¿Seguiremos con las cacerías de brujas?

Martes, 09/02/2021 03:45 PM

En el lenguaje actual, "caza de brujas" significa metafóricamente una investigación que generalmente se realiza con mucha publicidad, supuestamente para descubrir actividad subversiva, deslealtad, etc. Pero con el propósito real de intimidar a los opositores políticos. También puede involucrar elementos de pánico moral o histeria colectiva (Wikipedia).

Nunca me han gustado. Me refiero ahora al caso del joven presidente de Gas Comunal, PDVSA, Jacob Grey, perseguido, detenido y expuesto al escarnio público a través de los medios y las redes sociales. No estoy tratando de justificarlo. En realidad es un delito, en un país gobernado por socialistas, matraquear al que llamamos pueblo en un servicio indispensable para la vida: el gas para cocinar. Cuando además somos un país petrolero, que por causa o no de las sanciones, no podemos disponer a nuestras anchas no solo del gas sino de la gasolina para movilizar los vehículos.

A pesar de los que muchos gritan y se desgañitan, creo en verdad que las sanciones sí tengan que ver con todo esto pues antes, hace apenas unos años, no estábamos en estas condiciones paupérrimas. La gasolina llegó a estar casi regalada, y nunca se escuchaban protestas por falta de cilindros llenos de gas.

Pero es que ¿solo el presidente de PDVSA Gas, y los otros gerentes, son culpables? ¿Son los únicos que hay que detener, perseguir, usar como bandera de justicia?

Caso notorio, quedándonos en PDVSA, es Rafael Ramírez, uno de los llamados en algún momento "hijo de Chávez" viviendo una vida de lujos en Italia o por ahí, que además se permite el tupé de ser publicado en portales como este, y seguir engañando a los incrédulos. Y recuerdo la detención de Pedro León que siempre aparecía televisado en cuanto acto sobre petróleo celebrado por la revolución. También recuerdo a Eulogio del Pino, presidente de PDVSA en 2014 y Ministro de Petróleo en 2015. Todos ellos presos por presuntos hechos de corrupción.

Fue muy triste el caso de Nelson Martínez, Ministro de Petróleo y Minería en 2017, químico con maestría en el famoso MIT (Instituto Tecnológico de Massachusets) quien falleció poco tiempo después en la cárcel, pues nunca aprobaron una cárcel domiciliaria a pesar de su condición de enfermo crónico y delicado. ¿Dónde estabas tú, en ese momento Fosforito? ¿Dónde estaba el Fiscal Tarek W. Saab que se pregona siempre defensor de los derechos humanos?

Fueron esos los chivos expiatorios del momento, a ellos iba dirigida la cacería de brujas, fueron mostrados como aquellas cabezas fritas y empaladas expuestas al escarnio a forma de lección pública, que nos cuenta Francisco Herrera Luque en sus historias fabuladas.

Además, Nelson Martínez había sido durante años presidente de la filial CITGO. Y ahora, ¿dónde anda el que entregó CITGO, y la patria al extranjero? ¿El que robó hasta decir basta a los venezolanos todos? Juanito Alimaña anda campante por ahí, convocando marchas, pero supuestamente no lo tocan ni con el pétalo de una rosa porque, según "puede ser un activo de intercambio".

Y aplaudo la ridiculez de la Comisión de Contraloría de la nueva AN, donde informa Jesús Brito, con cara de circunstancias, que ahora, apenas ahora, ¿sí consiguen pruebas para denunciar al personaje?

Hablando de ridiculez y payasadas, la primera Vicepresidente de la nueva AN, la flamante ahora de pelo liso Iris Varela, anda por ahí mostrando unas esposas ¿para agarrar a Juanito en cualquier lugar donde lo encuentre? ¡Háceme el favor!, decía mi querida madre con su castellano italianizado, que nos divertía mucho.

En relación a la presidencia de Gas Comunal debo contarles que en el 2019, fui muy bien atendida por el anterior presidente, General Frank Coello, cuando, sin ser para nada una enchufada, escribí una cartita solicitando la venta de 4 cilindros para la finca familiar, que debe alimentar a empleados y trabajadores, en un lugar a casi 300 kilómetros de la ciudad más próxima. Entiendo que mis razones fueron lo suficientemente convincentes para que desde la Presidencia de PDVSA Gas me donaran sin costo alguno, cuatro cilindros grandes, no en Caracas de donde escribía, no desde Ciudad Bolívar la ciudad más próxima, sino llevados directamente al lugar de destino para asegurarse el buen uso por el cual habían sido solicitados. Cosa que aprecié mucho, además llevando al despacho una bandeja de cantucci, dulcitos italianos que yo misma hice con cariño, para expresar mi gratitud.

Acentuar en estos días, con bombos y platillos, el delito cometido por la mafia del gas comunal me hace reflexionar que alguien quiere que nos detengamos en esa rama del gran árbol del desastre que estamos viviendo en Venezuela.

Por ejemplo, yo que pertenezco a la llamada clase media (no creo me incluyan en pueblo), también me siento robada y estafada cuando el endocrinólogo, necesario por mi condición de salud, ¡me cobra 100 lechugas verdes por una cita de control! O cuando el odontólogo ¡nos cobra 45 verdes por reparar una sola caries!

También me siento estafada y robada cuando el club Puerto Azul cuya acción compramos cuando nacieron mis hijos, cobrará este año 170 lechugas verdes por el trimestre, además de cuotas extraordinarias, representando estas mensualidades, con un total de seis mil accionistas, la cantidad de 4.380.000 $, equivalente a 12.000$ diarios para mantenimiento. Estos cobros son insólitos cuando además en todo un año, desde que comenzó la pandemia y cuarentena, han estado abiertas sus puertas apenas pocas veces, en flexibilidad. Suponiendo una hipotética flexibilidad continua, los accionistas usarían el lugar, si acaso, 52 fines de semana. Es lo que yo llamo pescar en río revuelto, o hacer su agosto, lamiéndose los bigotes a costa de la pandemia.

Por no hablar de los exagerados precios, siempre verdes, de los alimentos, que no son tocados ni por el pétalo de una rosa por las autoridades.

Y la lista es larga, compañeros. No se trata solo de los cilindros de gas.

No me han gustado nunca las cacerías de brujas, ni en este caso del gas comunal, ni en el caso del chinito de Recadi, ni tampoco en el caso del diputado Figuera, que motivó a Mario Silva a dedicarle casi un entero programa el sábado pasado, para hacerle bullying, intentando (creo) proteger la revolución.

¿No hay cosas más esenciales que tratar en esta guerra interminable por sobrevivir que existe en Venezuela?

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