Verdades y mentiras

Jueves, 11/06/2020 04:50 PM

"La mentira más devastadora es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo", Friedrich Nietzsche

En un sistema indefinido, que ni es chicha, ni es limonada, donde los que detentan el poder, apoyados en sus premisas, lanzan frases de este tenor, y es que las cosas son así, y así deben seguir siendo y hay que adaptarse a ellas. Claro está, y viniendo de quienes ocupan posiciones privilegiadas, respeto al resto de los mortales, a los que con fórmulas discursivas mueven de aquí para allá y de allá para acá, al final, el mismo resultado, los pocos acaparan más poder, mientras los muchos deben conformarse con que las cosas son así, buenas o malas. No sé porque me viene a la mente una anécdota a mis once años, cuando vivía en un pueblo en una montaña, al sur de la península italiana, es un valle como el de Caracas, solo que entonces estaba bastante despejado, y las cosas eran muy distintas en 1967. Se trata de algo que leí por primera vez en Historia Universal, sobre la forma de actuar de los grupos en la antigüedad, donde para mantener el control de la natalidad entre la especie, y de preservar a los mejores, cualquier criatura con algún defecto o malformación, simplemente eran sacrificados, o los arrojaban desde un risco al precipicio, o eran abandonados desnudos al anochecer y a su suerte, para que la naturaleza o los dioses dispusieran de destino.

Entonces yo no disponía de suficiente conocimiento, y eran tantos los detalles, que me abrumaban, pero las cosas eran así y era la manera en que entonces se actuaba en consecuencia. Las decisiones radicales las tomaban los más ancianos en el grupo, que eran los más experimentados, y los referentes primordiales y en quienes se confiaban, porque actuaban en consecuencia con lo que decían; la palabra era ley. Desde entonces todo fue cambiando para mí de manera acelerada, y tres años después, de nuevo en mi país, entre tanta miseria, una sociedad estratificada, segregada, con distintas clases sociales, y el impacto en la sociedad a partir de los 70. Cuáles han sido las decisiones de mayor impacto desde entonces sobre el país petrolero, donde en lo político el bipartidismo se repartía el gobierno de la nación, desde un estado social liberal, de economía rentista y de una elite que tomaba las decisiones sobre el curso interno entre gobernantes y gobernados, de acuerdo con las necesidades de los capitales extranjeros, y las políticas exteriores de los Estado Unidos de Norteamérica, y los intereses de las corporaciones europeas, con las que se comerciaba; todo bajo la celosa vigilancia de los EE.UU. sobre los comunistas o socialistas, y de cualquiera que pensara distinto o tuviera ideas fuera de un marco estipulado por los organismos internacionales. Se imponía la cultura desde las razas blancas, de las potencias, y la civilización occidental, en un paradigma ejercido bajo un sistema social, político, económico, religioso y educativo.

Básicamente era esa la verdad, aunque revestida por una mentira, ya que, siendo la realidad de Occidente, levantada sobre los vestigios de otras culturas previas, originadas en Medio Oriente, y originariamente surgidas del sur de África. Por lo que tales cosas, siendo así como fueron, no es precisamente las que deben ser, y sin embargo permanecen, y ha costado deslastrarse de tales imposturas y equívocos, que se siguen repitiendo en las escuelas, los liceos y las universidades. Esta pretensión es la que en definitiva se apoya en un sistema que persigue más el tener que el ser, el materialismo sobre la naturaleza, en la que todos y todas medramos, y la única que puede suministrarnos los recursos necesarios para la vida, de la cual la existencia es solo parte integrante, que sin aquella sería imposible pensar. Así las cosas, dejaremos que sigan ocurriendo tal cual, que se sigan replicando, sin que les opongamos resistencia y dejando las mentiras hagamos lo que en verdad corresponda hacer. Porque mentir es decir algo que no es verdad con intención de engañar; o su otro significado, cualquier manifestación contraria a lo que uno sabe, cree o piensa.

