La elección de la Asamblea Nacional

Jueves, 10/12/2020 04:19 PM

Vamos a resumir los aspectos más importantes de las elecciones de la AN y así comprender sus resultados y la importancia de estos para lo que viene. Lo primero es que hubo elecciones. Guste o no se efectuaron, y produjeron un resultado que va a influir en la vida de los venezolanos, sin importar la abstención habida, ni las simpatías políticas o ideológicas de la gente ni si se votó o no se hizo. Esa Asamblea será el Poder Legislativo hasta 2026. Se inició el retorno a la lucha electoral y eso ya es positivo. Será en este organismo donde se decidan las materias legales, el control de los otros poderes y donde se elijan los poderes Moral y Electoral. Regresamos al funcionamiento de la democracia del año 2015. Y habrá que mantenerlo a toda costa. Esta es la realidad.

Lo dicho también significa que los despojos de la AN de 2015 dejarán de existir el 4 de enero de 2021. Nos guste o no el señor Guaidó ya no será diputado ni tampoco lo serán quienes lo acompañan. Pretender que pueden seguirlo siendo hasta que haya unas elecciones presidenciales, que ellos mismos tienen que calificar como legítimas, es una locura de marca mayor, que se sostendrá cierto tiempo en algunos ámbitos geográficos y nacionales fanatizados, dado el apoyo estadounidense, pero que será imposible de sostener.

Aunque la abstención electoral fue de un 69 por ciento del REP, es similar a la de 2005, cuando los mismos de hoy llamaron a la abstención. Y la AN entonces electa funcionó normalmente por 5 años y aprobó las leyes que le permitieron al gobierno de Chávez un control absoluto de los poderes del Estado. Debo también decir que, en 2015, cuando esa oposición ganó en forma contundente la elección de la AN, la abstención fue de 30 por ciento, sin que nadie hubiera llamado en ese momento a abstenerse. Luego, a la abstención total habida hoy hay que sustraerle esta cifra para saber cuál fue la abstención coyuntural que realmente hubo, lo que nos da un 39 por ciento de abstención. Y esto sin tomar en cuenta la gran emigración habida, que debe haber reducido el REP.

El partido de gobierno obtuvo una votación inferior a la obtenida en 2015, en elecciones similares, y muy por debajo de la que tuvo en las presidenciales de mayo 2018. Esto claramente demuestra una reducción importante del apoyo popular hasta ahora tenido por el gobierno y, por tanto, de su capacidad de acarrear votos. Está en su mínimo histórico, en las peores condiciones para competir electoralmente, pero con la ventaja de enfrentar a un sector extremista empeñado en mantenerlo en el poder a como dé lugar.

La oposición democrática, a pesar del esfuerzo, no logró generar confianza ni motivación, en una población desesperada por sus pésimas condiciones de vida y desesperanzada por los múltiples engaños y fracasos de la oposición violenta inmediatista, dirigida por EEUU y su empleado Juan Guaidó. Con excepciones honrosas, la mayoría de los partidos democráticos participantes no asumieron como tarea importante el logro de la unidad electoral, que les permitiera estar mejor para resistir la desesperanza abstencionista, el ventajismo gubernamental y la actitud calumniosa, descalificadora y grotesca de la oposición apátrida.

Como se esperaba, el gobierno incumplió los acuerdos electorales a que se había comprometido. Entre ellos el del cierre puntual de los centros electorales, pero sobre todo el tocante a la proporcionalidad electoral. Esta ha sido una elección casi tan desproporcionada como la de la Constituyente de 1999. Con el 68 por ciento de los votos, el gobierno obtuvo el 92 por ciento de los curules; algo aberrante sin lugar a dudas. Por otra parte, los cambios electorales de última hora hechos por los partidos participantes, los cuales han existido siempre, han sido tomados por los manipuladores abstencionistas como otro elemento para crear dudas y rechazos al proceso. Personalmente creo que los mismos deben ser eliminados en el futuro, pues se hacen sin dar tiempo a que la gente los analice y decida al respecto.

Son inauditos, por lo tanto, los autoelogios, felicitaciones y festejos de los líderes del PSUV, cuando en realidad fueron puestos en evidencia por sus mismos votantes. Son también absurdas las expresiones de júbilo de la oposición extremista, que ridículamente quiere apropiarse de la abstención y se solaza con el triunfo del gobierno, al cual ha atornillado una vez más en el poder.

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