¿Cómo interpretar y asumir el reto de Maduro, el de “si la oposición gana las elecciones me iré”?

Miércoles, 02/12/2020 02:13 PM

Pareciera que Maduro hubiese cantado como el cisne o hace uso de una argucia para resucitar como Lázaro.

Según los medios, ayer dijo:

"Si vuelve a ganar la oposición yo me voy de la Presidencia, si la oposición gana las elecciones yo no me quedaré más aquí. Dejo mi destino en manos del pueblo de Venezuela."

https://www.aporrea.org/oposicion/n360968.html

Si es que algo entiendo, se trata de un grito desesperado que intenta convertir las elecciones del 6D en una especie de Revocatorio por adelantado. Oculto tras un juego presuntamente habilidoso, generoso, abierto y hasta audaz. Eso que en el lenguaje coloquial llaman "un todo o nada", un "topo a todo" y hasta un jugarse a Rosalinda. Pues la oferta es clara.

Claro, habrá más de un pesimista o encapsulado en sus posiciones políticas inalterables, pese le sacuda un terremoto, que verá eso como una oferta engañosa, un anzuelo para pescar incautos, como incentivar a los opositores que voten o a quienes cree posibles sufragantes suyos que, por desgano, distracción o triunfalismo, pudieran poner poco interés en cumplir el compromiso que tienen para el domingo 6D. Por supuesto, hay mucho de eso, pero es la parte externa, los adornos del asunto.

Es cierto que, el evento del domingo constituye un reto doble para el gobierno y en particular para el presidente. Si la cifra de votantes es significativamente baja y, en particular, lo es aquella que favorezca sus candidaturas, el gobierno saldría muy golpeado o debilitado. Y sería peor todavía si sale derrotado. Y este es el cuadro y escenario en el cual se mueve.

Por supuesto, lo anterior no significa que las elecciones y el presidente mismo perderían legalidad. Más si tomamos en cuenta que, es habitual, en América Latina, por sólo hablar de nuestro espacio, hayan salido electos presidentes con abstenciones de 65 y hasta 75 % y apenas al ganador le ha apoyado el 15 ó 16 % del universo de votantes y las cifras son mayores cuando se trata, como estas, de elecciones legislativas. Pero si sería obvio que, estando el presidente y gobierno de Venezuela, justificadamente o no, sometidos a una intensa presión internacional, particularmente destinada a restarle legalidad y pertinencia al proceso del 6D, habiendo una alta abstención, eso le perjudicaría de manera muy particular. De donde una alta abstención, muy alta, lo que no es por ahora descartable, dadas tantas circunstancias, como la pandemia misma, sin hablar del desinterés prevaleciente entre los venezolanos por la gravedad del cuadro nacional del hambre, bajos salarios, servicios por demás ineficientes y hasta inexistentes, la incredulidad que prevalece ante el gobierno y la oposición toda, incluso la que llama a no votar el domingo, sería un rudo golpe al presidente y hasta contra los factores opositores que concurren al evento.

Según una encuesta que corre por las redes, publicada por una empresa absolutamente ajena al gobierno y más cercana a la oposición desligada del proceso electoral, días atrás, apenas el 22 % de los venezolanos estaba en favor de los dos extremos, el representado por Guaidó y por Maduro. Uno de ellos tenía un 8% de respaldo y el otro de 14 %. Es decir, el 78 % no apoyaba a ninguna de las dos tendencias.

Por supuesto, una parte de este último universo, estaría por votar en favor de los partidos opositores que concurren al evento. Pero no se necesita mucho ingenio y menos estar embargado de interés malsano, para concluir que la inmensa mayoría estaría por no votar porque no halla en ninguna de las propuestas satisfacción a sus demandas. Pero debe quedar claro que, las cifras iniciales descartan, en este amplísimo universo no ganado o animado para votar el 6D, prevalezcan los partidarios de lo que representa Guaidó y Leopoldo López. Estos apenas recogen parte de lo expresado en la cifra del 22% de preferencias que se reparten Maduro y Guaidó.

Podría decir entonces, que la inmensa mayoría no es abstencionista, menos partidaria de los radicales de la ultraderecha, aquellos que ofrecen la violencia y la guerra como alternativa, sino que ahora no se siente atraída por ninguna de las ofertas electorales.

