Es o no es lo que hay

Sábado, 12/09/2020 01:16 PM

Es evidente y se nos ha reiterado con denuesto que la crítica está considerada como un atentado ante el estado de cosas del Estado nación. La situación va de mal en peor, pero eso no se dice, pudiera estarse considerando por algunos sesudos de que se equipararía a una incitación al odio, tal y como se hecha mano de los argumentos más descabellados, que solo ocurren en tiempos álgidos en medio de cruentas batallas, y la desesperación es la consejera ante lo inminente de una posibilidad de derrota, que ponga en riesgo el permanecer con el poder.

Estamos luego del asesinato de Chávez, en momentos crudos y graves, por las repercusiones nefastas para la economía, la sociedad, y la estabilidad del país, cuando la población, escindida, dividida, y en la precariedad; busca cómo sobrevivir, haciendo de tripas corazón, mientras otros y otras disfrutan enchufados al poder. El ritmo del proceso y su desenvolvimiento hasta ahora ha sido como lo caracteriza un compatriota de "pura POLÍTICA CHICHARRONERA... Lo más perverso, bajo, cloacal, escatológico, rastrero, reptil se ve por estos lares." Donde estamos hoy con respecto a los tiempos precedentes de la IV y la III República. No hemos sido capaces de madurar, sin eufemismos, mientras nos mantenemos en la adolescencia, mamando de la teta extenuada de Venezuela, chupándole la leche y la sangre, y acabando con la miel y la sabia, sin retribución ninguna, ni desprendimiento, ignorando el sacrificio de tantos hombres y mujeres que han hecho la patria; la misma que ahora solo disfrutan quienes se abrogan el derecho exclusivo, casi que absoluto, sobre la nación.

No para servirla, sino servirse de ella. Sigue usando los símbolos y los escapularios ajenos para hacerse de milagros ajenos. El sistema está corrompido y peor aún tiene visos de estalinismo, donde cualquier disidencia, señalamiento, crítica, prueba, o simple opinión, será tratada como un ataque a la palabra de Dios Estado, y castigada severamente para que sirva de escarnio público, típico de los estados autocráticos, que de eso sabemos mucho, particularmente en Venezuela, donde el mando está entre los grupos y sectores de la oligarquía, la burguesía y un funcionariado que actúa a discreción bajo el mando directo del jefe supremo. Mientras el país se desangra por todos los puntos cardinales, la economía en bancarrota, y dependientes de las corporaciones que se llevan el lomito y nos dejan el traste, no habrá recursos que explotar para mantener a las generaciones futuras.

El proceso de cambios se estancó para las mayorías, la revolución bolivariana y chavista es pura retórica, la construcción del socialismo del siglo XXI, una utopía, además de la imposibilidad que pueda tener factibilidad en un mundo globalizado; a menos que tuviéramos la capacidad de una potencia como China o Rusia, demasiado camisón para Petra. La falacia, el discurso uero, hueco y vacío de contenido real, nos lleva por el camino de la amargura; el engaño, la descarada mentira, la manipulación de los sentimientos nobles de la gente que es creyente y por eso es presa fácil de los falsos profetas, que quieren abarcar mucho, y logran solo apretar poco, porque aplican la ley del embudo. Es el presente la medida de todas las cosas habidas y por haber, la vida concreta y actual la que evalúa el desempeño de una gestión, no hace falta anteojos para lo que está a la vista, lo que se vive hoy, no fue lo que se prometió ayer, ni las esperanzas vertidas en tanta propaganda pública; lo que estamos viviendo hoy, aquí y ahora. En quienes cabe la responsabilidad por tal situación, dónde están los responsables.

Porque lo meridiano es ver cómo se reparte el poder, en que manos está, en cuáles familias, cuales son los grupos y sectores privilegiados, quienes son y donde están. La Nación de nuevo sujeta bajo un Estado que es gobernado desde acuerdos donde el pueblo ni participa ni es protagónico, estamos de nuevo en tiempos cupulares, ni el Gobierno ni la oposición han cumplido con el país, solo con la preservación de sus feudos, de sus intereses, porque ni dicen lo que piensan, ni piensan lo que dicen, total son los que manejan el poder y administran los recursos. Puro aguaje, solo apariencias, lo real y verdadero es que el beneficio es para los ricos y los enchufados, que han empobrecido más al pobre, y pauperizado a lo que una vez fue clase media y ha perdido más de medio siglo de sacrificios para estar donde estamos, con sueldos de miseria. Estos son tiempos de definiciones, asumir posturas críticas frente a lo que está mal, no puede ser un pecado, peor aún un delito, hay que reorientar el proceso de cambios, hay que hacer la revolución, se debe buscar el socialismo verdadero, sin tesis irreales, irrealizables, luchar contra las perversiones, la corrupción, y tener en alto los principios y valores, la ética y la moral pública.

Venezuela somos todos y todas quienes seguimos aportándole el trabajo, el esfuerzo y la dedicación, para sacarlo del foso en la que pretenden mantenerla los especuladores de sueños, los falsos dirigentes.

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