Sesenta y tres años de la fecha en que el poder popular obligó a un dictador militar a marcharse del país, tras una década de ejecutorias bajo la férula de tradicionales administraciones que, apoyadas por gobiernos del norte del continente, mandoneaban en las naciones al sur del río grande y en el Caribe, y "patoteaban" al pueblo, como dijo en cumbre de Presidentes el argentino socialista Néstor Kirchner.
1958 dio comienzo con el alzamiento de oficiales de la aviación que sobrevolaron Caracas, rompiendo la barrera del sonido, alarma grande de la población ante el estruendo, mientras desde Maracay por tierra el Comandante Hugo Trejo iba con tropas de infantería hacia la capital. Primero de enero, preludio de 22 días más tarde, con la huida de Pérez J. en el avión llamado "La Vaca Sagrada", abandonando por el apuro, una maleta llena de billetes que no se supo dónde fueron a parar.
Sería tedioso enumerar hechos y traiciones de los que vieron oportunidad para hacerse del poder, con el pensamiento mucho más interesado en favorecerse de cargos públicos, que ordenar la democracia verdadera de justicia social. Las políticas perezjimenistas ocultaban con grandes obras que aún perduran, la ausencia de democracia participativa y reprimía organizaciones políticas.
Advinieron 50 años (1959-1999), en que los peores actos de corrupción con el erario, los asesinatos de adversarios políticos, y la relajocracia convertida en libertinaje bajo carnet de los partidos, por sobre el desempeño de la auténtica democracia en el sentido de la palabra de origen griego, hicieron putrefacto al bipartidismo blanquiverde falsario.
Ni porque se jactaban de permitir la libertad de expresión, administraciones social demócratas y social cristianas, hicieron diferencia con la censura del dictador expulsado aquel 23 de Enero, ejercieron solo la disimulocracia administrada en información vigilada, fue un sostén palabrero, simulando periodismo auténticamente demócrata.
Los comunicadores sociales de izquierda fueron perseguidos, torturados, asesinados y privados del derecho al trabajo, no solo entregando los periódicos a intereses copeyanos o adeístas, sino que botaban del trabajo a hombres y mujeres afirmando que lo hacían desde empresas privadas y la administración pública, por razones ideológicas, para evitar el comunismo…
Presenciar años de hipocritocracia me permite señalar que la auténtica libertad de expresión, son estos revulsivos años de bolivarianismo antiimperialista, que solo podrán erradicar si triunfan sus bloqueos financieros, desabastecimientos y engaños comunicacionales. La libertad socialista que gozamos, es el respetuoso ejemplo de democracia, frente al fabricado fake news generalizado para derrocar gobiernos independientes de la bota yanqui.