"Cuando se nace pobre, estudiar es el mayor acto de rebeldía contra el sistema. El saber rompe las cadenas de la esclavitud”. Fin de la cita. Tomás Bulat.
De que le va a servir a Venezuela, tener una población en cuarentena y confinada bajo la represión más cruel, bajo la excusa del coronavirus, si después veremos un país en ruinas, por el desplome de su economía, que ha desatado el más feroz descontento de los venezolanos en contra del gobierno. Las clases sociales venezolanas han sido separadas por el Aquelarre del odio, el sectarismo, el estalinismo, y el militarismo totalitario, en un inmenso mar de locuras, desesperanzas, dolor, y salvajismo especulativo sin límites, por parte de los neo colonizadores árabes, rusos, chinos, y cubanos.
Nadie podrá negar el pretendido funeral burlón del Estado por las víctimas del coronavirus por su incoherencia: ha sido totalmente incoherente con la lamentable respuesta que buena parte de las instituciones, han dado a la pandemia, con aislamiento, represión, y libertad de circulación libre por el territorio nacional, y muy especialmente con la de un Gobierno cuya preocupación principal ha sido falsear las cifras de muertos por el coronavirus, y minusvalorar las terribles consecuencias que ha tenido, está teniendo, y va a tener esta catástrofe en todos los órdenes, muy dolorosamente en lo económico y social.
En un sectario compromiso con una ideología reflotada en Puebla que choca frontalmente con la constitucionalidad del Estado venezolano, este Gobierno comunista-estalinista-totalitario ha diseñado un modelo insulso, carente de referentes, con una solemnidad impostada, el discurso del ministro Padrino el 5 de julio. Un acto-discursivo en el que nadie se ha atrevido a comentar, sobre la verdad, de la auténtica dimensión de esta tragedia, que las cifras oficiales tratan de enterrar; y, por supuesto, sin el menor gesto de contrición por la pésima ‘gestión de una pandemia’ que ha afectado Venezuela muy poco, como a otro países del mundo entero.
El 1% de la clase económica de Venezuela enchufada no va a cambiar; tampoco su forma depredadora de hacer negocios con el gobierno, aprovechándose de esta crisis, son coparticipes en la quiebra de Pdvsa, de las empresas de Guayana, del sector productivo, y la industria de la construcción. Ya parece ser muy tarde para seguir lamentándonos de esta tragedia: el daño a la economía, y a la población, ya está hecho. Mientras este desastre continúe su marcha indetenible hacia el barranco, la clase media, y el pueblo más vulnerable socioeconómicamente hablando, pagará con creses esta durísima parálisis por la inmovilidad, y el estancamiento social. No hay síntomas de alivio de este coronavirus económico, ni compasión por el pueblo trabajador, y menos por la clase media que iba en ascenso. Aprietan las tuercas radicalizando la cuarentena, para ocultar, el desplome de la economía, y la falta de la gasolina dolarizada, el pueblo trabajador formal no existe para ningún programa de análisis, o consulta gubernamental. Son unas ánimas en este purgatorio estalinista, atrapados en un cruento caos económico sin poder subir, y sin ánimo de seguir bajando hacia la pobreza extrema.
El desastre está cantado ante la imposibilidad de sobrevivir, bajo el yugo de una esclerosada, y aberrante nueva clase económica especuladora enchufada, que ha descubierto en la política, una forma fácil de hacer dinero sin joderse, y reventando al pueblo trabajador. El reloj del progreso económico en Venezuela se detuvo; no hay nuevos emprendedores, inversionistas, creatividad, estadistas, ni empresarios progresistas como los Mendoza de la Polar. Al apagarse el fuego emprendedor de la antigua meritocracia laboral, y productiva debido a la corrupción, las dadivas, la clase media trabajadora es innecesaria, al adoptarse el parasitario modelo socioeconómico cubano.
