El socialismo venezolano visto con ojos de un cubano. Copia de una copia

Martes, 27/04/2021 01:34 PM

Advertencia: Bajo la firma de Leonardo Padura, aparentemente un ciudadano cubano, Aporrea publicó un artículo, con fecha 25-04-2021, con el título "Cuba, el congreso del Partido y más continuidad". Después de leerlo tres veces, por hallar allí tantas cosas que parecieran hablar de Venezuela, tanto que llegué a creer, y todavía esto sospecho, intentó hablar de Venezuela haciendo alusión a la realidad cubana para pasar desapercibido. Y es lógico que así piense, pues todo lo que dice entra aquí perfectamente. Por eso y, esta es mi advertencia, opté por este ejercicio. Me "fusilé" o "nacionalicé", el artículo de Leonardo Padura, con su perdón y me limité a cambiar todo lo que identificase a Cuba; cambios de forma, porque mucho de lo sustancial que dice, como lo económico y lo político, pareciera dedicado a Venezuela, tanto que, quien los revierta, notará que ¡es como lo mismo!

El lector puede, donde diga Venezuela, poner Cuba y sustituir PSUV
por PCC y verá que es como lo mismo. Por supuesto siempre habrá y se hallarán diferencias.

Quede claro que me fusilé, copié, de Leonardo Padura. Su trabajo se puede leer siguiendo el enlace de Aporrea, https://www.aporrea.org/internacionales/a301977.html, página que a su vez lo tomó de https://www.nuso.org/articulo/cuba-el-congreso-del-partido-y-mas-continuidad/

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El Congreso del PSUV escenificará el retiro de viejas candidaturas en las venideras elecciones que no dieron pie con bola, pero unas pocas, las que no tienen sustento, por lo tanto que hay pa` eso. Pero, en Venezuela, se habla de muchas otras cosas, de la unificación monetaria, la pandemia, las vacunas, la crisis y de la carne de res y pescado que aquí no se comen por lo caro. El «congreso de la continuidad histórica» resume las tensiones entre inercias y cambios.

La gente en Caracas habla. Habla de todo. Habla mucho, por ejemplo, del rebrote del covid-19, que en los últimos dos meses ha alcanzado cifras que rebasan el millar de contagios diarios, cuando nos habíamos habituado a contar menos de 100. Habla del anuncio de supuestas medidas adicionales de restricción por la pandemia, más cierres, más controles. Habla del vecino que ha dado positivo y está ingresado, el pobre. Habla, claro que habla, de los diversos candidatos "vacunales", apuesta por ellos y los espera como la tabla de salvación.

También habla, ahora mismo, que el gobierno venezolano, autorizará a los ganaderos del país a exportar sus animales y quizás a botar la leche, como lo hacía Beto Finol en el lago de Maracaibo, ya que aquí casi nadie tiene como comprar una cosa y la otra. Es preferible la leche botar y no que cualquier pendejo tome leche a cuenta de oreja de cochino, decía el ganadero zuliano y adeco de militancia.

Claro, se podrá vender carne y leche, pero a los pocos que la puedan comprar y bajándose fuerte de la mula en dólares, en espacios como las estaciones de gasolina dolarizadas, porque bolívares por leche no es negocio. En Venezuela todo se regula, se controla, aunque luego se "recontrarregula" y se descontrola, como la transmisión de la epidemia y la incompetencia, dicho así para que el lector ponga lo que sabe, que es bastante. El problema es que, en Venezuela, que llegó a ser un país altamente consumidor de carne ahora eso sólo queda en el recuerdo y las ofertas para llegar al cielo.

La decisión de "liberar" las reses para exportación está envuelta en un paquete de medidas de las que, se asegura en medios oficiales, 30 son consideradas de prioridad y otras de carácter inmediato, dentro de los fines de los motores encendidos y roncando, para estimular la producción de alimentos en la nación, algo que, como lo habla la gente, es un problema cada vez mayor. Sin que dejemos de advertir que dicha oferta es maña vieja y se repite a cada momento desde hace muchos años.

Se habla, y mucho, que el dinero no alcanza. El dólar no tiene compón y no hay quien le ponga freno, fin a sus malcriadeces y crueldades y se dice que se planifica, como medida heroica y sabia, para que la gente crea que el dólar va en caída, quitarle unos cuantos ceros al bolívar.

Los salarios estatales y las pensiones por lo elevado, según los expertos del gobierno, quedarán atados, aunque los precios de los productos, de la simple subsistencia, lo único que puede comprar la mayoría, se quintupliquen, porque ellos, salarios y pensiones, son la causa de la inflación y es injusto que los trabajadores exploten a los capitalistas y propietarios. ¡Dios salve a Jesús Farías!

Sin embargo, las tiendas del Estado, esas que servirían para compensar los estragos del salario, están cerradas o desabastecidas y frente a ellas se producen largas colas que pueden llevarle al pretendido comprador cinco, seis horas, a sol y lluvia y sin baño donde hacer sus necesidades (de eso también se habla, muchísimo), el mercado negro del cambio de divisas le ha dado al dólar y euro valores más reales. Y subiendo.

Se habla, por supuesto, que el presidente Joe Biden ni nos ha mirado. Se esperaban algunos cambios en las medidas muy restrictivas que aplicó la administración anterior, que recrudeció las leyes del bloqueo. Se espera que no se meta con las remesas y deje que ellas lleguen, porque es una forma de independizarnos del imperialismo y ganar libertad con el dólar imponiéndose como moneda local, que uno lo sienta como un carajito nacido en la parroquia San Juan que habla nuestra lengua, la criolla, con el "quedaíto" propio de cada pueblo y barrio. Y cuando habla del tema, la gente se pregunta: ¿Biden es más de lo mismo? Hasta ahora, para los venezolanos, parece que sí.

