Las dos caras de la misma crisis de la V República Bolivariana de Venezuela y el espejismo petrolero (2/2)

Martes, 02/02/2021 07:37 PM

Siguiendo con el tema de la crisis venezolana en el contexto de la V República, apelare a la revisión de la lectura de Álvaro García Linares sobre su obra El manifiesto comunista y nuestro tiempo, me parece que existen algunos elementos que hay que tomar, en particular de la experiencia de la crisis del capitalismo, en Venezuela se habla de la crisis de gobierno, de la crisis del Estado, claro es el principal responsable por la buena marcha de la país, además es el proveedor de las divisas petroleras, los petrodólares de la cual depende el empresario privado, es decir el mercado de las importaciones de bienes y servicios, etc.

En la crisis de la V República, período que nos ocupa del 2000 al 2020, hemos vivido en permanente crisis política, de lucha de los partidos políticos por el poder, de un lado liderando el chavismo y del otro la oposición ultraderechista conservadora y liberal, ambos neoliberales, pese a ello, poco se habla del robo del capital al obrero, al trabajador profesional o nó, de la explotación del trabajo por la empresa privada, pareciera que el tema de la explotación del hombre por el hombre estuviera fuera de lugar, mejor dicho no se visibiliza, intereses oculto prefieren soslayar la discusión de la crisis del capital, de cómo el trabajador es explotado en la fábrica, la industria, el comercio, la banca y en general en los servicios.

Vivimos en una sociedad de cambio, de intercambio de mercancía por trabajo, de trabajo-mercancía por mercancía-dinero, en todo caso, de mercancía por mercancía, donde el valor de la mercancía se eleva y se empobrece el salario, se desvalora el salario, ocasionando un estado de miseria al trabajador y su familia, esto pasa en la sociedad capitalista sea cual sea donde la sociedad basada en el valor de cambio desigual, en su afán de lucro, engendra el empobrecimiento masivo del trabajador, roba su tiempo de trabajo, no paga el verdadero valor de riqueza que crea el trabajador, lo usurpa el capital o lo succiona, resultando que la fuerza de trabajo crea un riqueza superior al valor de intercambio, salario/mercancía.

En el trabajo el capital castra al trabajador, exprime el trabajo intelectual y manual, utiliza la organización del trabajo en su beneficio, aprovechándose de la potencia social de los trabajadores, crea la impúdica situación de dificultad del trabajador para reproducirse socialmente, su modo de vida, su existencia social, devorando el porvenir de la vida del trabajador y su familia, llegado al punto de limitar el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, esta crisis nos lleva a la crisis de la civilización del valor como explica García L., Alvaro (p. 105). En Venezuela estamos pues viviendo esa crisis, una crisis del valor de intercambio, la desvalorización del trabajo frente a la valorización del capital, en la que ha resultado pulverizada las condiciones de vida del trabajador.

Ante esta realidad, el gobierno bolivariano le abrió camino a la crisis del capitalismo venezolano, ventilando la crisis con el estimulo al consumo con los bonos de la patria, la permisividad del dólar, así como “la devaluación monetaria tan propia de todas las crisis…..Este es el instante en que la crisis se presenta como el relanzamiento del capital….” (García, L. A., Ibíd., 106).  El capital venezolano debido a las políticas del gobierno, se halla acumulando grandes beneficios, grandes ganancias, todo por la devaluación monetaria y la depreciación del salario, los bonos de la patria no hace sino ser absorbidos por los comerciantes, pareciera que la revolución e metamorfosea, prepara las condiciones de elevar la acumulación del capital a cuenta de la expoliación de los magros salarios que paga al trabajador que ha quedado huérfano de la protección social de la revolución bolivariana, y era de esperar, dada la desprotección salarial, el monopolio del Estado en decidir sobre los salarios, solo le queda al trabajador enfrentar la crisis sin el acompañamiento del gobierno el cual ha demostrado en el sector público haber negado los derechos de los trabajadores.