Mentir es más fácil que decir la verdad, todos lo hemos experimentado alguna vez en nuestras vidas, y cumplen, como los ciclos, su otoño, invierno, primavera o verano, repitiéndose, a menos que nos anticipemos a las estaciones siguientes año tras año, y hagamos lo correcto, lo que corresponde, ética y moralmente, decir la verdad. Porque nada permanece igual, todo cambia, hasta el más vivido recuerdo que anida en la memoria, porque ya no existe sino como recuerdo de lo que ya no es. Ni con todo el conocimiento acumulado, ni con las circunstancias parecidas se podrá repetir la experiencia; es como seguir empeñándose en destruir la naturaleza, sin pensar en los que vendrán a ocupar su lugar en el mundo que les estamos dejando. De quien es la culpa de tanta maldad, quienes son los principales responsables, creen que con más engaño lograrán cambiar la realidad y saldrán librados de sus responsabilidades. Todavía no ha llegado la hora de decir la verdad no sea mentira. Ni para el más ignorante de la tierra pueden confundirse verdad y mentira, en su contexto las cosas sí son como son y al pan, pan, y al vino, vino; o es chicha o es limonada, eso es así aquí y en Pekín. Estas son dimensiones que solo en la cabeza de los políticos pueden tener el sentido de sus propias aspiraciones y tergiversar lo que sea, con tal de alcanzar sus objetivos.

Decían Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente. Juan 8:31-38 RVR,1960. Pero tal realidad es la que se muestra entre creyentes, y tiene que ver con el espíritu, y no la carne. Porque la experiencia indica que sin libertad, es imposible que se alcance la verdad, y es como actualmente piensa la humanidad, y cuando hablamos aquí de humanidad, nos estamos refiriendo a los que verdaderamente y a los ojos de la ciencia y la tecnología tienen la contundencia de los hechos a los que se refieren. Hoy hemos llegado a penetrar en los intersticios de la materia, hemos develado los más recónditos secretos que se esconden en la energía, y vivimos esa paradoja de la matrix, en la que todo está soportado por lo que no siendo real, sino una ficción, una mentira, un engaño de los sentidos, una ilusión; es capaz de ocultarnos lo que en verdad es en esencia, y nos remite a la nada, y a partir de ahí el todo, no porque no haya existencia, sino porque estamos, siendo la condición necesaria para que a partir de la conciencia exista la realidad, y sea verdad.

La verdad es que somos sentimientos y pasiones, en lo sociocultural surgimos de cosmogonías y formamos parte de este pequeño globo de ensayo en el que hacemos de todo, creando e inventando todo lo que el conocimiento es capaz de realizar, siguiendo los pasos de los que antes dejaron sus huellas, permitiéndole a la especie humana ir escalando las cimas y recorriendo los senderos llenos de posibilidades individuales y en colectividades, que fueron grupos, sociedades, culturas, civilizaciones, y que todavía hoy, incapaces de lograr acuerdos para que la existencia de lo que se supuso como descendencia común, tenga hoy que vérselas con los prejuicios, las aberraciones, las diferencias y el desconocimiento para la subsistencia del homo sapiens. Cuando hay más y mejor comunicación, y fluye la información pertinente en todo el globo terráqueo, interconectado, menos parecieran las posibilidades de masificar los esfuerzos para que las posibilidades de vida de los miles de millones de habitantes del planeta, puedan alcanzar a realizarse y tener una vida digna, que es lo mínimo a lo que se podría esperar por parte de quienes se dicen líderes, conductores de pueblos, de países, de naciones, de civilizaciones. Acaso es mentira, nos engañan, es una manipulación, solo lo hacen para obtener lo que quieren y por tanto nos utilizan. No todos caben en el mismo saco, pero hay ciertamente profundas diferencias que nos separan cada vez más. A qué lo atribuimos, después de que han transcurrido más de dos mil quinientos años de cuanto sabemos hasta ahora.

Aquí me referiré a dos connotados judíos, entre muchos que debe haber en el mundo, como el que más, uno es Karl Marx, quien nos habló sobre El Capital, el otro es nada menos que Sigmund Freud, al que acudo en particular para darle relevancia a este artículo, porque fue alguien que contribuyó en teóricas como el psicoanálisis, y además describió dos principios fundamentales de las funciones mentales, los principios de placer y de la realidad, más allá del principio de placer. Dio un impulso de primer orden a la neurosis de Occidente, cargada por estigmas culturales, surgidos de las ideologías, que enfrentaron a los mundos y civilizaciones, por una existencia que se debiera a Dios o a la mente, llenando de culpas y de conflictos a las personas y su manera de ser en el mundo. Si lo relacionamos con el mundo del poder y del hacer desde él, por el control ejercido, por quienes según lo que se desprende de las tópicas, hacen que los individuos sean y actúen como lo hacen, con un comportamiento y las circunstancias, para que entonces las cosas sean así y nos tengamos que adaptar a ellas. Un ejemplo actual, la cuarentena a las que nos tienen sometidos con argumentos falaces, que se contradicen y crean un mar de confusiones, donde no privan los controles internos, sino más bien los intereses externos, para obtener la mayor ganancia; sin que prive ni la ética, ni la contención moral. Es evidente que los tiempos que corren son de extrema gravedad, ya que llevan un curso de colisión, que no podrán frenar con las prácticas como las que vemos a diario, donde vuelven a brotar de lo más profundo del comportamiento tribal del homo sapiens, que no pronostican nada bueno sobre el mapamundi.