Pero se habla, sobre todo, que la cosa está mala. Que la economía está en crisis con la paralización de todo, empezando por el negocio petrolero, de donde lo poco que producimos no da para nada, que no hay gas, gasoil ni gasolina, de la ineficiencia tradicional, del incremento de las actividades del Coqui y las conversaciones de paz que con él se adelantan; que la vida es cada vez más cara y la gente no sabe cómo arreglárselas. Hasta el propio presidente de la República, Nicolás Maduro, cuando se le agota el tema del Covid lo dice, aunque no reclama soluciones inmediatas, porque según él, todo es culpa de las sanciones y del imperialismo. De donde, al parecer, si uno se pregunta como el Chapulín Colorado, ¿quién podrá salvarnos de todo esto?, va a terminar gritando, "¡Biden. Biden, he allí nuestro salvador!"

Y aunque también se habla del Congreso del Psuv, creo que se le dedican menos palabras, comentarios, pensamientos de los que por lógica debería provocar. Incluso en los medios oficiales, regidos por el Partido, estoy casi seguro que se ha hablado mucho menos que otras veces. Apenas se sabe que se discutirá en el Congreso de la necesidad imperiosa de cooptar todos los candidatos a gobernaciones y alcaldías, porque eso de permitir a la militancia que los escoja es "liberalismo puro", contrario al centralismo democrático y la disciplina revolucionaria y el derecho a mandar de la dirigencia. Eso sólo le compete al presidente del partido y del gobierno, si acaso consulta con quien está obligado porque si no le sacan la alfombra.

Se dice, además, que el Congreso traerá cambios. Pero solo sabemos con certeza de que habrá uno, y lo conocemos desde hace varios años, y este es que, en pleno ejercicio de la democracia interna, lo participativo y protagónico, decidirá otorgarle al presidente la facultad de decidir quiénes deben ser los candidatos y estos repartírselos entre los grupos del partido.

¿Qué implicará ese cambio? La gente no lo sabe y apenas especula sobre el tema. Ya se sabe, porque se ha dicho, que el Congreso será un ejercicio de continuidad, de reafirmación de la irreversibilidad del socialismo en Venezuela, o sea que, en esencia, se dirá que se mantendrán las mismas formas de gobierno, política y de organización social existentes en estos momentos.

Si hubiera más información sobre qué podría traer la reunión del máximo órgano de decisión del país, quizás la gente hablaría mucho más. Pero el secretismo es parte del sistema político venezolano. No obstante, se supone que las reuniones de ese congreso, no implicará un relevo esencial de prácticas políticas, aunque ya en el plano económico, como he relatado antes, se han ido introduciendo transformaciones, pues el país atraviesa una de sus peores crisis financieras, de producción y de suministros, sin antecedente alguno.

Con menos expectativas en el ambiente de lo que tal vez debería generar la reunión del partido gobernante en Venezuela, sería deseable que el Congreso diera muchos más temas de los que hablar, especular, resultados que esperar. Que, como resultado del cónclave, se sacudieran más y mejor, unas estructuras económicas que han demostrado estar plagadas de mecanismos y leyes disfuncionales, como las que provocaron el empobrecimiento de la masa de trabajadores del país y deseo de millones de salir de aquí a la carrea a dónde sea, como que cualquier sitio es bueno o la tan deseada e implorada indexación del salario a lo que sea, como un ancla que nos agarre fuerte ante los embates de los especuladores y cambios que traigan más esperanzas a una población que vive una etapa de infinitas dificultades, agravadas por la presencia de la pandemia, que ha alterado el equilibrio económico del mundo, no solo de Venezuela.

En Venezuela se hablará mucho de la confrontación íntima entre Guiado, Leopoldo López, frente a Capriles y los restos del naufragio del G-4; de todos estos con el gobierno de Maduro y lo más novedoso, de las relaciones diplomáticas entre el Coquí y el oficialismo, cuando un ministro sale pidiéndole cacao al mandamás de la Cota 905. Pero en Venezuela se habla de muchas otras cosas, como el asunto monetario, un salario propio de una sociedad de capitalismo salvaje que ronda con la esclavitud, la pandemia, las vacunas que uno no sabe a quién vacunan y qué hacer uno que tiene más de 80 años, pero sin enchufe, para que le vacunen, la posibilidad de comer carne y que el salario mensual alcen si quiera para comer tres días.

Una gran campaña de vacunación contra el covid-19 en el mes de mayo, podría ser un gran legado del gobierno. El original cubano, como ya, saben, el trabajo de Leonardo Padura, habla del partido, pero aquí en Venezuela, este no tiene el peso que el de allá, aquí es algo así como un parapeto, esa es una diferencia importante. La venidera campaña electoral lógicamente, para la gente del gobierno, entraña una meta fundamental, hasta histórica, para seguir controlando el aparato del Estado, lo que parece ser la gran y casi única meta ó lo más o menos visible en lo inmediato. Pero la gente necesita más. No solo para hablar, sino para vivir mejor. Creo que después de tantos sacrificios, los venezolanos nos lo merecemos. Y con urgencia, no con soluciones a largo plazo que, a veces, ni siquiera han llegado, perdidas en el tiempo, en el espacio, en la ineficiencia y en el olvido.

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