¿Es posible la vuelta del neoliberalismo en Venezuela?

Domingo, 08/11/2020 01:50 PM

La aprobación de la ley anti Bloqueo ha hecho que comiencen los alertas sobre el posible retorno al camino de las políticas neoliberales, entendiendo que estamos en un nivel de confrontación entre fuerzas: unas oportunistas emparentadas a la corrupción como negocio que invocando el pragmatismo pujan por imponer medidas para favorecer al capital local, y otras que chorreandose por las patas pa` bajo están dispuestas a entregarse. Algunos artículos de la polémica ley abren las posibilidades para que en el país se creen unas condiciones mínimas de equilibrio económico con sectores empresariales. Básicamente se habla de que empresas en manos del gobierno pueden volver al sector privado, propiedades expropiadas que pueden ser entregadas a sus antiguos dueños, y se invita a la gran burguesía que ha sostenido la guerra contra el pueblo a invertir junto a empresarios extranjeros. Hasta ahora todas las sospechas entran en el campo de la especulación.

La Constitución venezolana todavía está vigente y garantiza la propiedad social. La Ley Anti Bloqueo es una respuesta jurídica transitoria que se sustenta sobre una decisión política ejecutada en un campo de guerra. Su antecedente más cercano puede ser el famoso decreto de guerra a muerte dictado por Bolívar, como una estrategia para tratar de evitar una guerra de clases que ya había comenzado en enero de 1813, cuando los pobres se alzan en armas para poder sobrevivir, degollando, asesinando y saqueando propiedades de los mantuanos.

Ese decreto no tenía una base jurídica, pero era necesario tomar una medida porque el enemigo era el imperio español. El parecido es asintomático, porque con la ley se trata de evitar una reacción de los sectores más pobres agobiados por el peso de la hiperinflación, y literalmente acosados por la posibilidad de una hambruna como la de 1814.

Aquella guerra de clases comenzó en enero de 1813, ésta 200 años después puede llevar el signo trágico de la muerte de Hugo Chávez el 5 de marzo de 2013. El segundo asunto que no se está valorando correctamente, es el papel del sujeto histórico, su definición concreta en la actual situación política y su posible papel. Hay que señalar que ninguna élite, ni grupo económico, ni liderazgo alguno está en capacidad de decidir por el pueblo, pensar lo contrario es olvidarse de que el pueblo pobre fue el que decidió el rumbo definitivo de las elecciones donde Chávez es elegido, en alianza con la clase media.

Su participación y organización fue clave para ganar el referéndum sobrepasando a las maquinarias partidistas, es obviar que esas masas humildes fueron las que salieron a la calle durante el golpe del 2002, cuando las élites, organizaciones de masas, y líderes se habían escondido.

Ese pueblo ubicado en los estratos más bajos de la escala social, históricamente ha decidido los grandes conflictos de la patria. Durante la guerra de independencia esos harapientos se atrevieron a cruzar el frío Páramo con Bolívar, esos mismos descamisados acompañaron a Zamora en la guerra Federal, y ahora mismo siguen al presidente constitucional, forman parte activa del PSUV y otras organizaciones de masas dispuestas a ir nuevamente a la guerra. Hoy están mejor preparados y más conscientes por la experiencia acumulada y los sacrificios, se organizan de diversas maneras.

Su preparación histórica los lleva comprender que el enemigo principal es el imperialismo. Pensar que Hugo Chávez no conocía la situación concreta de las fuerzas agrupadas a su alrededor, es subestimar el carácter de visionario de uno de los líderes más perspicaces que ha conocido nuestra historia. Ninguno de los líderes actuales tiene los cojones para atreverse a provocar una reacción de ese pueblo humilde. Los recuerdos del 27 de febrero de 1989 aún están frescos. El año que viene va a ser decisivo no solo por la instalación de la nueva Asamblea Nacional, sino por el carácter de la lucha que se va a librar para construir el sujeto político.

Esa lucha debe encontrar unidos a todos los patriotas y revolucionarios, nacionalistas y militares, jóvenes y movimientos sociales, deben ser ellos los instrumentos para ayudar a pasar a la otra fase que es hacer del pueblo pobre el sujeto político. Las fracciones oportunistas van a ser expulsadas, y los entreguistas van a huir despavoridos ante el terror de un pueblo beligerante y decidido. El dos mil veintiuno va a ser un año tumultuoso que quedará marcado en nuestra historia.

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