, de la solución extrema, han propuesto siguiendo las órdenes de los años, para constituir el Nuevo Orden Global. Estamos presenciando como se bate el cobre desde hace tres lustros, cuando la economía entró en una caída en barrena, arrastrándose en el fango y salpicando al entero planeta en conflictos de baja y mediana intensidad, pero que anuncia que la escalada va in crescendo, y es probable que en este semestre que comienza, comencemos a ver parte de tales asuntos en pleno desarrollo.
Es a todas luces absurdo pensar que siendo el Big Bang la teoría plausible de la física, para explicarnos el origen del universo, y de cómo hubo un inicio en tiempo y espacio, del que formamos parte, ubicados en este pequeño planeta, donde hay unos 7.786.629,824 tan mal distribuidos y hacinados en los centros poblados de las principales ciudades del mundo, donde unos pocos viven holgados y muchos incluso sin hogar, sin que tengan servicios públicos que satisfagan aunque sea precariamente sus necesidades más básicas. Es esto posible, y que siga ocurriendo, cuando ya hay posibilidad de hacer que cada individuo e individua, tengan lo que requieren. Aunque ciertamente hay algo que será más difícil de cambiar, la mentalidad de la gente, y sobre todo de los que tienen en demasía. Sería mucho pedir que se comportaran como seres humanos
Sabemos que solo el 1% ha sido considerado como la crema y nata de la sociedad global, esto quiere decir entonces que no todos somos ciudadanos, y menos habiendo estratificación social, manteniéndose una segregación en los países, donde las condiciones de vida son tan precarias para unos, que incluso son considerados como sub humanos. Debemos intervenir en la toma de decisiones y evitar por todos los medios posibles, ejerciendo presión para que cambien las cosas de verdad, que la realidad de la existencia sea otra en beneficio de todos y todas. El 99% de la población mundial tiene la palabra, solo hay que sacudirse el yugo de la ignorancia, de la manipulación y la enajenación que quieren seguir ejerciendo sobre las personas, con mistificaciones, esto que llaman vida, no es vida, es otra cosa.
Ante tan tétrica realidad que se vive, donde los pocos que son ricos siguen aplicando sus recetas de exterminio sobre los muchos que son pobres, en una cada vez más precaria existencia, con carencias, carestía de la vida, con una economía en bancarrota, unas finanzas que no logran plasmar las cuentas claras, y un comercio especulativo contra los pueblos. Hemos vuelto a tiempos que se creían superados, y por falta de verdaderos estadistas, de expertos en la materia que maneja, han llevado a los países a la miseria; beneficiando a los ricos, favoreciendo a las élites, y aplicando el control con maquinarias de fuerza, sometiendo a las poblaciones, aplicándoles el terror como mecanismo de coerción. Una gestión se mide por sus resultados a largo plazo, lo que deja mal parada a la actual administración de Maduro, a quien Chávez le dejó como encargo gobernar con el pueblo, es decir con todos, y no con los sectores enemigos del pueblo, pero se dejó entrampar y ahora es prisionero de palacio, así crea que se la está comiendo. Hace lo que tiene que hacer, en su lugar cualquiera que no tenga conciencia lo haría.
A estas alturas de la vida, donde por lo menos hace más de 2500 años que se ha sabido por lo menos para Occidente, lo que ha sido el lento y farragoso camino seguido por los imperios hasta el actual, que no han hecho sino sojuzgar a los pueblos, luego de que el sentimiento nacional se aposentara tarde, en la época moderna; cuando ya los pueblos habían dejado de sentirse como conglomerados y rivales entre sí, sin otras relaciones que las que operaban al intermediar el soberano. Y solo será en el siglo XIX cuando en Europa se despejarán las diferencias interétnicas y las internacionales. Pero los verdaderos problemas nacionales se agudizarán en la segunda mitad del siglo XIX y el XX a raíz del advenimiento del capitalismo industrial, a los que se les agregan los enfrentamientos religiosos, que buscan apoyarse en las diferencias culturales, lingüísticas y raciales; desgarramientos continentales que siguen el paso a la fase de revoluciones burguesas, opuestas al desarrollo capitalista, que con el tiempo se impondrá, llevando al traste con el progreso de las nuevas repúblicas.
Nos parece considerar que el momento es más propicio que cualquier otra anterior, ya que es hora de interpelar a los gobiernos por la suerte que han corrido los pueblos, luego de las generosas ganancias en ingresos verdaderamente cuantiosos, esfumados por una marabunta que se los apropió fraudulentamente, sin que hasta ahora hayan respondido ante la ley suprema, la del pueblo legislador. Un tsunami se está levantando, con tormentas y huracanes, que desolarán a los perversos y retrógrados personajes de la picaresca provinciana, donde los redivivos caudillos vuelven a ser la representación del atraso y la descomposición social. Se ha cedido a la canalla, pactando con los enemigos de la nación, para salvar sus pescuezos, al que ataron el destino de la patria, como si se tratara de un cordón umbilical del que se alimenta la nacionalidad. Solo el pueblo salva al pueblo si toma conciencia y sirve a los más sublimes intereses, del resto como en Alemania una vez elegido a sus representantes, serían los verdugos de quienes durante siglos convivieron, trabajaron y produjeron para beneficio mutuo de toda la comunidad.
Bastaría saber que todos y todas estamos, y que tú eres yo y yo soy tú, porque definitivamente somos uno y una. Y es lo que será de ahora en adelante, porque nada volverá atrás, ya nada será lo que fue, el salto que esta por dar la humanidad es de tal magnitud, que romperá con los referentes habidos y por haber. Nos referimos a que la realidad será la manifestación de lo más recóndito de la materia, y cuanto de místico hay en la verdad trascendente que esto implica. La mística oriental ha hecho posible que la física haya podido develar el fenómeno que se encierra en el misterio que los teóricos han llamado cuántica. Un paso abismal entre el Big Bang, y la nada como manifestación de la energía manifestada desde la propia conciencia, que le da nacimiento a la partícula, porque al observarla, deja de ser lo que es, para pasar a ser otra cosa que hasta ahora nadie sabe lo que es. Solo si estás, y vives el aquí y ahora del presente, tendrás constancia de lo más significativo en importante de todo cuanto existe. Y es que todo es sueño, ilusión, Maya dirían los Maestros iniciados. Tú crees y creas tu realidad, tu verdad.