¿Qué es de Eduardo Samán? Ni los trinos de los pájaros que en sus ramas se posan uno escucha

Jueves, 01/10/2020 02:58 PM

Este espacio de la historia nacional ha sido como un río encabritado, lanzado de allá arriba, preñado de agua, de todo lo que en su camino arrastre y de fuerza descomunal hasta llegar al mar. Y siendo como dijo Jorge Manrique, "nuestras vidas son los ríos que van a dar la mar, que es el morir", todo aquello que arrastra lo lleva hasta el morir y esto es un callar para siempre aunque el muerto haya tenido mucho que decir.

En mi parecer, Eduardo Samán es un caso digamos extraño, muy particular en la vida del chavismo o para decirlo de la manera que parece más apropiado, en la pequeña historia de las luchas populares venezolanas. porque lo de "chavismo" supone un concepto, una idea que no necesariamente es aplicable a todos los revolucionarios venezolanos. Ni debe ser una referencia indispensable. Pues eso no pasa, estrictamente hablando, por lo de ser o haber sido adherente y menos incondicional del barinés.

Muchas fueron las propuestas de Chávez dignas de defender y aceptar desde la perspectiva de un militante revolucionario, sin duda, pero otras no. Y decir esto no es ningún pecado, pues para la gloria y bien del comandante fue un mortal y es propio de estos, al contrario de los dioses, cometer errores y asumir ideas sin sustento, en veces dejándose llevar por lo emocional. Eso sí, siempre guiado y empujado por la buena fe. Incluso, es demostrable como defendió en el discurso determinadas concepciones y en la práctica se contradijo, porque en veces, los humanos suelen estar sujetos a compromisos, relaciones necesarias que les llevan a posponer proyectos e ideas. El ganarse un aliado, amigo, para determinados fines, pudiera inducir a eso. Lo que pudiera ser una sobrevaloración de aquél y estos, determinada aquélla por lo emocional o una apreciación inadecuada. Y de las cosas que él propuso y defendió, casi todas estaban en la historia de las luchas del movimiento popular y revolucionario de Venezuela, antes que él dijese "por ahora". Y cuando mi generación se incorporó a la lucha ya estaban izadas muchas y hasta bastante de aquellas banderas y en el camino se izaron otras hasta llegar a Chávez

Entonces mejor digamos que Samán ha sido un militante de la revolución, del cambio, justicia y del antiimperialismo. Tanto parece esto justo que, quienes se creen herederos estrictos, hasta morganáticos de Chávez, pudieran, según lo acostumbrado y el código que consultan, calificar a Samán como por lo menos un desertor.

Lo estrictamente cierto es que Samán, un poco como aquel Luis Tascón, más recordado desgraciadamente por aquella lista que no la hizo él, sino que la tomó del CNE y la publicó y en la cual aparecían todos aquellos que firmaron en favor del revocatorio a Chávez, quien lo mejor en él fue su rebeldía e indisposición a someterse a una disciplina que le imponía callar y hasta aparacer amparando lo que le parecía inconsecuente y prefirió convertirse en la AN en una voz hasta más discrepante que la oposición misma que no planteaba nada en su afán de puro conspirar, se convirtió en otra referencia de gran simpatía en el seno de las fuerzas que apoyaban al gobierno por su imagen de discrepante y desafiante de quienes intentaban rodear y hasta aislar al presidente Chávez.

Mucha gente todavía recuerda el intenso, firme trabajo, lucha frontal de Samán en la oficina de control de precios, como nunca antes se había hecho y porque después de él los especuladores tuvieron luz verde. La gran empresa farmacéutica encontró en Samán un escollo para hacer lo que ahora hace a su saber y entender. Los contrarios a él alegaron que su actitud era contraria al desenvolvimiento natural de la economía y a la prosperidad de la misma. Pero al final, como ahora vemos, la "prosperidad" de la misma, consiste en un vender menos medicinas, porque el pueblo a ellas no tiene acceso, pero en una ganancia superlativamente superior a la de entonces.