Actualmente en Venezuela se vive un estado de desprotección social de los trabajadores, incumplimiento de los contratos colectivos, ternemos la situación muy similar a los gobiernos neoliberales, “el desmantelamiento del estado de bienestar” Ibíd., p. 109) alcanzado por el chavismo en década y media de gestión de gobierno, (2000-2015), la causa, la guerra del dólar, la guerra económica, (especulación, sobornos, fraudes, corrupción, etc.), el gobierno chavista no ha podido con estas lacras del capitalismo, han desatado hiperinflación y miseria social, debilitamiento de la fuerza de trabajo, así como extinción de la seguridad social.

Al mismo tiempo, se ha presentado un fenómeno de continuidad de las políticas anterior a la V República, el uso del IVA como instrumento fiscal de recaudación de ingresos del estado, sobre todo en circunstancias de dificultad del ingreso petrolero, pero que ha encarece el valor de las mercancías que compra el trabajador, por lo que el trabajador ha caído en “la ciudadanización atomizada del contribuyente” (Ibídem) al estado para soportar la carga desigual entre el capital y el trabajador. Asimismo se vive un “tiempo de disciplinamiento del trabajador” (Ibídem) a los cánones de la revolución bolivariana.

Otros aspectos que evoca esta crisis, en la actitud monopolizadora, “evocadora de antiguos pactos, de antiguas prebendas sociales” (Ibídem) que no son otras formas de sostener la dominación política sustentada en las riquezas del país, la manera rentista de distribuir la riqueza para ejercer el control social, pareciera que el fantasma de “la Gran Venezuela”, la Venezuela Saudita como la llamaban sigue actuando en la V República, antes con Chávez ahora con San Nicolás, el presidente. Mientras eso ocurre, actúan fuerzas ilusorias enajenantes del pasado en el pueblo, los fantasmas del pasado de la VI República,”…. comprimen el cerebro de los vivos, que añoran un pasado desvanecido y rebasado por la arrogancia practica de los verdaderos usufructuarios. Es cierto que en este acto de reminiscencia histórica hay una defensa por lo poco poseído, pero eso es precisamente lo que lo convierte en drama, por cuanto que se trata de una añoranza deliberada de la opresión anterior opresión, refrendada por los derechos adquiridos y reivindicados”. (Ibíd., p. 111).

El venezolano vive hoy ante la pérdida de su bienestar social añorando su pasado, pasado que se desvaneció con el neoliberalismo, pero sigue mirando el pasado del espejismo petrolero, de la bonanza petrolera, de la Venezuela rentista, distribuidora de bienestar social, no quiere ver quiénes eran los verdaderos usufructuarios de aquella democracia, su cerebro está comprimido a un solo momento histórico, “cuando era felices” y no se daban cuenta de donde venía su felicidad, de la renta petrolera, de los mercados externos, no del fruto de su trabajo, sino de la redistribución de la renta petrolera que hacía el gobierno, y ese es el drama de hoy hecho tragedia, a causa de la opresión del imperio responsable del desmantelamiento del bienestar social en donde los derechos han sido vulnerados, pero no se le ve la cara al opresor, sino se mira al Estado como si este fuese el responsable.

Asi son las circunstancias, pero lo más asombroso es la actitud del ciudadano (a), “extraña y desconcertante, el esclavo vuelve sobre las huellas de sus cadenas, para reivindicarlas como programa, y al hacerlo, entrega voluntariamente las banderas de la reforma a quienes precisamente encarna su negación” (al neoliberalismo), (Ibídem). El pueblo venezolano añorando aquel pasado feliz, cae en la ilusión de un porvenir peligroso, cree que volviendo los partidos de la VI República , volverían los tiempos felices, los mismos en la que estuvo sujeto con las cadenas de la opresión mediante las compañías petroleras, las que se robaban el petróleo a diestra y siniestra, pero que importan ya sabemos la consigna de aquel tiempo de uno de los partidos del poder,  “robaban y dejaban robar”, ahora en la V República señalan  “se lo roban todo”, así que vivimos un mundo en parálisis, el estado benefactor de la revolución ha sido  fuertemente atacado no solo por las fuerzas neoliberales externas y domesticas, también por la burocracia y la corrupción.

