Reflexiones Críticas sobre el Proceso Bolivariano

(IV /de IV) Poder Constituyente y Transición Socialista

Miércoles, 02/06/2021 07:45 PM

(IV /de IV) Poder Constituyente y Transición Socialista

Reflexiones Críticas sobre el Proceso Bolivariano

Agustín Calzadilla

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Parte II: La Constitución estadounidense: plenitud y decadencia de la modernidad capitalista. (Final del Capitulo I)

El pensamiento académico colonizado y pro-imperialista presenta la Constitución estadounidense como la primera y más perfecta creación de todos los tiempos; el texto, según sus apologistas, obedeció a un supuesto "plan "divino" y por tanto, destinado a ser un modelo inmejorable de "libertad y democracia" a seguir por las buenas o por las malas en el mundo entero.

El texto fundamental se construye en los inicios de las relaciones de producción capitalista, por lo que, confluyen en él, corrientes conservadoras y en lo fundamental, del liberalismo clásico acompañados sin más de una extrema exclusión de las mayorías populares.

Un somero balance de la Constitución norteña descubre que una cosa es el discurso formal de libertad y democracia…y otra muy distinta la realidad objetiva de este publicitado sistema político. Porque lejos de todo el formalismo de su arquitectura jurídica, el sistema constitucional fue y continúa siendo, comprobadamente clasista, oligárquico, plutocrático, cerrado y racista en una palabra, antidemocrático. Y, como si esto fuera poco, es ampliamente aceptado por estudiosos de los sistemas electorales su escandalosa y pútrida corrupción; tanto así, que todavía en enero de 2021, no se sabía quién era el nuevo presidente que resultó electo en noviembre del año anterior. Trump había cantado fraude, lo que provocó la toma armada del Capitolio por sus seguidores y cómplices internos en ese Congreso que bien parece un mercado de traficantes de contratos, de lobistas y perros de la guerra que la Casa de los legisladores.

El sistema de élites y la burocracia que lo pone en marcha es similar a una banda de delincuentes que opera con total y absoluta impunidad en su territorio como en el planeta entero apoyada en sus colmillos atómicos y un cinturón de más 1000 bases militares que abraza la esfera terrestre y más allá, el espacio extraterrestre.

Observemos a continuación algunos breves antecedentes históricos para luego pasar a una sintetizada evaluación en torno a la composición, funcionamiento y contenido político ideológico de la Convención de Filadelfia de 1787, la cual, dio nacimiento a la Constitución de 1789, con 27 enmiendas agregadas hasta el año 1992, que como se ve, atraviesa así la larga noche de la modernidad capitalista hasta su crisis terminal de hoy como potencia hegemónica planetaria.

II.1 Un poco de historia

Los colonizadores europeos, emigrados de Inglaterra y de otros puntos del viejo continente, que huían aterrorizados por las guerras político religiosas de los siglos XVI y XVII, van a ocupar la costa este de América, justo la franja norte continental que baña el Océano Atlántico. Allí se fueron asentando las trece colonias originales que, tras un largo proceso de conflictos y desavenencias, se agrupan en 1774 en una Confederación para independizarse de Inglaterra; más tarde, van a construir lo que sería su poderoso Estado imperialista sobre la base de una Federación de estados asentado en un territorio en buena parte arrebatado a sus vecinos y pueblos originarios.

Las trece ex-colonias británicas constituidas ya en Estado federal, planifican, sin prisa pero sin pausa, una política expansionista hacia todos los puntos cardinales planetarios; en siglos posteriores a su fundación no solo invaden los territorios de los indígenas y de sus vecinos fronterizos van más allá, pasaron a convertirse en el mayor peligro para la vida, paz y seguridad del mundo que habitamos.

El prestigioso historiador y doctor en ciencias sociales Vladimir Acosta, en su excelente libro "El Monstruo y sus entrañas", pone al descubierto en su estudio crítico de la sociedad estadounidense, el mito "democrático" del liberalismo clásico y específicamente, las limitaciones de la Constitución de los Estados Unidos que contrapone al texto fundamental de sus habitantes originarios más democrático y antiguo.

