"Viviendo en comunidad pura, nuestra civilización sería una pocilga. ¿Es que se sabría lo que vale el hombre sin la guerra? ¿Es que se sabría lo que valen los pueblos y las razas? ¿Es que estaríamos progresando? ¿Es que tendríamos solamente esa idea de valor traslada del habla del guerrero a la del comerciante? No hay ningún pueblo que, habiendo adquirido en el mundo alguna fama, no se glorifique antes de todo de sus anales militares; son sus títulos para la estima de la posteridad. ¿Es que vamos a hacer de ellos notas de infamía?"
La emancipación del pueblo lleva consigo la emancipación del pensamiento y de la cultura en general. El pueblo ya no se contenta "con que piensen por ellos los que les explotan, revelando así que van adquiriendo conciencia de su dignidad humana", mientras "parece que enerva y paraliza a la burguesía un irremediable horror a la ciencia y la verdad. No va en busca de la verdad, sino de armas para retener sus privilegios".
El socialismo cumple, por ello mismo, una función liberadora en este terreno, ya que, por una parte, tiende a un aprovechamiento racional del poder tecnológico y, por otra, a una extensión de la cultura desligándola de sus adherencias y su contenido clasistas. El socialismo no es una simple teoría económica, aunque se base en ella. El Socialismo es un ideal no realizado, sino a realizar por obra del pueblo. Como ideal o como aspiración incluye una transformación de las instituciones sociales y culturales, del estado burgués, de la enseñanza, del derecho. El socialismo supone una transformación de la moral burguesa, puesto que incluye una humanización de las relaciones entre el pueblo, es decir, supone que los valores que en el capitalismo jerarquizan la convivencia o subordinan unos pueblos a otros dejan de cumplir tal función precisamente porque la posesión, que es el medio de encumbrarse y de adquirir valor, se ha hecho imposible.
Si bien el socialismo no está realizado, no es una utopía. El socialismo no traza un cuadro de la sociedad futura porque ello argüiría falta de sentido histórico. El socialismo se basa en las posibilidades que ofrece el estado de la ciencia y el desarrollo de las fuerzas productivas.
Dentro del socialismo, el trabajo deja de ser una frustración para convertirse, por una parte, en una expansión de las facultades creativas del pueblo y, por otra, en un enriquecimiento del ámbito en que se desarrolla su vida.
Esto demuestra que el socialismo es, por una parte, el término hacia el que necesariamente desemboca el capitalismo y, por otra, significa un capitalismo depurado de ciertos excesos (militarismo, proteccionismos, salarios bajos, etc.). En este sentido se percibe cuánto debe a Spencer la idea de un progreso necesario, axiomático, y también la distinción entre sociedades industriales y sociedades militares. "Lo que el socialismo representa en el fondo es el triunfo del industrialismo, o mejor llamado productivismo, sobre el militarismo, la transformación de los pueblos militantes en sociedades cooperativas de producción."
Marx ha hablado del socialismo precisamente como superación de tal irracionalidad. Todo el análisis de El capital está centrado en mostrar que, lejos de existir una mano invisible que guíe la producción y distribución en beneficio de la mayoría, lo que hay en el modo de producción capitalista es una producción social de mercancías y, frente a esta producción social, una apropiación individual de beneficios. Pero no es esto lo más importante que Marx pone de manifiesto; lo más importante es que la producción no se dirige a la satisfacción de necesidades, sino a la extracción de plusvalía, con lo cual muestra que el modo de producción capitalista, lejos de marchar hacia una armonización de interese, sostiene y reproduce el enfrentamiento entre las clases antagónicas.
El capitalista y el vendedor de fuerza de trabajo, están en el mismo barco y tienen el mismo enemigo. Tal presentación del problema diluye la explotación de forma moralizante y desemboca en la conciencia de que nadie es culpable. Marx se trata, más bien, de que hay una clase que posee los medios de producción, lo cual le permite ejercer una hegemonía en todos los niveles (políticos, jurídico, etc.), y hay otra clase, la vendedora de fuerza de trabajo, que está sometida a la anterior. Marx, es también el sistema lo que hay que transformar, pero el sistema no es nada ajeno a sus componentes, es decir, a las clases que lo integran. No se trata de que ambos sean víctimas de una fatalidad extraña, sino de que hay una clase que hace valer su prepotencia para conservar las cosas como están y otra que es evolucionaria en la medida en que quiere transformar la explotación en una comunidad de trabajo.
¡La Lucha sigue!