Dilemas ideológicos en torno al ¿qué hacer? En la Venezuela del sgloXXI para no desaparecer como nación

Lunes, 27/07/2020 02:28 PM

Mucha agua ha corrido en el rio de la historia desde que Marx y Engels publicaran el MANIFIESTO COMUNISTA.

Pensar en la inmovilidad de las circunstancias ambientales, y específicamente laborales, de la época en que aparece dicha publicación, no deja de ser un exabrupto dogmático, similar a la creencia a pie juntillas en los dogmas de fe religiosos anclados a las enseñanzas bíblicas, coránicas, o de cualquier otro libro tradicional que constituyen el alfa y omega de la Genesis del inmutable pensamiento idealista filosófico-religioso.

Sin pretender abarcar de manera absoluta la narrativa del proceso histórico en las relaciones de producción, desde la época de Marx hasta nuestros días, hay hitos necesarios de destacar en los logros obtenidos por la humanidad y en particular por los trabajadores en estos 172 años transcurridos desde la publicación del Manifiesto. Logros que han implicado episodios sangrientos durante la lucha de clases; y en la cual han estado implicados, por una parte el Estado burgués, como representante directo de los dueños del capital, y por la otra los asalariados representados por una parte por la social democracia reformista cuya meta ha sido la de obtener mejoras para estos, y por la otra por el socialismo revolucionario, que aunque como meta se plantea, la toma del poder por el proletariado, nunca ha desdeñado en inmiscuirse en la lucha por las reivindicaciones laborales. Tangencialmente en este proceso, el Anarco Sindicalismo aunque lo niegue, ha tenido también su participación, por encima de su objetivo máximo: la supresión radical del Estado. La alianza, para el logro de objetivos comunes. entre las federaciones sindicales GPU y CNT, en momentos críticos de la república española, es uno de los ejemplos que lo confirma.

Es un exabrupto como expresé antes, tratar de homologar a la clase trabajadora en el mundo actual en general, con la misma a mediados del siglo XIX (estoy omitiendo a posta, la situación circunstancial actual de la clase trabajadora en la Venezuela, ya que es un hecho inusual, de una u otra manera, de corto a mediano plazo debiera ser resoluble).

Recordemos algunos logros reivindicativos laborales, obtenidos por la clase trabajadora, desde la época de Marx a nuestros días.

Derecho a la sindicalización.

Reducción del horario y días laborables de trabajo.

Remuneración durante vacaciones y asuetos por causas justificables.

Seguro médico.

Derecho a el reposo pre y post natal de las trabajadoras embarazadas.

Todos atribuibles a las luchas obreras liderados por los Socialistas revolucionarios y los Social demócratas coaligados.

Sin lugar a dudas que la toma del poder tanto económico como político del Neo liberalismo, en pro, por ejemplo, de la libre contratación, ha afectado notablemente al sindicalismo laboral. Así en el Reino Unido, posterior al gobierno de Margaret Thatcher, el trabajador queda en gran parte a merced del empleador, quien puede despedirlo cuando así le convenga y lo desee, sin ningún tipo de prestación durante los dos primeros años de trabajo, posterior a lo cual, si rige el pago de prestaciones, aunque amoldadas acorde a las conveniencias del patrón, pudiendo dirigirse el trabajador a los tribunales si no está conforme con dicho pago.

Otro retroceso que en ese mismo país observamos, es el cómo la otrora excelente prestación en salud, ha decaído notablemente debido a las reducciones presupuestarias. Solo quiero agregar el que, a pesar de sus triunfos electorales, la Social democracia (laboristas) británica, se ha plegado, a estas decisiones tomadas por el gran Capital.

Sin embargo, el panorama general para la gran mayoría de la población, en ese país del primer mundo, sigue enmarcado dentro del marco reivindicativo laboral, tal como el mantener sus muy altos índices en las oportunidades de trabajo, así como facilidad de acceso tanto a la educación primaria y secundaria, como a la salud, alimentación, vestido, productos de primera necesidad y vivienda. Todo esto acompañado de un bajo índice delincuencial y un bajo índice de indigencia. Hay que hacer notar que en ese país una vez superado los límites del sueldo mínimo, la población laboral comienza a pagar al Estado impuestos progresivos acordes a sus ingresos netos, no pasando así con las ganancias de producción corporativas, quienes luego de cierto límite impositivo a sus ganancias, los impuestos dejan de ser progresivos.