Dice el profesor Acosta:

"El sistema de democracia política y económica de la Confederación Iroquesa estaba contenido en una Constitución de 117 artículos a la que se llamaba Gran Ley de la paz (…) contaba con un parlamento electo…[y] definía una suerte de Estado de Derecho que pautaba las funciones de los jefes o gobernantes (…) votaban las mujeres y no existía esclavitud entre ellos[i]"

A la supuesta democracia norteña nuestro académico contrapone la más antigua y avanzada organización sociopolítica de los habitantes originarios de la Confederación Iroquesa. Y, sigue explicando, el profesor Acosta, el verdadero rostro de la Constitución federal estadounidense:

"la Constitución de Estados Unidos, a diferencia de la Confederación Iroquesa, carece por completo de carácter participativo, de democratismo igualitario y de todo derecho acordado a las mujeres[ii]"

Y agrega:

"Una constitución discutida y aprobada por una sociedad de ricos y cultos propietarios masculinos blancos, con total exclusión de las mujeres, de los hombres blancos pobres; y en su caso particular de los negros, a quienes se mantenían sujetos a la esclavitud, y a los indios, a los que ni siquiera se consideraban seres humanos plenos y a los que se exterminaba y escalpaba sin cargos de conciencia.[iii]"

Ahora bien, pese a ser una prolongación europea, los ex-colonos incorporan sus valores propios forjados de experiencias vividas durante el período colonial en relativa autonomía frente a la metrópolis inglesa, y que, ponen en vigor en sus respectivas Cartas políticas y Declaraciones de derechos individuales.

Los venerados "padres fundadores" y su sociedad liberal lleva la carga histórica de la modernidad cuyo punto de partida según Enrique Dussel es la Europa del siglo XV, el descubrimiento y navegación del Océano Atlántico por españoles y portugueses y todo el proceso colonialista que éstos van a protagonizar. EE.UU. a partir de su Constitución de 1789, se va a consolidar como Estado federal y alcanza su plenitud y máximo señorío frente al mundo en los años 90 del siglo XX tras la caída de la Unión Soviética, lo que no había logrado ninguna otra potencia del planeta tierra.

Todas las constituciones de la modernidad capitalista, tal y como hemos analizado antes, son pues, el resultado de un reparto injusto del poder sobre la base de la lucha de clases y las relaciones de fuerzas; en el caso de Estados Unidos, cuentan las concretas posiciones de poder y de recursos de grandes, medianos y pequeños propietarios de la tierra, del comercio y de la naciente manufactura a partir de la cual construyen su gran industria. También está presente ya su vocación imperialista, dado que la modernidad capitalista es un proyecto globalizador de pensamiento único, perverso, criminal y totalitario.

II.2 El modelo constitucional nace oligárquico: Federalistas y Antifederalistas

En fin, el modelo constitucional adoptado en el debate de élites Federalistas y Antifederalistas garantiza, ante todo, que las propiedades e intereses oligárquicos quedaran a buen resguardo frente al siempre temido "Nosotros el pueblo de los Estados Unidos" (…) Así comienza el breve Preámbulo del modelo más conocido de Constitución, modelo de reparto clasista del poder. Pero el pueblo no es más que esa oligarquía propietaria; no toda la sociedad. Nace así un gobierno ejercido por los propietarios, con algún desarrollo liberal que aplican exclusivamente entre ellos a los fines de consolidar su dominio interno para luego proyectarlo al exterior de sus fronteras.

El objetivo de los más esclarecidos líderes de ambos bandos, es construir un poderoso Estado imperial, tal y como apunta en forma clara el brevísimo preámbulo: "construir la unión mas perfecta"; la élite mostraba desde entonces las pretensiones de construir una gran potencia a la par de sus abuelos europeos. Prueba de ello la presenta John Jay, y en su visión de la defensa de la Unión, cuando afirma:

"Mucho se ha hablado de la flota británica, pero, si somos prudentes, llegará un día en que la flota americana llame también la atención." [iv]

Y, precisamente, motivando la necesidad de esta poderosa Unión, pone como ejemplo, lo negativo de si la Gran Bretaña estuviera dividida en varios países (Inglaterra, Irlanda, Escocia y Gales) vendría su consiguiente liquidación como imperio, dice sin titubeos:

..."dejad a esas cuatro partes que integran el Imperio Británico bajo cuatro gobiernos independientes y veréis qué pronto merma el poder de las cuatro, reduciéndose a una relativa insignificancia."[v]

Hamilton ratifica la anterior posición de Jay, en los términos presentados en el estudio de Bernard Manin, profesor de Ciencia política de la Universidad de Nueva York, sobre el gobierno representativo de EEUU, en el cual analiza el pensamiento del federalista, en los términos siguientes:

"Hamilton estaba, más que ningún otro federalista, dispuesto a abogar abiertamente por conceder a la riqueza cierto papel en la selección de los representantes. Roma le fascinaba y su objetivo máximo era que la joven nación se convirtiese en una gran potencia, en un imperio tal vez"[vi].

