Elecciones parlamentarias: Una opinión
Por: Rafael Castro
Jueves, 26/11/2020 01:01 PM
Venezuela, una vez más ha sido convocada a un proceso electoral, y suman más de dos decenas, en esta dos décadas bolivarianas. Estas elecciones legislativas, se las trae, va a ser muy una experiencia político humana que puede ser el principio de una nueva arquitectura más tangible en la visión que tenemos de nuestra sociedad y la vida nacional. Ella se realizará en el marco de una acelerada pobreza de las mayorías nacionales, a la par de una minoría opulenta, enriquecida, cuyo origen de tal condición seguramente no soportaría una simple investigación, cuestión válida para personajes del ámbito público y privado.
Esto además atizado por unas virulentas y dramáticas contradicciones políticas internas demasiado prolongadas, que lucen irreversibles, desdibujando el horizonte de la Patria, mostrándonos débiles, desunidos, incoherentes, marchando a paso redoblado a un futuro incierto, ruinoso. Una relación con el mundo exterior de precarios resultados, barnizados con discursos y declaraciones más bien para el autoconsumo, que un ejercicio diplomático que de confianza y UNA a la nación entera. Una imparable emigración no entendida, adjetivada, ofendida, que nos abofetea y empequeñece nuestro orgullo nacional; drama miserable que desgraciadamente sólo ocurría abiertamente en países hermanos, víctimas de desgobiernos de distinta naturaleza: dictaduras militares y pseudo-democracias, tuteladas siempre por el hegemón imperial. La judicialización de la política, práctica de difícil justificación en las democracias formales. Y, por otra parte el uso desproporcionado de los medios públicos de la Comunicación e Información, por unos funcionarios cuyos espacios pueden llevar a asociarlos a tristes reminiscencias goebbelianas.
Ajá, me decía un amigo, a propósito de estas opiniones--¿El imperialismo, el bloqueo, la guerra económica, la oposición vende patria, se te olvida?. No ello no se olvida, en tal caso sería un imperdonable descuido histórico cuyas consecuencias gravosas para la República están allí, en el día a día: son inocultables. Tampoco se nos olvida la nano presencia patógena del corona-virus que eleva la exigencia nacional de apoyarnos en dirigencias políticas adecuadas; a propósito de ello en Venezuela podríamos acudir al refranero popular ”éramos muchos y parió la abuela”.
Lo que ocurre, es que hay que superar el bloqueo de los simplismos, del eslogan cansón; no estamos en un partido de pelota, tomando cerveza y aupando a nuestro equipo, la cosa es más seria, andamos en un verdadero laberinto de donde saldremos no por la acción de un héroe griego, por muy occidental que sea, sino por el aporte activo y comprometido de los talentos reflexivos y profesionales de muchos hombres y mujeres de la nación, dondequiera que se encuentren. Pensando, por supuesto en ciudadanos y ciudadanas sin mácula antinacional; sólo así, será posible viabilizar un camino con mejor brújula que corrija esta peligrosa ruta de una República, arruinada, enferma y que corre el riesgo de verse envuelta en guerras.
No son los tiempos para las confusiones, donde se ha trocado la estructura del Poder del Estado, por el “Poder” de grupos de amigotes, de compañeros de promociones, de jerarcas del partido, de “genios de la política”, y una alta incidencia ideológica de los viejos sectarismos y vicios de la socialdemocracia; y esto bien aliñado con la presencia en el menú de algunos Vivianes, y oportunistas, mimetizados con la vestimenta y el discurso de moda que han entrado en este proceso como “rio en conuco” haciendo su personalísima “revolución”. Estos últimos han estado siempre por allí, esperando su “ventana de oportunidades”, y han sido realmente grandes los ventanales abiertos.
Mientras tanto los daños colaterales se siguen acumulando. Contabilizar la extracción dolosa de la hacienda pública venezolana, al igual que la non santa malversación de los recursos nacionales sería una difícil tarea para las personas que en el futuro les corresponda auditar tal cosa; por ejemplo: cuantificar la inmensa inversión en infraestructura de todo tipo que por ahora permanece inútil, cuasi en ruinas en todo el territorio: Puentes, ferrocarriles, Metro, Metro-cable, Galpones, grandes invernaderos, casas de cultivos; todo ello, como un patético mostrario de otrora buenas intenciones. ¿Esperando qué?. Sí, la retahíla de excusas como respuesta oficial las conocemos muy bien. Sin embargo, es justo decir que sobre este enorme patrimonio público invertido, muchos ciudadanos no tenemos elementos objetivos que nos permitan pensar que no estaban planificados de buena fé, pensando en el interés nacional; sólo que no podemos obviar que la gobernanza en estas dos décadas dispuso de cuantiosos recursos, y ahora nos presentan resultados más catastróficos, que gloriosos, musicalizados con una seguidilla de ofertas vaporosas; lo que nos lleva a deplorables comparaciones con los últimos cuarenta años de la cuarta república, donde también hubo “vacas gordas” y al final, todo sabemos del saldo económico y humano de ese periodo.
En sesenta años, de “Democracia y Revolución”, hemos tenido centenares de senadores, diputados nacionales, diputados regionales, concejales, legisladores de todos los colores, profesiones y oficios, ilustrados y sin lustre; realmente bastantes representantes hemos tenido; que han podido hacer mucho en la organización, control y construcción de una mejor República…Pero que diría a todo esto Manuel Vicente Romero García; comenzando el artículo, hay un texto entrecomillado de su autoría.
Las pasantías legislativas de aquellos ocupantes de butacas parlamentarias, durante todo ese tiempo republicano, que sean evaluadas en tal caso, por quienes en su momento los elegimos, pues es un asunto de responsabilidad personal, es decir de criterio…
Comenzando el puntofijismo, el diputado Fabricio Ojeda, no compartió las características de la vida parlamentaria en aquel tiempo histórico y tomó una personal decisión, era un asunto de CRITERIO, sustentada en una concepción ETICA de la política ante el futuro de la Nación…
Los ciudadanos, en nuestra sociedad tenemos obligaciones, una de ellas es elegir a nuestros gobernantes y representantes pero siempre considerando la alta responsabilidad ETICA, y POLÍTICA, que con la existencia de la República tenemos. Tal como ayer, es por lo visto, un asunto de criterio.
En nuestro tiempo histórico, definitivamente hay que descartar que la “luna no es pan de horno”, que se necesitan equipos en la gobernanza en cualquiera de las instancias del Estado con mucha agudeza política, por lo siguiente: Cada vez es más complicado el tablero geopolítico mundial; la situación político-económica venezolana es caótica, y hay que agregar el sobrevenido parto de la abuela.