Y Samán se fue o quizás, para mejor decirlo, lo echaron. Todo allí adentro le pareció ajeno a lo que adentro le había llevado. Siempre pensé, como cuando el caso de Navarro y quienes junto a él han aparecido y los amigos de "Marea Socialista", que lo pertinente era quedarse dentro del Psuv y buscar la manera de encontrarse. Eso lo aprendí de la lucha interna de AD y análisis posterior de aquellos hechos. Las continuas divisiones dentro de ese partido lo dejaron en manos de la derecha, cuando las fuerzas revolucionarias, antiimperialistas y por el cambio eran mayorías, sólo que no fueron capaces de encontrarse cuando aquello era posible. La "habilidad" de Betancourt, que estaba formada por cierta capacidad para generar pequeñas escaramuzas, dejar correr chismes y mentiras, pudo más que el hecho real que entre sus distintos adversarios hubiesen razones de fondo para acordarse. Los puso unos contra otros en cada escaramuza y logró que muchos de ellos, en determinadas coyunturas, hasta le apoyasen u optasen por desentenderse, como cuando arremetía, con todas su fuerzas, contra el otro. La habilidad de Betancourt consistió partiocularmente en dos cosas, pasarse sin fingimientos a favor del capital extranjero y poner a pelear a sus oponentes dentro de AD, pese en el pensamiento de ellos hubiesen muchas cosas en común.

Y esta experiencia todavía no la hemos asimilado. Seguimos creyendo que todo se centra en la estrategia y en el acompañarse solamente en quienes creemos – dicho así porque hasta suele ser un supuesto falso – estarían dispuestos a acompañarnos hasta el final. De nada vale ni interesa que este y aquel, por lo menos, participen en el esfuerzo de vadear este río caudaloso o aquella colina alta que se levanta en el frente cercano. Se piensa como si todos los caminos fueran cortos y llegan hasta allí, donde se acaba la vida y las diferencias.

Y por esa manera de asumir la vida, la lucha, con sectarismo que embarga a todos, sin excepción alguna, como una enfermedad que nos destruye, carcome, pero pareciéramos gozarla, también Samán se fue sólo, relativamente hablando, aunque se haya llevado tres o cuatro, muy pocos, del enorme potencial de apoyo que tuvo en el Psuv y dispuesto a escucharle y hasta seguir sus luchas pero adentro.

Pero Samán, por ese como moralismo de "yo no sigo aquí porque no avalo tantas cosas mal hechas, inconsecuencias por demás, irrespeto a los principios y compromisos o por que no me abren espacio ni me dejan hacer ni decir", que bien le cabe aplicarle aquella manida cosa de "prejuicio pequeño burgués", el mismo razonamiento nuestro de cuando nos fuimos a fundar el MIR, en lugar de promover una alianza de vanguardia, progresista, nacionalista, democrática, respetuosa de lo participativo y protagónico y hasta revolucionaria contra los planes de Betancourt, convertimos y nos conventimos en enemigos de quienes eran más que potenciales aliados, compañeros de una ruta muy larga y a él, a Betancourt y a la derecha toda, dejamos el campo y en el partido, hasta fuerzas dispuestas a acompañarnos en la lucha por el cambio. Entonces aquel partido, potencial recurso, fuerza popular, terminó en manos del contrario verdadero.

Samán con todo su prestigio y hasta respaldo, ganado todo eso por su consecuencia con la lucha de lo que la gran militancia del Psuv sabía y hasta adhería, optó por la opción fácil y hasta infantil, jugada por demás conocida, de irse y dejar todo el equipo en el terreno. Pese toda la experiencia conocida.

Y los hechos son tercos. A las malas jugadas le siguen muy malas consecuencias. Tanto que ahora uno se pregunta hasta con nostalgia ¿qué es de Eduardo Saman, aquel compañero combatiente tan alto como el árbol gigante llamado con su apellido? No sé, pero como dice la gente de mi pueblo, al parecer, todo "fue más buya que cabulla". Lo de Samán es como el morir de un vivo, que es un callar, con mucho por decir.

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