María Alejandra Díaz y sus resabios. De resabiados está el país lleno

Martes, 23/03/2021 03:00 PM

El Drae dice de la palabra "Resabiado", que se trata de un adjetivo referido a "una persona o un animal, que, por su experiencia vital, ha perdido su ingenuidad, volviéndose desconfiado o desabrido".

Aparte del significado recogido por la Academia, también se dice de quien "reacciona con desconfianza o agresividad ante determinados hechos por tener experiencia en ellos."

Dije en un tuit, refiriéndome a ella y a Pascualina Curcio, que ambas, habituales invitadas al programa de Mario Silva, "se habían vuelto respondonas, resabiadas y trasnochadas", haciendo uso de los mismos calificativos que usó en su artículo "Nosotros los resabiados", publicados el domingo en Aporrea. https://www.aporrea.org/actualidad/a300852.html.

Por decir eso, alguien en las redes, con sobradas razones, me corrigió diciéndome "no se han vuelto, siempre lo han sido". Y me dio a entender que, eso era solo algo así como la punta de iceberg.

Pero en el particular lenguaje de mi pueblo un "resabiao", es una persona o animal que tiene sus mañas, sus particulares maneras de reaccionar que, no por serlo así, están apartados de la realidad, la razón y la sabiduría.

Por lo anterior, el "resabiao", pudiera colidir con el sentido que Gramsci le dio a la expresión "sentido común" y contra lo que el pensador italiano advirtió. Pues el sentido común lleva a la gente a actuar, responder, como le conviene, hasta le gusta o porque ve a los demás hacer lo mismo, como aquello de "al pueblo que fueres haz lo que vieres", lo que parece una manera de buscar ser aceptado y hasta aplaudido, algo acomodaticio, pese pudiera actuar en contradicción con el interés colectivo, la verdad y hasta la realidad. El sentido común es pues alienante.

Lo que nos lleva a la conclusión, que la palabra "mañoso", no implica irracionalidad, responder incoherentemente por prejuicios, odios sino por sabiduría, con lo que, de mañoso, pudiera parecerse a lo de "resabiado". Pero si es un actuar en contra del "sentido común" y nada "desabrido", con lo que estaríamos contrariando al Drae, cosa que a un resabiado como yo le encanta.

Pero María Alejandra también dijo, "Algunos, por nuestra condición de resabiaos, nos tildan de infantiles, dogmáticos, tercos, belicosos y hasta trasnochados y nos llaman así porque no declinamos en nuestro compromiso patrio".

Es decir, entre tantos calificativos, digamos que se endilgó, aunque según ella se lo endilgaron "algunos", está el de "trasnochada", justo el mismo que el presidente Maduro ha venido utilizando para referirse a todo aquel universo que, en la izquierda, discrepa de sus políticas.

Pero no se quedó en eso, en lo de identificarse con los trasnochados que ya están afuera, sino que llegó a más, como que "Otros son los traidores que quieren jorobarnos, adoctrinarnos, hacernos perder, someter y humillar. Si algún vicio tenemos ha sido el vicio de liberar pueblos, de ser rebeldes y socorrer al necesitado."

Se dice, en el lenguaje coloquial, "a buen entendedor, pocas palabras". Y estas sin suficientes para marcar el distanciamiento de ella de quienes han querido "jorobarla y adoctrinarla", para no decir más, por lo mismo que pocas palabras bastan. Y ella ya las dijo.

En el mismo sentido de María Alejandra, pareciera vienen caminando Pascualina Curcio y otros hasta economistas de mucho renombre, dentro del partido de gobierno, que han venido discrepando de políticas del gobierno, sobre todo en materia salarial.