Estando el cuadro pintado de esa manera, Maduro teme que los resultados, aun cuando las cifras emanadas de las urnas le den respaldo legal, constituyan una especie de revocatorio por omisión o carambola de tres bandas; lo que podría resultar, moralmente hablando, si la cifra de votantes es precaria como, en efecto, pudiera ser.

Es muy significativo que un presidente en ejercicio haga una oferta de esa naturaleza que pudiera perjudicarle con un doble carácter. Pues si pierde las elecciones no sólo quedaría en minoría en el parlamento sino con una deuda que, si tiene respeto por sí mismo, deberá pagar tarde o temprano. Pues esta oferta, volvemos con la moral, le obliga a responder al país y llamar a elecciones presidenciales con prontitud y no habría de esperar el momento del revocatorio. Con eso, estaría hasta dando fundamentos para que las multitudes salgan a la calle a reclamarle la renuncia que prometió cuando dijo "yo no me quedaré más aquí".

¿Por qué Maduro hace esa oferta?

Sin duda, es como dije al principio, un cantar de cisne y un intento de resucitar de sus cenizas como Lázaro. Está demostrando temor a lo que creemos; que el domingo 6D las urnas arrojen, en el mejor de los casos, un saldo muy precario en favor de su gobierno, aunque los suyos obtengan la mayoría de las curules de la AN.

El ideal para él y los suyos sería que una significativa mayoría concurra a las elecciones, tanto que, descontando el tradicional número de abstenciones, el abstencionismo crónico y el relativo a los partidarios de la línea de Guaidó*, sirva para dar una demostración contundente a los factores internacionales que han venido cuestionando la legalidad de su gobierno y del proceso electoral en marcha. Pese que, como antes dijimos y queremos reafirmar para evitar equívocos, el alto número de abstenciones no le resta legalidad al proceso. Si eso no fuera así, la mayoría de quienes han ejercido la presidencia de sus países en América Latina lo hicieron de manera ilegal y en esto entran Juan Manuel Santos. Duque, Piñera, Bachelet y paremos de contar.

Es decir, Maduro, como quien intenta vender un producto en el mercado, hace una oferta sustantiva, atractiva que debería estimular al votante. Al opositor que entienda que le brindan una excelente oportunidad para revocar por adelantado a Maduro y otra, que en la forma es la misma, a los suyos, aquellos que pudieran distraerse o dejarse distraer, ganar por el triunfalismo o desidia y no concurrir al acto electoral. En verdad, lo de Maduro es un arma de doble filo, pues está dirigida o preparada para influir en ambos espacios o circunstancias.

¿Cómo asumir este asunto?

No hay duda que, para la oposición de cualquier signo, a quienes merodean por los predios de Guaidó y los que no, incluyendo a los factores de la izquierda descontentos, distanciados y hasta enfrentados electoralmente a Maduro y los suyos, es esa oferta una nada despreciable oportunidad para revocarle el mandato, aunque eso quede sujeto a su disposición a hacerle honor a su palabra. Pero aun cuando no lo haga, deja sentado una premisa y hasta un "derecho" para que las multitudes le reclamen lo haga.

Supongo a mucha gente de la oposición obcecada y ganada para la ilegalidad y lo irreal, alegando que eso sería darle legalidad al gobierno de Maduro y fundamento para que factores internacionales le reconozcan, pese cuando en EEUU, Trump ha perdido las elecciones y lo porvenir pudiera no ser exactamente igual a como venía siendo. Pero eso sería un simplismo y una apreciación inadecuada, pues qué argumento de mayor contundencia podría haber que un Maduro perdedor de manera abierta las elecciones legislativas del 6D y estando de por medio su promesa, compromiso o declaración en última instancia.

Por la amenaza que pende sobre su gobierno, que la votación sea muy baja y sirva de un nuevo elemento para que los golpistas pudieran seguir contando con el apoyo de factores internacionales, Maduro apela a una oferta que, sin duda, pareciera ser una opción o salida muy personal suya para jugarse a Rosalinda. Y en esta opción desesperada, bien pudiera salir derrotado y es hasta bastante probable, hasta según las cifras que manejan los mismos opositores.

*Entre quienes están por la opción Guaidó, en muy buen número, nos consta, hay personas ajenas a las opciones golpistas. Pues una cosa no necesariamente implica la otra.

Nota leída aproximadamente 4061 veces.

Las noticias más leídas: