Pascualina Curcio cogió piedra. Chivo que se devuelve se desnuca

Martes, 18/08/2020 02:06 PM

Esa cosa que llaman la fuerza de gravedad y que los físicos definen como aquella que ejerce la tierra sobre los cuerpos a su alrededor y mediante la cual los atrae hacia su centro, el gran Jorge Manrique, la tradujo, con motivo de la muerte de su padre, tránsito de la vida a la muerte, con sentido poético en aquello de:

"Nuestras vidas son los ríos

que van a dar al mar

que es el morir".

El río, cuando baja de la montaña, movido por esa fuerza de gravedad, se ve sometido a las imposiciones del terreno. Aquí toma hacia la derecha, determinado por los caprichos del cauce, allá a la izquierda, en veces hasta sube, para al final, inexorablemente caer, pausada, calmadamente o de manera brusca según las imposiciones del relieve y la fuerza que atrae. Siempre, el río, desde que arrancó de arriba, llevaba consigo la idea que todo obedecía a su mandar. Pues, quizás, en el curso de su movimiento o caída, la inconsciencia del río sueña que es libre y que aquellas curvas, subidas y bajadas las decide él, por su propia voluntad. Cuando se entrega al mar y este se abre para darle entrada, quizás en su intimidad cristalina, piense que todo aquello sucedió por su expresa voluntad. Soñaba en su caída que el relieve se iba acoplando a su camino y decisión.

Juan José Arévalo, aquel insigne maestro guatemalteco, ex presidente de su país, escribió la fábula de "El tiburón y la sardina", como forma de concebir y plasmar las relaciones político-económicas de América Latina y Estados Unidos. Unas de subordinación y sometimiento del débil ante el fuerte. Fue una obra resultado de su propia experiencia de gobernante, el primero electo presidente de su país. Fue sometido, por sus sueños de libertad e independencia para Guatemala y justicia para su pueblo, a una serie de atentados militares apoyados por el país del norte. Después, el gobierno de su compatriota Jacobo Arbenz, siendo el ex presidente su embajador itinerante, fue derrocado por un alzamiento militar de la misma inspiración de los tantos intentos contra él.

La fuerza de gravedad que es inexorable o para mejor decirlo para nuestro caso, siempre intenta imponer su voluntad con muchas posibilidades de éxito, acostumbra poner las cosas en su orden. Los ríos generalmente caen a la mar, los cuerpos grandes atraen a los más pequeños y estos, como los peces, que por mucho que "guaraleen", perdidas sus fuerzas para oponerse a la fuerza que desde arriba los contiene y tira, terminan en el fondo del bote.

La gravedad por el río que se cree libre en su caída y el tiburón ante sardina que, por ligera cabriola con facilidad en ciertos momentos ante el aquél y termina engullida cuando este decide poner "orden", en definitiva terminan imponiendo su ley que es la fuerza.

"Ese carajito, estuvo allí un largo rato, desafiante. A todo aquel que veía de su tamaño y más pequeño que él, burlaba, ponía zancadillas y hasta desafiaba verbalmente. En la medida que aquello hacía más se envalentonaba, hasta que pasó aquel catire, hasta más chiquito quien le enfrentó y le dio con todo. Al final, el carajito corrió al medio de la calle todo temeroso, llorón y cogió piedra para defenderse del catire".

Coger piedra es un rehuir el combate cuerpo a cuerpo. Un acto de entrega o reconocimiento a una fuerza superior; como los cuerpos celestes pequeños se sienten atraídos y sometidos por la fuerza de gravedad que emana del más fuerte, más grande o el río que, una vez mansamente y otra furioso, corre para terminar sumergido en la mar sin que pueda evitarlo.

Pascualina se había abierto hasta el medio de la calle y desde allí, ya cansada de decir lo mismo en los círculos íntimos, desafió a unos tipos extraños que como fantasmas transcurren insípidos y gaseosos dentro de Miraflores o mejor como ella, evasiva prefiere decirlo, por la esquina de Carmelitas. Esquina esta donde quedan las edificaciones del Banco Central de Venezuela y la vicepresidencia de la República, donde ha estado instalado el vicepresidente del área económica Tareck El Aissami.

