Chávez, Maduro y el PSUV

Martes, 26/01/2021 12:30 PM

Me he tomado unos minutos de mi plan de recuperación de la enfermedad que enfrento, desde hace más de 15 años, para referirme, brevemente, a unas declaraciones del presidente Nicolás Maduro en torno a los ataques divisionista por parte de algunos "militantes" del proceso revolucionario. "Enfatizo que son un crimen estas pretensiones. Los divisionistas se han prestado y se prestan conscientemente por su ego, se ofenden cuando les digo izquierda trasnochada, izquierda divisionistas (…) veo maldad, egoísmo, perversidad, mezquindad y bajeza moral en ellos", con esas palabras duras, se dirige Maduro a quienes solapadamente hacen un trabajo de quinta columnistas.

Y el presidente tiene sobradas razones para decir que quienes ataquen al PSUV están atacando al legado del Comandante Chávez. El líder revolucionario creyó, en un momento dado que era necesario crear una herramienta permanente para enfrentar a todos los enemigos de su proceso, no tanto los de fuera de las líneas fronterizas, sino más bien los que habitan adentro. Y quienes, ahora, en una loca posición de desesperación y frustración acumulado a través de los años del fracaso, donde tuvieron una gris participación, y que aún siguen un camino equivocado.

Maduro, destacó la fortaleza de la juventud del PSUV a la cual califica de ejemplar. Dijo que ellos (los jóvenes) forman para del legado del gigante de Sabaneta. "Es legado de la mente, del alma y de la inteligencia de nuestro comandante Hugo Chávez", sentenció.

Esa posición de Maduro debe ser seguida por todo aquel que se diga seguidor del legado de Hecho Chávez. Quien ataque al PSUV y a su militancia, quien ataque las políticas adelantadas por Nicolás Maduro en materia económica y en el sistema de salud, entre otras, no son revolucionarios y nunca lo han sido. Son parte de esa resaca de ese 10 % que sacó, en votos, la izquierda cuando se midió en actos electoras presidenciales en la década de los 60… De ese 10%, los sesudos líderes eran asiduos asistentes al Gran Café de Sabana Grande. Y se asomaban a la vidriera de la librería SUMA, para luego entrar y ojear algunos libros y copiar algunas frases que utilizaban para sustentar su infantilismo. Enanismo que todavía los carcomen.

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