La venezolana, una “Revolución Socialista” importada, lista y puesta. De Intelectuales evasivos

Lunes, 17/08/2020 04:41 PM

Lo importado, como solemos decir entre gente balurda, es lo mismo que "listo y puesto". Nada hay que cambiarle porque quienes eso hicieron no se pelan y hay que seguirle como si fuesen los apóstoles. Quien aquéllo intente es revisionista, reformista y hay que darle con todo. Por eso hay tanto ilustre evasivo.

Esta que venía impecable, Revolución Socialista, antes que el Covid se le metiese en los corrales o como dicen los llaneros, "cogiese sus vegas pa´ potreros", parece como una obra de teatro ya antes montada y hasta escrita por otros, pues muchos de sus actos parecieran tomados de obras conocidas. Mucho de lo que acontece, particularmente lo que en ella se percibe, como cosas mal hechas, no por el creador de la obra, sino en la realidad, por la gente verdadera, la de la vida, antes estuvo presente en otras realidades y montajes teatrales.

En "Fuente Ovejuna", la excepcional obra teatral de Lope de Vega, hay solo dos personajes, pese por el escenario y la imaginación del público transcurran centenares, como el pueblo todo de "Fuenteovejuna" y El Comendador. Pues todos los demás aparentes personajes que en la obra "aparecen", lo hacen como representación de un Estado que, como el Comendador mismo, fue ajusticiado, son también cadáveres que hablan y gesticulan. Porque si a ver vamos y hablamos como se habla ahora, Fuente ovejuna fue el Poder Popular en ejercicio contra el Estado.

¿Quién mató al Comendador? ¡Fuente Ovejuna señor! y todos asumieron la responsabilidad y allí no hubo quien escurriese el bulto ni se hiciese el pendejo para cuidar el pellejo y las ventajas. Hubo entonces personajes como el Estado que procesa un delito o un acto de justicia divina según el espíritu de Lope, lo que de por sí ya lo denuncia también cadavérico como el Comendador y el pueblo todo, de verdad en ejercicio de su poder y derecho a impartir justicia.

En esta obra nuestra que llaman "Revolución socialista", que uno no sabe si es un sainete por lo de jocoso y hasta cómico que tiene; obra dramática por todas las tragedias que arrastra y hasta epopeya histórica por la capacidad de aguante del pueblo todo para calarse todo esto sin perder "calma y cordura", como reclamaba López Contreras, pueblo que venía cansado de los abusos y atropellos del gomecismo, hay por el contrario, de lo que ya dijimos de la obra de Lope de Vega, varios y hasta numerosos personajes. Pero como es fácil entender, sólo destacaremos unos pocos.

El patria o muerte: Este personaje tiene un duplicado en el bando opositor, en el parecer de muchos pudiera ser uno distinto, pero es uno sólo. Apenas se diferencian porque uno no tiene patria o por lo menos a eso poco valor le asigna. El otro, según sus emociones, tiene por demás. Tanto que el concepto de patria lo envuelve en una supuesta gesta libertaria que libra con su dirigencia a la que ve al frente. La patria entonces es Venezuela, la meta que ahora tiene según los planes de quienes manejan el Estado y estos. Por ellos es capaz de dejarse matar; está seguro de sus creencias y más sus sentimientos. No tiene dudas los gobernantes eso encarnan. Además eso lo asume y hasta a cambio de nada, de gasolina pa´ abajo, hasta llegar a los bonos y el Clap. Pero como los bagres se mezclan entre las guabinas, también hay de los otros.

Es, como sabemos, de quienes suele hundir los pies en la tierra; es decir, no piensa tenga necesidad de desplazarse y jura lealtad eterna a quien sigue. Cuando debe caminar y libera sus pies, aunque en el camino la realidad contundentemente exija cambiar de rumbo, como que la brújula lo grita, lo que su líder no percibe porque perdió hasta el olfato o al contrario, éste muy agudo le aconseja tomar hacia donde le atraen con un manjar a cambio del sacrificio de sus "leales", le sigue ahora con los "ojos cerrados" y las rodillas sueltas.

Hay el patria o muerte como a destajo. Esta especie por cada muestra de lealtad, debe recibir algo, aunque sea un ascenso en la cadena de mando, un "no me den nada, sólo pónganme dónde haiga".

Su contrapartida en la obra es "el hasta la pared enfrente contra Maduro y los comunistas". Porque jura y perjura, que quienes gobiernan no sólo son de izquierda, sino pa´ completá la vaina, comunistas". Su escaso nivel crítico, de observación, le hace creer que la solución a nuestros problemas viene por Guaidó y los gringos, lo mismo de hace cien años. Para él, cómo hay cielo, hay infierno y aspira el cielo y jura y perjura que hace mucho para ganárselo. Es tan idiota que cree a Guaidó un sabio y a sus mentores, como aquellos Mecenas del Renacimiento, no simples mercaderes y a Dios un pendejo a quien puede engañar. También hay de las dos especies como entre los "Patria o muerte".