Así como la abogada y constitucionalista habla de esos "traidores", palabra de mucha gravedad, que se suele utilizar para el rompimiento, ya en disposición de no dar marcha atrás porque "llegamos al llegadero", la Curcio se ha limitado, de manera reiterada y con sobrada razón, a acusar a "los monetaristas" del gobierno y particularmente del Banco Central, de agredir a los trabajadores con sus políticas que, se empeñan en hallar las causas de la inflación en los salarios, algo así como que, hay de ella, "porque los trabajadores son unos "agallúos", codiciosos, que quieren, sin motivo ni razón, les aumenten los salarios. De donde, según ese juicio, serían los trabajadores quienes se apropian o quieren apropiarse de manera desmedida del beneficio del trabajo y hasta del capital y obligan a los empresarios a actuar con justicia a aumentar los precios "para que la inflación no siga aumentando".

De donde se pudiera concluir que, entre los monetaristas y quienes le llevan la contraria, estando ambos en el partido de gobierno, se hallan unos cuantos traidores, depende quien juzgue. Si nos ponemos del lado de Pasualina y sus partidarios o coincidentes, serían entonces los "monetaristas", de los cuales, el único que pareciera dar la cara es Jesús Farías, pero dado que esa es la política del Banco Central y la que sigue el gobierno sin chistar, lo que empieza por la materia salarial, de la exclusiva incumbencia de este último, son muchos más, pese que nadie les pone nombre y apellido.

Pero María Alejandra, más que Pascualina, a quien uno supone pensando cómo hacer, proceder, porque bien se sabe el cuento de los monetaristas, que no son unos fantasmas o gnomos que se valen de sus magias, habilidades y capacidad de hacer sin que les noten, sino que tienen peso, ocupan un lugar en el espacio, y bastante, se vino por la calle del medio y dijo, "Si nos califican de necios porque defendemos la Constitución íntegra y totalmente, infantiles porque solicitamos se aplique la justicia contra quienes nos han chuleado, parasitado, saqueado y robado con la complacencia de las instituciones, majaderos por solicitar salarios justos y dignos cumpliendo con la CRBV y su artículo 91, por gritar a los cuatro vientos que debemos volver al camino de Chávez y Bolívar: estaremos orgullosos de los epítetos que nos pongan pues lejos de humillarnos, nos honran."

Después de esto no hay que buscarle cuatro patas al gato; bien se sabe a quién se ha dirigido María Alejandra Díaz; no está hablando del ciego o ciegos, sino de quienes a estos les ponen el garrote de la palabra en la boca y hasta ellos mismos lo blanden si el ciego no se decide o no acierta nadie, como en el caso específico de los trasnochados.

Se dice y se sabe que el agua que llena los ríos, llegado a un nivel, se desbordan y corren por las sabanas y en lo que son sus cauces naturales, donde antes estuvieron, corrieron con libertad y se lleva con ella los engaños y trampas que le hace el hombre intentando despojarla y termina poniendo cada cosa en su sitio. El agua busca sus derrotes, porque tiene sus resabios y el hombre también hace lo mismo.

Se sabe de mucha gente que haya en el antimperialismo un motivo, causa o justificación para callarse, evadirse y no hablar como de ellos se espera. Y, ante lo que no es culpa de aquél, sino de otro, prefieren callar porque temen favorecerle, pese la magnitud del daño ocasionado que, hasta comenzó por abrirle las puertas a la "planta insolente". Y esto no es para para provocar una ruptura innecesaria o ampliar la que ya existe, en un momento vital, cuando el injerencista viene más a la ofensiva, sino para llamar a la unión de todos los dispuestos a enfrentarlo, pero con la verdad, las acciones y la gente pertinente para eso, los verdaderos aliados.

Los luchadores buscan con ansiedad y, en veces con paciencia, su camino y en este se encuentran con quienes de verdad andan en lo mismo. Y quienes lo hacen por la justicia, la verdad y la racionalidad del movimiento, al encontrarse en el se felicitan, sonríen y alegran. Todo aquello quedó atrás, fueron trampas del enemigo, "vapores de la fantasía", como dijo Andrés Eloy, que la maldad puso en el camino; pero los resabiados, quienes han "perdido su ingenuidad, volviéndose desconfiados", o efectivos y no del gusto de quienes engañan o se engañan y se vuelven tercos para defender sus posiciones, terminan siempre encontrándose en la vía, la ruta que dictan verdad y consecuencia.

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