La clase trabajadora ahora parasitaria, está subvencionada por un ‘neo socialismo’ de corrupción sin precedentes en la historia latinoamericana, donde los dineros públicos inorgánicos, son convertidos en divisas, para enriquecer a los enchufados de siempre, y crear más pueblo parasitario dependientes del Estado, a través del perverso control social: parece ser mejor, el ver niñas madres solteras con cuatro muchachos medio alimentados por el Estado a través del parto humanizado, que darles educación para que sean unas mujeres emprendedoras, y trabajadoras, y que tengan control de la natalidad, y no ser madres de jóvenes que mueren a corta edad por incursionar en el delito desde la niñez. Todo está bajo el control absoluto de las mismas garrapatas politiqueras de siempre. Y todo el dinero invertido en el control social está siendo saqueado por los especuladores en un país sin atardeceres, en un país que jamás producirá una sombra de esperanza cuando llegue la hambruna. El gobierno no produce nada, solo gastos burocráticos. Muchos gastos parasitarios, y “dolce vita de la nomenklatura”.
Venezuela necesita de un liderazgo o de un líder inteligente, que entienda que destruir la industria, la infraestructura pública, la salud, la educación, es destruir nuestra nación. Y están destruyéndola impunemente sin contrapesos algunos de los otros poderes del Estado venezolano. Se necesita de un nuevo liderazgo que enseñe a pescar, no a regalar los pescados. Este es el virus de la pandemia socioeconómica venezolana. Y no solo es el trabajador formal el paganini de este desastre; sino de todos los parásitos, y sinvergüenzas a quienes el Estado les regala dineros sin trabajar, ni partirse el rabo, con los impuestos que paga la clase media trabajadora, y productiva sobreviviente.
Ese líder de pacotilla que resultó ser Juan Guaidó, que la clase media trabajadora esperaba como salvador con el arpa, también falló, resultó ser pura agua colonia y peo; ese ‘presidente interino’ se quedó en el aparato de la corrupción atrapado sin salida. Esperaba la sociedad venezolana algo distinto, ahora lo que les da es vergüenza. Están ahora mas jodidos los venezolanos, y no saben a quién pedir ayuda. “Somos esclavos orgullosos, y conformistas me dijo un ciudadano, y trabajamos para pagar la escuela privada de nuestros hijos; nos quebramos el lomo por tener un seguro privado, ante cualquier eventualidad”. Lo que los venezolanos trabajadores habían conseguido como viviendas, y vehículos, no fueron por dádivas de los gobiernos de la IV, ni de la VR, ni por cargos para robar. Los venezolanos de la otrora clase media no nacieron en cunas de oro, ni con montones de dólares; lo lograron estudiando, y trabajando. Jamás pidieron misericordia al Estado a la hora de pagar sus impuestos, seguros, tarjetas de crédito, y créditos de todo tipo. Pero llegó el ‘socialismo falsario y prostibulario´ para hacerlos sufrir, y desaparecerlos.
Nuestro pueblo bajo un nuevo liderazgo emergente, debe levantar su voz, diciendo que no aceptará la corrupción impune que se moviliza en lujosas camionetas Toyota 2020. Como venezolano quiero manifestar, con todo respeto, que no sobreviviremos a esta crisis, si no abrimos los ojos de una vez por todas, y comprendamos, que hay hambre, desidia, y corrupción total en el entorno del gobierno de hecho, y en el interino. Este hedor es más nauseabundo que el terror económico previsible por venir. Esta corrupción enfurece, y provoca más calamidades que el Covid-19. El 6D en las parlamentarias si es que se realizan deberemos escoger entre el: ‘corona-corrupción’, el hambre, y el salir de esta pesadilla. Hay dos opciones o salidas. El quédate en casa con la nevera vacía, y el estomago pegado del espinazo, o salir a pelear organizadamente. El pueblo venezolano no solo quiere comer, quiere calidad de vida, y oportunidades. La clase media y trabajadora venezolana con esta tragedia aprendió a comer cable con margarina de la barata; son unos héroes.