"La cruzada es también virilidad. Procede del libre albedrió y no de la gracia. Y toda cruzada es uno de los actos más agónicos del cristianismo. El que va a imponer una fe a otro por la espada, lo que buscas es convencerse a sí mismo. Pide señales, pide hacer un milagro para sostener su fe. Y toda cruzada por la espada acaba por producir la conquista del conquistador por el conquistado, y el conquistador se hace nadista".
Es fundamento de las sociedades civilizadas que nadie tiene derecho a tomarse la justicia por su mano, y menos que otros cualquiera aquellos a quienes se supone encargados de hacer cumplir, en última instancia, por la fuerza, los fallos de la llamada Justicia. El sable, o se saca para dar con él filo, o se le tiene envainado; para lo que no debe nunca, desenvainarse es para dar con él de plano.
Conviene ponerse en guardia, desde luego, contra la especie de que los militares sientan el patriotismo más vivamente que los demás ciudadanos, lo cual es tan falso como suponer que los curas sean más religiosos que los demás hombres y mujeres, o que los profesores tengan más amor a la cultura que los que no lo son. Hay que reaccionar contra la tendencia a que eso que se llama la religión del patriotismo asuma formas militares.
Otras muchas falacias pueden citarse al respecto, y entre ellas lo de reversar la frase de "dio su vida por la patria" para aquel a quien se la arrebataron violentamente mientras sostenía, con las armas en la mano, el partido que el Gobierno de su patria le mandó sostener, como si no diera también su vida por la patria aquel que la consume día a día en servicio de su cultura y su prosperidad.
Si el sentimiento patriótico ha de sostenerse y perduran teniendo por base capital la forma militarista de él, hay que condesar que al sentimiento patriótico le quedan ya pocas raíces de Estado y que acabará por borrarse.
Así como los teólogos acostumbran decir que niega un misterio quien niega la explicación que ellos dan de tal misterio, así en muy frecuente que en todos los órdenes, pues en todos domina aquí la especial manera de discurrir que llamaré teológica, se afirma que niega un hecho, un sentimiento o una idea el que niega la base que a ese hecho, sentimiento o idea le presta quien tal afirmación hace. El que para explicarse el orden moral necesita, o cree necesitar, recurrir a la doctrina del libre albedrío, acusa a quien niega que tal libre albedrio exista de que quita todo fundamento al orden moral y suprime, por tanto, el orden moral mismo.
Es indudable que el patriotismo tiene dos raíces: unas sentimental y otra intelectiva. Hay la patria sensitiva, la que podemos abarcar con la mirada, y que no se extiende en su origen más allá de nuestro horizonte sensible, y hay la patria intelectiva o histórica, la que se nos enseña a querer en la escuela, con relatos más o menos verdaderos. Son los dos polos del complejo sentimiento patriótico. Y, se observa un, fenómeno de polarización, "consistente en que van creciendo paralelos el sentimiento cosmopolita de humanidad y el apego a la pequeña región nativa. Se concentra la intuición sensible de patria a medida que se abstrae el concepto de ella, lo cual quiere decir que no están en perfecta compenetración y armonía. Y no lo están, seguramente, por culpa de la presión coercitiva y bárbara que se ha empeñado en casarlas en la Historia según intereses de clase".
¡La Lucha sigue!