Mucho más que ayer, todas estas intenciones van quedando a la vista con la adopción temprana de la imperialista doctrina Monroe de 1823, y su posterior Corolario Roosevelt, de 1902, (Teodoro el malo; no Franklin Delano que lo pasan por "bueno"); esta primera doctrina fue contestada por El libertador Simón Bolívar, con ejemplar tono antiimperialista en su Carta a Patricio Campell (1829) "los EE.UU. parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias a nombre de la libertad" De allí se sigue que cada presidente mal que bien establece una doctrina personal, la doctrina tal o cual, que la mas de las veces lleva un nombre, pero que siempre gira al alrededor de la primigenia doctrina imperial

Así mismo es notorio el más alienante fundamentalismo religioso de esa élite que, desde el tal "Destino manifiesto", de origen calvinista, los lleva a creerse excepcionales, y a proclamarse la "Nación elegida de Dios", adelantándose al moderno colonialismo sionista del Estado teocrático de Israel, una construcción moderna amparada en la maquinaria bélica de los EEUU y la de sus promotores del Reino Unido y en general Europea, que progresivamente despojaron a Palestina de su territorio.

Todo indica, y así pensamos, que el publicitado "aislacionismo" estadounidense es moneda falsa en materia de relaciones internacionales; en todo caso, fue meramente circunstancial si vemos que ya en esa época adelantaban su naciente doctrina imperial y una táctica prudente mientras preparaban su poderío naval y militar para la conquista del mundo. Jamás para la libertad y la democracia.

II.3 Estructura constitucional, breve información

En cuanto su estructura Constitucional no se trata de desmeritar lo que pueda tener de positivo, si es que lo tiene… Interesa aquí evaluar el Texto en sus justos términos: lo que muestra su discurso y la lectura ideologizada de autores colonizados o de ignorantes propagandistas.

Los llamados "padres fundadores" por la Historia oficial que desarrollan el plan constituyente de la Unión van a elaborar una Constitución muy breve, que no se detiene en amplias declaraciones y consideraciones de orden filosófico como sí lo hizo la constituyente jusnaturalista francesa; es más bien pragmática, tiene notable influencia del sistema jurídico-político inglés a través de John Locke y de su trabajo Segundo tratado de gobierno civil; igualmente recibe influencia de Montesquieu, divulgador del modelo inglés en el continente europeo con su obra El Espíritu de las leyes; recibe asimismo el impacto de otros pensadores de la antigüedad clásica grecorromana (Platón, Aristóteles y Polibio) y en general, de la ilustración escocesa y francesa muy a tono con la cultura jurídica de la mayoría de los federalistas y sus discursos publicados para la época.

La élite norteña, se propone, pues, establecer una Constitución que garantizara la Unión más perfecta de las antiguas colonias británicas, ahora en rol de estados independientes, eso sí, formando parte de una Federación que superara aquella débil Confederación con la que marcharon en su guerra anticolonial asistidos de los franceses que en buena parte ayudaron militarmente a coronar la victoria frente a Inglaterra.

Por otra parte, requerían con urgencia resolver el acentuado malestar y la proliferación de rebeliones que se dieron tras la independencia por la grave situación de pobreza y endeudamiento de amplios sectores populares y aun de pequeños propietarios, que dicho sea de paso, estuvieron tan excluidos como desinteresados con el proceso constituyente. Como símbolo de esos alzamientos, está la rebelión de Daniel Shays[vii]

Ahora bien, el texto constitucional solo desarrolla la parte Orgánica y sus competencias formales porque la parte Dogmática, que contiene la Declaración de derechos, se anexa posteriormente: un bloque de diez enmiendas agregadas bajo presiones y protestas populares. En realidad, el texto fundamental estadounidense, entró en vigencia en 1789, momento para el cual fue ratificada por 9 de los 13 estados integrantes de la Unión originaria. Y el bloque de las diez enmiendas, fue aprobado en 1791, suerte del Bill of Rights que estuvo presente en la "Revolución gloriosa" de los ingleses, de 1689.

Su régimen jurídico político, en cuanto al ejercicio del poder público, es el de un gobierno representativo de límites constitucionales. Buscan una suerte de equilibrio no logrado, entre el poder de los estados y las atribuciones de la Unión, dado que, el poder Federal o de la Unión, absorbió progresivamente, mediante interpretación jurisprudencial y la tesis de los poderes implícitos, relevantes y principalísimas competencias sobreponiéndose a la de los estados, tanto en la política interna como lo internacional y militar. En todo caso buscaron, un equilibrio por mutuas interferencias interorgánicas en la trilogía clásica de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, así como en la repartición del poder entre la Nación o poder federal y el de los estados, inicialmente favorable a estos últimos.

Acogen, entonces, más que la formal división funcional de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), un sistema de "Checks and balances" de "control y equilibrios" entre dichos órganos del poder público, en los cuales, el poder contrapese al poder al menos en el diseño teórico mecanicista de esta arquitectura constitucional, pero que, en la realidad es otra cosa. Todo el diseño orgánico lo encontramos en la lectura de los tres primeros artículos, de los siete que conforman la Constitución. Las explicaciones y argumentos de sus líderes en defensa del texto son de primera mano, están publicados en El Federalista cuya primera versión en inglés se publica en 1780[viii].