Con gran similitud lo mismo ocurre en China, con el libre mercado en el área económica, en combinación con el control estalinista de la población en el área política. Que sus niveles de bienestar, para la mayoría de su población (1.300.000 millones de habitantes), no es la misma que en los países occidentales, si lo es, en comparación de los muy altos niveles de pobreza, existentes en la era anterior a la apertura de su economía al libre mercado.

Pero para ser ecuánimes, debemos trasladarnos a los resultados obtenidos con la economía centralizada, durante la duración de la Unión Soviética, es decir el apogeo de la antítesis económica de los países antes nombrados. Pedestremente voy a citar un párrafo sacado del libro "De a Berlín a Stalingrado de Stalingrado a Berlín" del reportero ingles Alexander Wherth, llegado a Moscú a solo 12 días de la invasión alemana, durante la segunda guerra mundial: Aparentemente Moscú daba una completa sensación de normalidad. Las calles estaban llenas de gente y en las tiendas abundaban las mercancías más varias. No parecía existir carestía alimenticia de ningún género. En la calle Maroseika entré en el primer día de mi llegada en una gran tienda de comestibles y quedé sorprendido ante la abundante exhibición de dulces pastila y mermelad. Por otro lado, la gente seguía comprando libremente sin cupones ni cosas parecidas. En las calles de la capital la gente ofrecía un aspecto que distaba mucho de ser pobretón…………………………… Fin de la cita.

Quise traer a colación este ejemplo, de opiniones emitidas por alguien ideológicamente alejado del socialismo revolucionario, para hacer notar el cambio operado en una Rusia imperial atrasada industrialmente, con una limitada clase obrera, y con una masa campesina analfabeta sometida a los terratenientes, situación que da un cambio radical en apenas 12 años de iniciarse los planes quinquenales, dentro de una economía centralizada por un Estado Socialista revolucionario, que con todos sus errores y horrores, producto del monopolio político del partido bolchevique, en la toma de decisiones, y con su derivación consecuencial hacia la dictadura estalinista, supo administrar en forma efectiva el factor económico, hasta llegar en muy poco tiempo a una evolución socio-económica, de esa gran nación que ideológicamente pudiésemos nominar como Capitalismo de Estado, o Socialismo en una sola Nación, como el estalinismo denominó a este proceso de enorme crecimiento económico. Crecimiento este, que para nada era esperada en el mundo capitalista de ese entonces.

No viene al caso en este artículo, el entrar a exponer los elementos que influyeron en la caída de la Unión soviética a 60 años de la toma del poder por el partido comunista.

Común en todos los ejemplos anteriores, es que sus logros, sea cual haya sido la metodología para obtenerlos, independientemente al signo ideológico de sus gobernantes, y producto por supuesto de la lucha y el trabajo arduo de su población, el resultado ha sido: el fortalecer directa e indirectamente, tanto económica como culturalmente a dichas naciones.

Todo lo antes expuesto, no son más que ejemplos que nos llevan comparativamente a situarnos en la situación de la Venezuela de hoy. Situación altamente analizada por "tirios y troyanos", sin afrontar lo que, dada nuestra dramática situación actual, sería lo más importante en materia de discusión política, es decir: el ¿qué hacer para no desaparecer como nación?

Materia a discutir esta, que, a mi criterio, rebasa tanto la discusión sobre lo correcto desde el punto de vista revolucionario, así como lo correcto desde el punto de vista de la democracia liberal.

Para sobrevivir como entidad nacional, hay que hacer coincidir lo que nos acerca, y dejar para discutir en situaciones menos favorables lo que nos alejan.

Prioritariamente a cualquier discusión ideológica, es el hecho innegable de la mega crisis actual "estamos montados sobre el mismo barco, y este se está hundiendo".

La realidad básica venezolana desde nuestra independencia ha sido la de un país tercer mundista, dependiente de la renta obtenida por las riquezas del suelo, antes de la aparición del petróleo, y las riquezas obtenidas del subsuelo después de su aparición.

Si nos remontamos a nuestra independencia política, hay que decir con propiedad, que ninguno de nuestros gobiernos ha centrado sus esfuerzos hacia la meta prioritaria de hacernos salir del subdesarrollo. Quizás el que más se aproximó a convertirnos en un país económicamente independiente, fue el dictador Pérez Jiménez, el cual, debió su caída, a una coligación involuntaria, entre la perdida de plácet por parte del gobierno norteamericano "ese generalito no cabe en su bragueta" fue el comentario que expresó Eisenhower a su comitiva, después de condecorar a Pérez Jiménez; sumado esto involuntariamente como antes expresé, a los esfuerzos exitosos del PCV, para unificar a la oposición al dictador, en el interior de nuestro país.

