"Nuestras controversias parecerán tan raras a las edades futuras, como las del pasado nos han parecido a nosotros." - Jean Jacques Rousseau –
La convocatoria a las venideras elecciones parlamentarias de diciembre 6 de 2020, no ha produce tregua en la álgida confrontación política que vive el país, aderezado con la agudización de la de por sí difícil situación social y económica porque transita la nación, el acrecentamiento voraz del costo de la vida, el deterioro de los servicios públicos como la electricidad, la penuria del gas doméstico y la gasolina.
Tales privaciones son las que el ciudadano común siente y padece, en medio de una desmotivación y desesperanza alimentada por la indiferencia del gobierno cuya inamovible respuesta es que todo es culpa de las criminales sanciones, lo que me recuerda lo dicho hace varias semanas por un constituyentista, en cuanto a que mientras halla sanciones no habrá aumentos salariales para los trabajadores, como si la situación calamitosa de la sociedad no es motivo para que el gobierno busque las soluciones de rigor, pues en tal caso las sanciones no son responsabilidad del ciudadano de a pie. En tanto que por otro lado, la denominada oposición abstencionista travesea de alegría cada vez que aparece una nueva sanción o cuando un tanquero iraní, cargado de gasolina tiene que prolongar su travesía por dos semanas, para llegar a nuestros predios a fin de evitar encontrarse con una alcabala marítima del gran "gendarme" del mundo (¿Por qué los grandes y poderosos intentan imponer sus intereses aplastando los nuestros?).
No me canso de saludar que sectores políticos opositores hayan decidido asumir la vía electoral, para competir con los candidatos del PSUV y del Gran Polo Patriótico, al igual que los integrantes de la Alianza Popular Revolucionaria encabezada por el PCV, en una jornada electoral que por supuesto no es perfecta y a la que el gobierno va con la mejor maquinaria electoral que existe en el país, pero también con las manifestaciones propias del ventajismo oficialista, con una alta impopularidad a cuesta y con gestos nada antipáticos como la liberación de unos cuantos presos políticos. Dijo recientemente Jesús Seguías que quien quiere elecciones como en Suiza, sencillamente no quiere participar. Y No se trata de factores políticos que miran con indiferencia la convocatoria a elecciones, no. Se han dado a la tarea de explotar las emociones de la vulnerabilidad humana por las redes sociales para, con la carga de adicción y manipulación que estas poseen, influir sobre un conglomerado desesperanzado que no cree en nada, para afectarle la producción de dopamina, exacerbando en ellos "la indefensión aprendida" a que se refería recientemente una encuesta de DATANALISIS: Preocupación, frustración, incertidumbre, tristeza, angustia, rabia y nerviosismo.
No quiero decir con esto que la redes sociales sean las malvadas, ellas son unas herramientas que están ahí, esperando ser usadas y se desempeñan en un sistema de convivencia que está respaldado por millones de años de evolución hasta llegar a la certeza de que la unidad de intereses y la vivencia en comunidad, tener una pareja y propagar la especie nos prolonga la vigencia, nos incentiva y nos hace mejores seres. No tenemos la menor duda de que las redes sociales son un vehículo que optimiza esta conexión entre las personas. Pero un arma de doble filo, manipulada bajo descubrimientos neurocientificos y psicológicos que develan el conocimiento sobre el funcionamiento de la mente; propician la denominada psicología de la persuasión aplicada a la tecnología, afectando la conducta de determinados conglomerados en la sociedad, sin despertar la conciencia del usuario.
De ahí que pareciese existir propósitos destinados a caotizar y profundizar la división en la sociedad venezolana, manifestaciones gracias a la polarización exacerbada, donde dos bandos rivalizan, no quieren escucharse, no confían entre si y pugnan por el control de un territorio donde el odio queda al descubierto e incluso ha llegado a traslucirse en determinadas ocasiones en violencia. Con lo cual se pone de manifiesto la amenaza a la convivencia en paz. Y como me estoy refiriendo a las redes como vehículo de estos desatinos, no quiero decir que la tecnología sea una amenaza existencial, más bien es la habilidad malsana con la que se usa la tecnología para sacar lo peor de la sociedad, amenazando su sana convivencia; de ahí que las sociedades sean incapaces de curarse (del odio, la desesperanza, el resentimiento y la resignación) y se caotizen.
En este escenario de dificultades, las encuestas refieren que los venezolanos, en general y a pesar de no otorgarle la confianza mayoritaria a gobierno u oposición, prefieren el dialogo, la negociación y la ruta electoral, como las antepuestas para resolver el conflicto que afecta al país ¿Por qué entonces ir contra la corriente? Decía Nelson Mandela: "Si le hablas a un hombre en una lengua que entiende, lo que dices va a su cerebro. Si le hablas en su lengua, va a su corazón". Los caminos del entendimiento para superar las dificultades se construyen a partir de las expectativas de la gente, de manera entonces que la vía electoral es el rostro cívico, pacifista de la diatriba política, es el ADN de las organizaciones políticas, incluso con las dificultades que acarrea y sus imperfecciones. Los caminos del entendimiento son preferibles antes que trajinar por los de la incertidumbre, que son los de la derrota y los desaciertos, sobradamente comprobados, y la oposición ha vivido en carne propia estas experiencias; los liderazgos tienen la oportunidad de prolongar su vigencia a través de las consultas electorales, o como dijo el político estadounidense James William Fulbright: "Para ser un hombre de Estado, primero debes ser elegido."
La Asamblea Nacional ha de ser el escenario natural para la discusión sobre cómo abordar y promover un gran entendimiento nacional, para afrontar un plan de emergencia nacional que permita dar respuestas efectivas, en primerísimo lugar a la grave crisis económica. Para renovar y legitimar el resto de los poderes públicos. Los promotores de la abstención, además de no reconocer sus desaciertos para rectificar, no pueden dejar en manos del tiempo que aparezcan oportunidades que le favorezcan pues malgastan un tiempo precioso, y el pueblo no espera por ellos. "Se dice que el tiempo es un gran maestro; lo malo es que va matando a sus discípulos.", decía el compositor francés Héctor Berlioz.
La gente desea que la política demuestre su dimensión y utilidad. Por eso tomamos en esta entrega la interrogante de Mafalda, "El país está ahí esperando… ¿Le digo que se siente o qué?"