"El fin justifica los medios", es una frase la cual proclama que los medios y el fin son lo mismo. Pero en una sociedad acostumbrada a la superficialidad del discurso se entiende como que los medios pueden divorciarse de los fines sin que esto modifique al tiempo el sentido de los fines. Pero Maquiavelo fue un hombre del renacimiento, de pensamientos profundos, no un "moderno", no un decadente. Maquiavelo nos previno de disociar los medios de los fines, del sinsentido de fundar una sociedad republicana por medios tiránicos y lo contrario, a cada sistema, a cada Estado le corresponde un sistema distinto, una constitución, "un medio" distinto.
El Che decía que "no se puede construir el socialismo con las armas melladas del capitalismo", ¡es lo mismo! El socialismo se construye ejerciéndolo, con socialismo y más socialismo. Si eres socialista y en lo que haces no hay nada que lo proclame, no construyes socialismo. Por eso Chávez les preguntaba a sus ministros "¿y dónde está el socialismo fulano (para no insistir con Jaua)?" (Creo que Chávez fue demasiado condescendiente con sus ministros, al no dejar que justificaran en público sus acciones y decisiones).
En una revolución los ministerios más complejos, desde el punto de vista ideológico, son siempre los de economía, en razón de la naturaleza interdependiente del capitalismo globalizado, de la lógica del capital en el comercio mundial. Sin embargo, era obligatorio que a lo interno del país se actuara bajo el rigor de la revolución socialista. No se podía dejar el control de la economía a los privados; su pervivencia ha debido sujetarse a las decisiones del Estado, de la planificación de la sociedad, en razón al interés de todos, no de los más vivos o más poderosos –en última instancia no ha debido permanecer la propiedad privada sobre los grandes y más importantes medios de producción y demás procesos económicos –. No obstante se debían seguir algunas reglar fundamentales del capitalismo en el comercio exterior.
Inclusive, el comercio exterior no le impidió a Chávez intentar cambiar los fundamentos de acuerdos comerciales tan importantes como el Mercosur, apostando por el intercambio y la complementariedad, según las ventajas comerciales y económicas de cada país. Ir en contra de la lógica del capital, esa fue su consigna. Y esa ha debido ser la norma política (así lo dejo escrito), en el discurso y en la acción política, después de su muerte. Pero llegaron los flojos, los brutos y los pícaros, e hicieron lo contrario, se dejaron llevar por la corriente del capitalismo; por el "frío cálculo", olvidaron los pueblos y priorizaron los negocios, la renta y se olvidaron de la sociedad.
…Y dijeron "El fin justifica los medios". Y entendiendo todo al revés, como verdaderos espíritus blandos, comenzaron a tomar el atajo capitalista hacia el socialismo que los devolvió como un búmeran al capitalismo, haciendo alianzas con capitalistas, hasta que éstos tomaron el control total de nuestra economía.
Primero fueron ministros capitalistas, luego diputados capitalistas, más tarde ministros y diputados de la revolución capitalistas, luego el discurso completo comenzó a ser capitalista, hasta que la palabra socialista sólo se reservó para las elecciones, para convocar al pueblo chavista (engañado) a votar por esos ministros, esos diputados, esos que muchos llaman "infiltrados" pero que nadie los nombra, que parece que no tienen rostros… ¡Qué vergüenza!
Nadie sabe quiénes son los infiltrados pero todos hablan de infiltrados, una distracción de magos. Resulta que los tienes frente a tus ojos y no lo ves, los buscas en una multitud de diputados, y sin rostros, todos parecen iguales… Como en una película de terror.
Hay que buscar el socialismo en los actos, en los métodos, en las prácticas políticas. Pero como ahora creen, sobre todo los más cultos, que "El fin justifica los medios", vemos a Castro Soteldo restituyendo las tierras de los "fundos zamoranos", confiscadas a los privados; lo escuchamos abominando de las empresas socialistas y de la propiedad social, y nadie dice nada y no decimos nada, solo buscamos la forma de justificarlo a él y al gobierno.
A nadie se les ocurre pensar que el fracaso y la burocratización de las propiedades del Estado y de las empresas socialistas es el fracaso de la dirigencia, de los Maduros, de los Castro Soteldo, de los Jaua, y los hermanitos Rodríguez, de los Diosdado… que optaron – por incapaces, por flojos, por faltos de convicciones socialistas – por el "pragmatismo" de conservarse en el poder, entregando los avances socialistas… ¡Conservarse en el poder ¿Para qué?! Preferimos pensar que los seres humanos somos incapaces de cambiar nuestro destino como sociedad, que reconocer el fracaso es de nuestros líderes como personas, como dirigentes… que el capitalismo es una fatalidad que hay aceptar sin remedio.
Este ha sido el resultado de una carencia de claridad en las ideas, de consciencia política; de la falta de estudio, y del desgano por cambiar la sociedad. Luego de que se ha alcanzado una posición de poder, con privilegios, con dólares en los bolsillos, hay que sostenerse en el gobierno como sea.
Es obvio que no se puede hacer una revolución socialista financiando los privilegios, desorganizando la sociedad, mintiendo y engañando al público como magos de circo ¿Qué revolución es esa?, ¡ninguna!, a la larga todo deviene en tiranía. De eso nos advertía Maquiavelo cuando dijo que "el fin justifica los medios", que medios y fines son lo mismo.
No hay un solo dirigente socialista verdadero en el gobierno, uno solo. Todos participan del consenso reformista socialdemócrata capitalismo. No podemos esperar de tal consenso que nazca "por arte de magia" el socialismo. Eso lo debemos hacer los socialistas convencidos, con métodos y prácticas políticas y de vida socialistas. Necesitamos que emerjan nuevos líderes con el espíritu de Chávez, de Bolívar, del Che Guevara. Sin espíritu revolucionario y socialista sólo quedan los discursos y las arengas alteradas de los que ya sabemos.
¡Viva Chávez! ¡Viva la patria socialista!