Las ideologías

Viernes, 06/11/2020 10:42 AM

Hace unos días tropecé con el discurso de alguien que no sólo exaltaba la ideología cono sistema de pensamiento, es que la confundía consigo, con la persona misma. Decía "ser" lo que es su ideología. Literalmente se expresaba así: "Mi persona no va al margen de mi ideología, es mi ideología la que me ha construido como persona. Sin ideología no seríamos nada, por eso todas y todos tenemos una, hasta los" equidistantes ", hasta los "apolíticos". Las ideologías pueden gustar más o menos, pero no todas son respetables". El fascismo no es respetable, las y los fascistas no son respetables, y quienes los toleran o los blanquean, tampoco, decía con toda rotundidad. ¿De verdad piensan correctamente predicadores como éste? ¿De verdad no advierte que quien responde de ese modo a una ideología, cualquiera, a menos que sea un imberbe, no se convierte en un ideólogo tan detestable como puedan ser para él quienes profesan la ideología que no respeta? Me parecen tan dogmáticos semejantes asertos que no me parece que sea esa una persona muy evolucionado. También, justo, idea de un totalitario poco ilustrado o muy desinformado. De momento, independientemente del fascismo ideado por Mussolini en Italia en los años 1930, el concepto de fascismo es controvertido; lo que significa que no hay un acuerdo unánime sobre el mismo.

En todo caso, si un partido político que no se califica de fascista aunque algunos o varios presupuestos de su ideario se aproximen a serlo o parecerlo, o se funden en rasgos del sustantivo recogidos por algunos autores, es una ideología tan respetable como el comunismo, como el independentismo o como quienes propugnan la teocracia. Mientras cualquiera de ellos estén ahí y no haya precepto alguno que los proscriba, son tan respetables unas ideologías como otras. Todo modo de pensar que no afirme o sostenga la eugenesia o el crimen como medio de hacerse dueño del poder político o para lo que sea, o forme parte de su ideario por motivos raciales, de clase social, religiosos o de cualquier otra índole, es por sí mismo respetable y tolerable. Precisamente, si hay alguna ideología que debiera ser universal y lamentablemente no lo es, es la ideología de la tolerancia. Una ideología, pensamiento o filosofía tan deficitaia desde tiempo inmemorial en España.

Lo explicaré. La realidad es un prisma de muchos planos o caras. Según el plano elegido, un mismo asunto o idea resultará de muy diferente valía y consideración según quien sea el observador y su modo de pensar. Si para uno la droga, el alcohol o la eutanasia, por ejemplo, están proscritos y son condenables, para otros serán indiferentes, y para unos terceros podrán ser no sólo tolerables, sino incluso deseables. He dicho la droga. ¿Es la misma óptica la de un humanista, un psicólogo, un sociólogo, un intelectual, un médico o un filósofo que la que se empeña en aplicar a toda la sociedad un moralista conservador?

Precisamente desde un punto de vista antropológico, ese que no propone nada pero admite todo, para el desarrollo deseable de la personalidad individual no hay nada más funesto para el individuo y más nocivo para su crecimiento intelectual que abrazar una ideología. Una ideología es un conjunto normativo de emociones, de ideas y de creencias colectivas que son compatibles entre sí y están especialmente referidas a la conducta social humana. La ideología, para el individuo siempre en desarrollo mental hasta que muere, es un obstáculo, un impedimento para quien aspira a discernir mucho más allá que a asumir ideas ajenas que harían de él una pieza más del mecanismo. Sea el mecanismo que comporta la política, el que laboran los políticos que viven de la política y de tantos que se amparan en ella, o el mecanismo que tritura el pensamiento libre de toda traba. Con independencia de la voluntad personal de cada cual; con independencia de las preferencias y de la lucha leal contra las ideologías opuestas a nuestro modo de pensar, lo verdaderamente deseable en la sociedad es la tolerancia, ahondar en la tolerancia. Y cuanto más alto sea el nivel de tolerancia, más perfecto será el sistema de esa sociedad y quienes forman parte de ella.

Toda filosofía y toda ideología, pues, son respetables; incluidas, faltaría más, las que despreciamos. La libertad, esa que tan enconadamente defienden algunos que no lo han pensado bien, y cuando en este terreno se habla de libertad no hay más remedio que referirnos a las libertades públicas, las libertades formales por consiguiente (la libertad interior, la de pensar, se tiene hasta en prisión) es un bien social, qué duda cabe. Pero no el único ni tampoco excluyente. Ahora mismo estamos sometidos a una restricción de libertades públicas por razones sanitarias, pero aplicadas por el poder político que se limita a seguir las directrices de sus mentores clínicos. Un sistema político puede entender que no sólo circunstancialmente como vivimos en la actualidad, sino por método, es deseable coartar las libertades. Por múltiples motivos, todos sociológicos, en un mundo donde la longevidad y la población se disparan. Una sociedad sujeta a un orden interior de las instituciones y proclamado por las leyes, pero también limitadora de las libertades para mantener un orden exterior, en la calle, no deja de ser una opción en la medida que la población llegueca comprenderlo así y lo apruebe. Una sociedad que mayoritariamente vota un sistema llamado totalitario por la preeminencia del Estado sobre el individuo, sobre las veleidades, los caprichos y los abusos de éste y de las personas jurídicas que forman parte de la sociedad, haría tan respetable a ese sistema político como la sociedad que prefiere la anarquía que nunca será completa pues nunca se logrará un número suficiente de ciudadanos totalmente auto responsables que es lo que la explica y la justifica. Pues que cada individuo sea responsable de sus actos sin interferir en la libertad de los demás es el requisito indispensable para postular la anarquía en una sociedad... Y esto es casi imposible por ahora.

¿De qué les sirve la libertad que vende tanto demagogo a los millones de personas esclavas de los abusos que sufren en muchos aspectos? ¿creemos que tantos expulsados de sus casas donde han vivido toda o casi toda su vida, familias enteras arrojadas a la calle porque no les es posible pagar un alquiler, porque no tienen desde hace mucho tiempo trabajo todos los componentes de la familia, etc. celebrarán la libertad vendida por los demagogos, por los privilegiados, por los bien situados y por los necios? ¿Creen todos estos que tales personas no cambiarían este sistema de libertades falseadas,mvacías de contenido, por otro sistema político, totalitario, fascista o no pero garantista de la vida de todos, como es el socialismo real y distintos tipos de fascismo?

El valor verdaderamente respetable, cabal y supremo en una sociedad, vuelvo a repetirlo y lo repetire cuantas veces sea preciso, es la tolerancia. A él debiera entregarse toda persona íntegra, y si desea vehementemente una ideología como el predicador que me ha dado pie para el presente discurso, la ideología de la tolerancia por encima de cualquier otra y de cualquier otro valor político y social. Recuerden todos los dogmáticos religiosos y todos los políticos que pongifican lo dicho por pensadores consagrados.No literalmente pero si en los términos del espíritu de la idea: "no estoy de acuerdo con usted, pero daría mi vida para defenderle a usted y su detestable manera de pensar".

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