Elección de gobernadores y alcaldes, caudillismo y cogollo

Miércoles, 03/03/2021 03:50 PM

Nota: Estamos en vísperas de unas nuevas elecciones; es más se intenta promulgar una disposición que permita realizar este año 2021 lo que llaman una "Mega elección" de gobernadores y alcaldes, ante lo que ya se ha puesto en evidencia la disposición del poder central de imponer candidaturas por encima de las aspiraciones y deseos de las colectividades. Y hasta se manifiesta una idea, según la cual, el centralismo y el control de los cogollos constituye una expresión revolucionaria y de vanguardia. Sobre este asunto, hemos escrito y disertado mucho en distintos espacios e intentado demostrar que, tal proceder es y ha sido también igualmente usado y es usado por la derecha. Porque es una forma de controlar, maniatar y no permitir que la vida transcurra como debe, sino como lo determina y quiere quien ostente el poder, la clase dominante, el individuo o el grupo que, en fin, de cuentas, resultan el mismo tipo con diferente cachimbo.

De lo aquí y en otros espacios hemos escrito, se desprende que el centralismo, que tiene un alto tinte de la clase dominante, pues viene de aquello de los faraones, monarcas, etc., habiendo admitido, la elección de gobernadores y alcaldes e incluso lo "participativo y protagónico" en la Constitución Bolivariana, encontró en la cooptación la manera de invalidar esas conquistas. Por eso, cuando se habla de las ciudades comunales y el Poder Comunal, cómo entender que quienes usan y abusan de la cooptación, centralismo y cogollo pudieran ser los más conspicuos para presentar tales ofertas. No obstante, la derecha que de hecho es centralista, pues viene hasta de aquello de los dioses, en lo que los monarcas y faraones, en distintas culturas justificaron su poder, diciendo que este emanaba de Dios, ahora en Venezuela, a la hora de escoger candidatos para gobernadores, le cuesta imponer ese criterio, porque la división que cunde entre ellos eso dificulta.

El artículo que sigue le publique en 1986.

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Elección de gobernadores, caudillismo y cogollo.

Eligio Damas

Aquel hombre de cabellos blancos, porte elegante. historiador con una obra cuantiosa y difundida, publicada y republicada por diversos organismos oficiales y privados, se llegó hasta nosotros, invitado por gente muy preocupada de la región y afirmó con convicción que el aprendizaje de la historia, partiendo de lo local y regional implicaba un serio riesgo, "la formación de un ciudadano con una visión localista y regional". *

Curiosamente, el autorizado vocero de un partido con el que el historiador nunca ha simpatizado, afirmó en estos días que se oponía a la elección de gobernadores, entre otras cosas, porque esa práctica suponía un cierto caudillismo regional.

Para el historiador y el político poner énfasis en el interés regional, aprender historia partiendo de nuestro entorno y elegir en la región nuestras autoridades, constituyen prácticas peligrosas.

El caudillismo provincial, que dejó un saldo negativo en la historia nacional, tuvo su origen en el momento mismo de la anexión de estos territorios a la corona española. La Capitanía General de Venezuela, que le dio unidad territorial y política a la colonia venezolana, nació casi trescientos años después del "descubrimiento". Es decir, aquella nació cuando ya había una cultura, una forma de ser y una concepción política provincial muy internalizadas. Además, y esto es muy importante, la economía provincial, por su origen y por las disposiciones legales emanadas de la corona, estaba acomodada para operar al margen de las otras provincias. Los productos primarios de cada una de éstas se exportaban al mercado internacional del cual recibían a su vez, por sus puertos naturales, los productos que necesitaban. Ese estado de cosas dio origen a un productor y comerciante con una apreciación provincial que hasta ya entrado el siglo veinte será un obstáculo para el "progreso nacional". Y el hombre, sin importar su origen u ocupación, se nutrió de una visión según la cual por encima de todo estaba el interés provincial. Y se hizo la guerra y después muchas guerras se desataron bajo la engañosa consigna del interés de la tierra chica. "Federación es que los zulianos manden en el Zulia, guariqueños en Guárico y orientales en oriente", según se ha escrito por allí, era la opinión del viejo general Sotillo.

Con Gómez comienza la explotación comercial en grande del petróleo y también la concentración de todo el poder en la Capital del país. Gómez, desde Caracas, siente el pulso y el aliento de Venezuela toda. Nada escapa a su control y él, todo lo decide. El ejército nacional, fuertemente controlado y manejado por el Poder Ejecutivo, puso fin a los ejércitos personales de los caudillos provinciales. Con esa unificación político-militar que pondrá orden y concierto en el mercado interno, se inicia el lento pero firme crecimiento del capitalismo en la patria nuestra y se crean condiciones estimulantes para la inversión extranjera. Y es que el modo de ser del capitalismo europeo-norteamericano de la época de Gómez, ya no se aviene con aquella división provincial que tan beneficiosa le fue en otra época. Ahora, para las inversiones en grande, nos requieren unificados y fuertemente centralizados.

Y esas inversiones extranjeras se concentrarán en determinadas áreas del país. Concentración que se intensificará bajo la democracia y el esquema de sustitución de importaciones. Y de esa manera, "incitaron" al Estado a invertir con preferencia en los mismos sitios. Y en Caracas y en el centro, bajo el amparo de la inversión extranjera y el gasto público, se creó un núcleo de significativo peso específico político-económico. Y el ingreso mismo del Estado favoreció las tendencias centralistas entre los manejadores de éste. Un poder y otro se han venido estimulando y amparando. Hasta llegar, en la era de los monopolios económicos, a esto que se identifica con la palabra cogollo.

Hoy esos mecanismos resultan insoportables para las regiones todas, para el pequeño empresario y hasta para el hombre común y corriente. Conspiran contra el desarrollo armónico del país, violan los principios democráticos, anulan la representatividad y excluyen a sectores políticos, sociales y económicos dinámicos y progresistas no ubicados dentro de ese "círculo de fuego". A ellos, a esos odiosos mecanismos, debemos que la región carezca formas políticas respetables para fijar su propio destino.

Por estas cosas, hacer del voto un medio para conquistar la autoridad de la región, la independencia y majestad de los gobernantes, fortalecer su representatividad, sin romper con la indispensable y necesaria vinculación con el país todo, de acuerdo con las mejores tradiciones del federalismo, es la mejor fórmula para romper el agobiante cogollo cultural-político-económico impuesto al país.

El historiador y el político, secularmente opuestos en muchas cosas, se preocupan por lo mismo, el provinciano y la provincia asumiendo sus derechos, lo que nada tiene que ver con el caudillismo provincial esclavista y enfeudado.

*El personaje a quien aludí arriba fue Guillermo Morón

Columna : Ayer y Hoy

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