El egoísmo vuelve a asomarse, y con él, el racismo, la xenofobia, los elementos que surgieron en los siglos oscuros de la Europa Medieval, y le dieron a la Historia Universal el camino recorrido hasta hoy, donde los que se vienen imponiendo desde entonces, son los mismos que siguen empeñados en que el mundo les pertenece, que hay que hacer lo que dicen porque las cosas son así y así deben continuar siendo. Cuántos de estos políticos de marras entienden el verdadero significado del desarrollo de la fe básica, practican lo predican, hacen a los demás lo que quisieran que le hicieran a ellos. Cuán notorio es cómo se empeñan en repetir en sus discursos frente a las mayorías, con expresiones como esta: "el poder, es el poder", qué otro significado puede dársele a tal pensamiento. Podemos darle crédito a una persona que adopta tal postura, es verdaderamente una actitud mediocre, y sin rodeo busca repetir en sus aspiraciones de una reelección dolosa. Estos son los casos en que cabría poner de evidencia el segundo principio de Freud, para quienes viven compitiendo con sus pares por obtener más poder, más placer, en vez de cumplir con el máximo del deber. Es lo grave que se deduce de todo el hecho demostrado en los gobiernos de la última década, son especies que deberían haberse extinguido hace rato, en ellos pareciera que lo ético los lóbulos prefrontales, solo se supeditaran a mensajes del sistema límbico. En teoría como en la práctica sería banal esperar a que los seres humanos se dispusieran a sacrificar el placer inmediato, que es lo que debería ocurrir, si el sacrificio se revestiría de razones de orden ético supremo, ámbito en que se podría constar sus motivaciones. Lo que explicaría el hecho aparente en la que cada sociedad, cada grupo humano tendría inserto a nivel del inconsciente colectivo; principios sagrados, leyes tácitas o explícitas en su naturaleza y su realidad social.

Todos en algún momento han mentido de una forma u otra, con una pequeña o grande mentira, admitiendo que no siempre mentir es malo, pero tampoco siempre es bueno mentir. Los psicólogos y psiquiatras, expertos en cuanto a emociones y sentimientos, profesionales que ejercen un oficio y oficialmente deben tener una ética y actuar con la verdad, siendo siempre agentes de la realidad. Ellos han reconocido que la gente miente a menudo para un provecho personal, incluso si implica infringir una ley; porque decir la verdad o una mentira, dependerá de muchos factores, de un contexto social, cultural religioso. Hay casos en los que peso de conciencia por decir una u otra, libera o condena a quien la emite, siempre que exista una alta dependencia moral o se carezca de ella, como en los casos de los psicópatas, llegando al punto en que puede haber distorsiones neuróticas. Los padres, como los políticos, cada uno en su rol, tienen la obligación de inculcar principios y valores sobre la base de la verdad a los hijos e hijas, y a los gobernados, a través del ejemplo; a todos todas nos corresponde al respecto enseñar el significado que tiene la verdad sobre la mentira. A propósito de esto habría que delinearse los derechos y deberes en las comunidades, porque es entre seres humanos, a diferencia de otros animales sociales, cuyos actos son instintivos, donde tenemos instituciones en las que creemos entender, sirven para de manera paulatina ir sublimando los instintos, teniendo que obedecer al deseo de preservar en primer orden el deseo innato a ser libres, y si se aplican los principios en el área que atañe al comportamiento humano, a la familia, al gobierno, adecuando el sentido moral, y ético en lo individual, para ser mejores padres y responsables políticos, anteponiendo al principio de placer, el interés colectivo que aportarán dividendo para las directrices del principio de realidad, de manera que todos y todas podamos tener y disfrutar en sociedad de un mundo mejor.

"Quien nunca ha sido engañado por medio de una mentira, no sabe el significado de la palabra dicha". Einstein

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