Uno y otro odian a todo aquel que esté en el bando opuesto y simplemente no crea en lo suyo. Y lo que es peor, se odian mutuamente, sin percatarse que son las dos caras de la misma moneda y hasta bailan "pegao".

El hecho el pendejo: Este personaje es una fija que si no está metido en el gobierno tiene negocios con alguno que sí. También quien de alguna manera recibe directa e indirectamente beneficios, como vendedor, contratista o intermediario de algún alto funcionario. Su lenguaje y discurso es diverso. Depende donde esté. De hecho es de derecha y, como mucha gente, cree que el gobierno es de izquierda y siéndolo, es motivo para que no sea de su gusto, pero no puede exponerse al público por razones obvias; entonces opta por dárselas de discreto y equilibrado en ciertos sitios, madurista hasta la cacha en otros y en su intimidad desahoga su verdadero sentimiento. Y bajo estricto secreto aporta de sus finanzas con fuerza a la oposición, hasta la más extrema, y lo hace con el conocimiento de la cúpula, para que llegado el momento hasta él llegue el manto de clemencia.

Este tiene la "suerte" que los del gobierno lo tienen en buena estima, porque sus socios cuidan tenga esa caracterización y se le ve como eso, un equilibrado hombre y por demás inteligente, cuya "opinión" tiene un gran valor, aunque no la exponga. Basta que calle en determinadas circunstancias y espacios. Es decir, se haga el pendejo con sabiduría y tacto y cuide que los negocios rindan buena renta y a cada quien lo suyo le toque. En definitiva no tiene nada de pendejo sino es un "rolo e´ vivo".

El evasivo: esta palabra es como muy discreta y hasta sensual. No se puede aplicar a todo el mundo, como si fuese un "hecho el pendejo" y menos a lo pedestre del "patria o muerte" y su contraparte. El evasivo se parece al "hecho el pendejo" porque también pudiera jugar a las dos cartas. Pero como es más delicado y fino en sus procederes y objetivos, el universo distinto al gobierno hacia donde apunta, con excesiva discreción, no suele ser el mismo del "hecho el pendejo". Pues no es estrictamente dinero lo que busca, de lo que hay poco y hasta bastante poco en este otro objetivo o universo.

Este grupo por lo general está compuesto de intelectuales. Estos escriben, tienen necesidad vital se les publique y hasta se les tome en cuenta, rindan honores y pleitesía; con eso se embriagan como si fuese alcohol o dinero. Necesitan publicidad, que su nombre suenen.

En este grupo no hay quien en Venezuela, como Manuel Cabieses Donoso, el intelectual y periodista chileno, se atreva a decir, "Un traspiés mayúsculo fue asimilar conceptos antagónicos: socialismo con estatismo. Socialismo es sinónimo de poder popular, de libertad y democracia; estatismo, en cambio, es la concentración del poder y la dictadura de una oligarquía burocrática".

Y agregar además, el proyecto socialista "de hoy debe ser un proyecto de amplia mayoría y no solo de vanguardias". A lo que me atrevería agregarle y menos debe serlo de pequeñas vanguardias que creen tener comunicación abierta con el cielo.

Cabieses Donoso no es de los evasivos.

En este país escribir, como negocio, es muy malo. Tan malo que Don Pedro Barroeta solía decir, "cuando publiques algo en la prensa (no había internet, se refería a la escrita), cobra algo, aunque sea un bolívar". Con esa prédica reclamaba se le diese valor al trabajo de escribir y empezaba con los escritores mismos que se acostumbraron siempre a hacerlo de gratis, bastaba que sus trabajos saliesen al público. Hay en ello, aparte del deseo de enseñar, combatir, hasta algo cómo de exhibicionismo.

Y en este país, desde siempre, quien publica libros, sin pensar si eso es un negocio dinerario, es el Estado. Y es éste, a través de distintas fundaciones u organismos, el dedicado a organizar eventos para promover la lectura, los libros y sus autores. Y es quien patrocina concursos desde los más simples y humildes hasta el Rómulo Gallegos. Y otorga reconocimientos, honores y hasta entre los intelectuales a muchos premia con cargos en el servicio exterior. Una vaina que siempre ha sido apetecible.

Por esto, mucho intelectual, pese se comporta de manera evasiva, como escribir hoy sobre la guerra de las galaxias, del Peloponeso, tirios y troyanos y hasta las luchas comunitarias de los pueblos suramericanos en los tiempos de la colonia, sobre lo que ya escribió Germán Arciniegas, termina siendo un hecho el pendejo al ignorar el momento, pasarle por encima a la cotidianidad, hasta esa cruel del hambre, sabiendo que mucha gente está pendiente de su palabra y compromiso.

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