Pascualina empezó su prédica contra los monetaristas que prefieren atacar la inflación por el flanco más débil, denunciando la crueldad e injusticia de contener los salarios y el culpar a estos de inducir el fenómeno donde los precios suben con la misma velocidad que los ríos bajan cuando la pendiente es fuerte.

Eso sí, Pascualina no se cerró todos los espacios, eso vimos y antes dijimos. Para ella el presidente era una víctima, un secuestrado en Miraflores por los monetaristas que hacían lo que les venía en gana sin la anuencia de aquél. A ella, por decisión del presidente, sin duda alguna, dado su gentil gesto de mantenerlo limpio de aquella culpa, le dieron el premio como el mejor articulista de opinión del año, lo que en verdad fue justo y esa noche, cuando entregaba los galardones y al momento de nombrarla, el primer mandatario le dijo un poco desde lejos, por los rigores de la pandemia, "chao bambina". Fue un premio y una comunicación afectuosa y como secretamente agradecida.

Anoche apareció inserto en Aporrea el artículo titulado "El verdadero enemigo", con la firma de Pascualina Curcio, y en él dice "Reconocer al verdadero enemigo en esta guerra no convencional y particularmente en vísperas de elecciones parlamentarias es estratégicamente necesario para garantizar la victoria y sobre todo la continuidad del proceso revolucionario en democracia y en paz."

https://www.aporrea.org/tiburon/a294100.html

Pascualina desempolvó el secreto de la pólvora, una como vaina que uno no conoce, pese a que ya hemos dicho que "el tiburón se come a la sardina". Y lo que más, le preocupa y quiere que a nosotros no nos preocupe, que estando "en vísperas de elecciones parlamentarias", debamos archivar los reclamos del salario, para lo que antes ella nos estimuló y hasta dio razones estadísticas que culpan al gobierno, aunque ella diga que solo son los monetaristas, no se siga diciendo por ahora. Nos llama a conformarnos y callarnos.

Lo importante es ganar esas elecciones, una prédica que lleva varios años. Es la misma de cuando nos llamaron a votar por la ANC y el imperialismo era el mismo y con las mismas armas.

Ahora, la causa del bajo salario y ese llenarse los empresarios los bolsillos descaradamente y con la indiferencia oficial, que emanaba de su discurso contra los monetaristas de Carmelitas, no es importante, es más ni siquiera existe, pues no la nombra, porque ahora eso sólo se explica en la acción criminal de quienes:

"han atacado nuestra moneda, el bolívar, manipulando en más de 300 mil millones por ciento su valor a través de portales web, llevándolo de 8,26 BsF/US$ a 300.000 millones de BsF/US$. Los mismos que con esa arma de guerra han inducido un aumento de todos los precios de la economía en 12.493.965.695% entre enero 2013 y mayo 2020 y una contracción de la producción nacional en más de 50%. Pero son también enemigos quienes, a estas alturas, no reconocen dicho ataque y pretenden explicar la hiperinflación con el velo teórico monetarista."

Estos monetaristas ya no están en la esquina de Carmelitas y menos visitan Miraflores. Se esfumaron o como dijo Andrés Eloy y ahora parece decir Pascualina, fueron "vapores de la fantasía".

A ella, ahora, sólo le interesa "garantizar la victoria" y "la continuidad del proceso revolucionario". Porque a Pascualina, pese todo lo que antes ha dicho, como que percibimos el salario más bajo del mundo y eso tiene efecto en el no comer, asearse y la salud, de repente se le han reaparecido las imágenes perdidas de una extraña revolución en marcha, donde los marchantes bajan hacia el mar que, como en la copla de Manrique, es el morir.

"Chao bambina". Te veremos en la AN, si es que hay cupo. Pues chivo que se devuelve se desnuca.

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