Pero hay mas, ese ciudadano  o ciudadana del pueblo acostumbrado por la cultura petrolera rentista, aquella que añora, solo sabe pedir, esperar que le da el Estado, en tanto que el Estado, representado por el gobierno d ela revolución en respuesta solo sabe dar, asi se nos han ido veinte años, desde el rescate de la deuda social, la herencia del neoliberalismo que dejó a inmensas masas desposeídas en derechos hasta hoy en día, que no se termina de cancelar dicha deuda social por las abismales desigualdades creadas. La política del socialismo bolivariano en tal sentido se ha limitado a “Que hay que dar pan a los hambrientos, que hay que dar agua a los sedientos, que hay que curar a los enfermos, que hay que dar trabajo a los desocupados, que hay que liberar a los oprimidos….y quien más propicio para tan noble tarea que el supuesto Estado Socialista” chavista, bolivariano” (Ibíd., p.256).

Ahora que en condiciones de bloqueo y sanciones económicas, políticas y comerciales, la renta petrolera está suprimida, los petrodólares no llegan al país como llegaban los petrodólares, los ingresos son escuálidos, antes muchos se entusiasmaban en ser socialista, ahora solamente basta ver el resultado electoral de las últimas elecciones a la asamblea nacional en diciembre del 2020, para ver que el 70% de la población no sienten el mismo entusiasmo político, ¿Cuál es la razón?. Ya no perciben los mismos beneficios de antes, no se tiene acceso a los alimentos baratos, reina una hiperinflación, los trabajadores no tienen con que comprar los alimentos, los precios son especulativos a causa de la dolarización,  al agua no se tienen acceso en muchas comunidades, lo mismo da con  otros servicios públicos, el aseo y la electricidad, igualmente pasa en los centros de salud, no hay medicamentos  para el enfermo, tampoco para hacerles pruebas de laboratorios, no hay los reactivos químicos, en particular en los centros de de diagnostico integral, (CDI), creados por la revolución como centro de atención primaria en salud.

Después de la muerte de Chávez, la guerra económica arreció, comenzando por las sanciones políticas y terminando en bloqueos económicos-comerciales, de manera pues que el encanto mágico del chavismo se acabó, construido sobre la base del neorentismo petrolero, no sobre bases de la creación del trabajo socialista, el Psuv, el partido de Chávez “profetizaba el advenimiento de un mundo nuevo, …el todopoderoso Estado, cuya omnipotencia en todos los rincones de la sociedad sería la consumación de la revolución salvadora” (Ibídem). Desde Chávez hasta Maduro el gobierno han quedado atrapado en un socialismo de Estado, tan criticado por Chávez respecto a la URSS y el socialismo real, no se ha superado la “estatización socialízante”  al pensamiento nacionalista republicano de la derecha e izquierda realista del siglo XX, llegaron a la misma conclusión, “la teologización de la razón Estatal” (Ibíd., p. 255), en la que la crítica implacable de la IV República fue sustituida por la sacralización del PSUV y el Estado. Finalmente; de modo breve, hay que recordar que la consigna de “PDVSA ahora es de todos”, resulta inaplicable, somos testigos de que trabajadores de la misma empresa del Estado, conjuntamente con policía y guardia nacionales bolivariano se benefician de la venta de la gasolina, del diesel y del gas para su peculio propio, por otra parte, los beneficios del Clap y de los jamones navideños no llegaron a todo el mundo, excepto a la burocracia del Estado y funcionarios de alto nivel, el pueblo quedó defraudado del Gobierno chavista y bolivariano, me apena decirlo así, bolivariano.

Fuente consultada:

.-García Linares, Álvaro (2015). Narrativa colonial y narrativa comunal, en La Potencia plebeya: acción colectiva e identidades indígenas, obreras y populares en Bolivia. Siglo XXI, Buenos Aires, Editores, Clacso, 2015.

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