En las redes hubo un revuelo porque Carola Chávez, preocupada siempre por defender al gobierno de los ataques que éste recibe de diferentes ángulos, sin importar cuánto de verdad o mentira haya, pues sus ocupaciones y tiempo disponible para esos menesteres no les permiten hacer clasificaciones y apartados, se desahogó por la queja de uno de los partidarios del mismo ante un asunto que le afecta, diciéndole con resignación "¡Si ustedes estuvieran en los zapatos de Maduro!".
En materia de calzado, Maduro, supone uno y hasta casi seguro está, porque descarta que sea "zapato prestao", debe tener una talla superior a la 46; por su estatura uno imagina eso. Entonces sus zapatos deben ser grandes. Es lo que debería usar. Si los escoge chiquitos o más grandes, es una vaina suya y ni al cielo pudiera ir a quejarse
Bolívar y Sucre, por sólo nombrar dos muy grandes hombres, tuvieron pie pequeño y en consecuencia usaban zapatos chiquiticos. Los dos pasaron a la historia y de ellos, nadie anda en ninguna parte tumbando estatuas ni diciendo que los zapatos que usaron no eran los apropiados. Lograron salir aprobados en la evaluación de la historia, salvo haya algún cascarrabias o deseoso de llamar la atención, como quien se sale del rebaño, que aquella calificación ponga en entredicho y hasta le diga que se metieron en zapatos que no eran suyos.
Hubo héroes de zapatos grandes. Como por ejemplo se me ocurre pensar, por no salir de nuestro espacio, en aquel oriental llamado José Francisco Bermúdez, de quien se dice era un hombre gigantesco en medio de aquellos soldados de nuestro ejército. Y Aquiles, el de los "pies alados", el hijo de Tetis, debió usar unos zapatos muy grandes para darle reposo a sus alas.
Es decir, los zapatos serán grandes para los pies grandes y pequeños para los pequeños, pero lo importante es que cada quien sin importar los zapatos que lleve, vainas de la naturaleza, herencia y las disponibilidades de cada quien, sepa afincarse en la tierra y más que caminar sobre ella, captar las hondas que vienen desde su centro mismo. Pues poner los pies sobre la tierra, es comunicarse con la realidad. Y en este entendimiento y comunicación que pese pudiera ser por los pies, nada tiene de pedestre, sino es lo mejor que el hombre puede hacer para que las cosas le salgan como le es demandado por los dioses, las divinidades que son la vida y los pueblos.
Entonces, cada quien tiene que estar en sus zapatos. Uno no puede estar en los de otros y menos esperar que vengan otros a posesionarse de los nuestros. Si estos zapatos son muy grandes o al contrario son pequeños, no te los pongas; déjalos allí que a otro le servirán. Ni puedo yo ponerme los zapatos que parecieran quedarme bien, aunque me puyen y hasta aprieten y andar por allí luciéndome y en el momento de las chiquiticas querer que otro se ponga en los míos y yo en los de ellos. Lo que sería no un quitarme los zapatos sino un sacar el fundillo en el momento de las chiquiticas.
Carola no tiene razón. Maduro se puso los zapatos que le gustaron y sarna con gusto no pica. Es más, en el tiempo que lleva en Miraflores, hasta ha tenido oportunidad, habiendo gastado bastante, de ponerse unos buenos, cómodos, de esos que bien le calzan y si no los pudo conseguir allí, debió salir a buscar en las calles el zapato que mejor le cuadra. Pues no en vano se dice que pateando las calles es como uno consigue lo que busca y eso incluye los zapatos.
Pero ahora, Carola, quizás viéndole caminar con los dedos "amuñuñados" y dando salticos, porque esos no son sus zapatos, sale a defenderlo de los ataques de alguien diciéndole, ¡quién te viera a ti dentro de esos zapatos que no son los tuyos! Si nada ha dicho, si sigue en palacio dentro del mismo tipo y talla de zapato, por lo menos es porque cree que esos le calzan y puede caminar como si pisara el aire. Pues eso le gusta y la vida muelle no es sólo usar zapatos a la medida. Al contrario, ella puede premiarle a uno por meterse en zapatos ajenos.
Pero Carola está en lo suyo y para lo que dispone tiempo; y es convencer, eso convencer, que el presidente todo lo hace bien, nada hay que recriminarle; por lo menos ella no ha tenido tiempo de encontrar motivos para pensar y menos decir lo contrario. Y si alguna falla pudiera haber, eso todo el mundo lo sabe, y Carola lo sabe, más no teniendo tiempo para otra cosa, es por culpa de Trump y los zapatos, de los cuales ni el mismo presidente se queja, porque le gustan, aunque sean incómodos y pesados, no de su talla.
Por saber eso, que el presidente a nadie dice, ni siquiera a Carola, esta le dice a la gente que se queja ¡si ustedes estuvieran en los zapatos de Maduro!
Para el común de la gente, incluyendo a quien esto escribe, Maduro debe tener puesto los zapatos que escogió. Si le aprietan o se le salen, eso es asunto estrictamente de su incumbencia, nadie le mandó a meterse en zapato de esos números que no son los suyos. Pues uno, quizás por eso poco es objeto de reclamo e inconformidad y menos anda cayéndose aunque el piso esté planito, siempre intenta ponerse sólo los zapatos que le sirven, calzan y son de uno.
Por ejemplo, los trabajadores, estamos ahorita metidos en unos zapatos que parecen chiquitos y hasta de esos que escogen cuando llueve. Maduro nos puso unos salarios estrujaos que nos obligan a "amuñuñar los deos", y por eso nos caemos a cada momento; nos sentamos cada cierto tiempo de caminata para quitárnoslos y estirar los pies para el descanso y no obstante nos pide que sigamos caminando hasta triunfar. Lo que en este caso es a uno quien le provoca y debe decirle, lo que Carola, por ese deseo suyo de servirle a él y a la revolución socialista, nos dice a nosotros, "usted presidente no sabe lo que es estar metido en estos zapatos que no son nuestros y nos obligan a ponérnoslos".
Por esos dolores que provocan los zapatos que nos ponen obligados, esos para no estirar los dedos, que es no estirar las ideas, ni dejar que crezca la inconformidad ante el tratamiento injusto del gobernante que se mete en zapatos muy grande, uno inventa y como Manacho, se los pone de cartón para que estiren cuando se estiren los dedos, pero cuando llega la llovizna y ahora es tiempo de llovizna, hasta sin zapato uno se queda.
Los zapatos de Maduro, pudieran ser muy grandes o muy chiquitos, pero esos los escogió él a su gusto, nadie ha dispuesto que eso haga y "sarna con gusto no pica", como a Carola Chávez, que no tiene tiempo suficiente para mirar el todo, sino una parte, esa que le llena de satisfacción y alegría, los zapatos no deben quedarle grande y si "los zapaticos le aprietan y las medias me dan calor", le conforma y alegra porque el "beso de Maduro lo lleva en el corazón".