No voy a centrarme en este artículo en las críticas a los gobiernos de la cuarta república, ni a los errores de trasfondo populista, y la desatada corrupción, que a partir del año 2002 fue llevando progresivamente a este país, al desastre, sin excluir como coadyuvante las consecuencias del bloqueo económico.

Ante las cada vez menores alternativas para salir de esta crítica situación nacional, es la necesidad de una concertación pragmática de voluntades, encausada hacia una solución político-económica, dentro de los límites ideológicos comunes básicos aceptables. Cuya única condición inalienable sería el amor a nuestro país.

Es prioritario sobre cualquier otra consideración, el enfocar las discusiones políticas hacia la resolución de la extrema pobreza, existente en la mayoría de nuestra población, así como el inminente peligro representado por las amenazas externas a nuestra soberanía, sin olvidar que dichas amenazas vienen siendo alentadas internamente por sectores políticos antipatrióticos.

Es necesario antes de seguir discutiendo (alegóricamente), acerca "del sexo de los ángeles", que nuestros políticos se den cuenta por encima de cualquier otra consideración, que nuestro país ha descendido, hasta niveles básicos, de supervivencia como nación, lo cual nos sitúa en etapas correspondiente a la pre ideología moderna. Es más, dadas las amenazas externas desde los cuatro puntos cardinales, necesitamos con urgencia, unificarnos en torno a un proyecto de integración nacional, como meta política fundamental, para así evitar con tiempo, que nuestro país se convierta en otra Palestina.

Lo que hasta ahora ha impedido nuestra caída. son los lazos de dependencia económica, que tenemos fundamentalmente, con Rusia, China, e Irán. Otro presidente al frente de los Estados Unidos (la Hilary Clinton, por ejemplo), no hubiese pensado dos veces para someternos con su poderío militar, ante lo cual Rusia y China, creo solo se hubiesen contentado con protestas diplomáticas, ya que tienen mucho que perder para involucrarse en una guerra mundial. El bocón de Trump como buen empresario ha optado por las medidas de presión económica.

Desde el punto de vista negativo el fascismo, y el nazismo, nacieron como alternativas nacionales, ante las presiones externas como lo fue el tratado de Versalles para Alemania, después de la primera guerra mundial; o en el caso de Italia el ninguneo por parte de sus aliados después de dicha contienda, así como necesidades de mercado reales o imaginarias, y con ello la expansión territorial a costa de países más débiles.

Tengo la convicción de que, en este momento histórico, y sin deseos expansionistas de ningún tipo, a Venezuela le conviene el logro de concertar voluntades políticas, en torno a un amplio movimiento que ponga la preservación de la nación como objetivo primordial, es decir cerrar filas en pro de un nacionalismo que al contrario del nazi-fascismo, tenga un alto contenido revolucionario, entendiendo como tal, el unificar esfuerzos en pro de la producción industrial y agropecuaria nacional, con el objetivo de independizarnos de la dependencia exterior.

Sin lugar a dudas que eso solo se puede lograr a punta de esfuerzos y sacrificios de nuestra población en general, o mejor dicho transformar el grado de carestía que sufre el grueso de nuestra población en la actualidad, hacia una finalidad productiva, con la compensación progresiva de sus esfuerzos, en la medida que se recupera y se multiplica la producción nacional.

Hay que estimular al capital comercial a fin se diversifique hacia la producción industrial, haciéndole comprender a su vez, que deben limitar sus ganancias hasta el límite de la posibilidad de quien adquiere sus productos, solo hay que aplicar la coacción cuando la situación de especulación no se detiene con el convencimiento.

A los capitalistas hay que explicarle que mucho tienen que ganar poniendo a trabajar su capital en el país, y que pueden perder todo, si tratan de sacar sus ganancias fuera del mismo.

No podemos frenar por razones ideológicas, el ingreso del capital extranjero productivo. Así lo hizo el Brasil a partir de la dictadura militar, a continuación de lo cual solo pagaban y pagan patentes a las casas matrices extranjeras para en forma autónoma elaborar sus productos en el país, y paralelamente han desarrollado su propia industrialización.

Toda programación en la recuperación y transformación del país debe tener metas reales a corto, mediano, y largo plazo en el logro de sus objetivos.

Para terminar, y ante los que se rasgan las vestiduras dado su "fervor revolucionario" la pregunta sería: ¿en que país del mundo ha sido fácil para la población, el lograr la estabilidad y el bienestar para las mayorías?

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