Dicen los convencionistas de Filadelfia de 1787, haber creado una República. De acuerdo, pero es República solo porque no se asume formalmente como una Monarquía tal cual las europeas; solo en ese sentido, es un avance para la época. Pero aun así, de ninguna manera vamos a convenir en que conformaron una verdadera República Democrática. Porque en sus justos términos no lo fue ni lo es hoy aunque le suene extravagante a unos alienados académicos que andan por allí de apologistas.

Bien se sabe que los convencionistas introducen elecciones para designar los funcionarios; pero éstas además de censitarias son comicios indirectos a los principales cargos públicos, como lo son la Presidencia y ei Senado, Solo para la cámara de Representantes previeron los viejos convencionistas elecciones directas; pero pueden reelegirse sin limitación en el tiempo, garantizándose así la permanencia en el cargo. Es en el año de 1913, más de un siglo después de la aprobación de la Carta fundamental, que, por la enmienda XVII, se establece el voto directo para el Senado.

El sistema político, que nace pues de elecciones censitarias, son comicios exclusivos de propietarios blancos, margina a mujeres y desposeídos y por supuesto a los esclavizados, para no hablar por ahora de los indios, que son tenidos por "bestias salvajes" a quienes hay que exterminar.

El cargo de Presidente, desde la primera elección de George Washington, en (1789) hasta la fecha, (mayo de 2021), es designado por Colegios Electorales en esos carnavalescos y tramposos comicios de segundo grado. No por elecciones universales, directas y secretas como es en la gran mayoría de los otros países burgueses que dicen ser "democráticos". Estos Colegios, organizados por los estados de la Unión, hoy suman unos 538 participantes y, como se sabe, con solo 270 votos, designan "democráticamente" al presidente, en un país de más de 350 millones de habitantes.

El Presidente, así designado -no elegido- es cabeza del ejecutivo; tiene decisiva preponderancia -es la realidad- frente al resto de los órganos de los poderes públicos. Dotado del Executive inmunity (suerte de inmunidad presidencial) que toca a la persona en ejercicio del cargo pero de hecho se extiende a sus allegados, y se invoca frente a los Comités de control del Congreso de la Unión o ante el Poder Judicial. Tulio Álvarez, examina las particularidades de la inmunidad presidencial (Executive inmunity) y del privilegio (Executive privilege)[ix].

El Vicepresidente, designado por los Colegios electorales, forma parte del Poder Ejecutivo y es al mismo tiempo el Presidente del Congreso, es decir, Poder Legislativo. Y en cuanto al Poder Judicial, la Suprema Corte, la designa el Presidente hecho cumplido formalmente ratificado, por el Senado. Asimismo el Presidente designa y remueve a su antojo al Fiscal de la Nación.

Los miembros de la Suprema Corte son vitalicios, y de rancia estirpe conservadora; permanecen en sus cargos mientras observen "buena conducta" o lo que es lo mismo, mientras sirvan a los intereses del capital. Los Jueces, por lo común, están subordinados al gobierno de turno, históricamente han revertido enmiendas progresistas con sus calculadas y regresivas sentencias. Tiene la Corte por vía de excepción el control de la constitucionalidad de las leyes establecida por jurisprudencia, en el caso Marbury - Madison, 1803.

Podríamos mencionar las enmiendas que prohibieron formalmente la esclavitud que burlaban una y otra vez con sus interpretaciones judiciales racistas hasta bien entrados los años 50 y 60, años de luchas por los derechos civiles y también de aquel monstruoso asesinato como fue el del reverendo de la paz y los derechos civiles de los negros Martin Luther King; de valientes rebeliones armadas de los aguerridos Panteras negras. Asimismo, se podría recordar, la negativa a que el presidente Franklin Delano Roosevelt, aplicara su política económica del "New Deal" (nuevo trato o de salvataje del capital en crisis) de limitada intervención del Estado hasta tanto pudo remover algunos de los magistrados retrógrados de la Corte, que obstinadamente se le oponían y a quienes amenazó con una reforma general de la judicatura. Otra decisión muy recordada fue la de el clan de los Bush, que utilizaron el poder judicial para trampear la elecciones ganada por Al Gore, en descarado nepotismo.

Con el tiempo, pues, se introdujeron progresivamente las 27 enmiendas, abriendo un poco esa cerrada y antidemocrática exclusión del pueblo del sistema político; sin embargo, la impronta oligárquica, supremacista y racista siempre ha puesto obstáculos a la participación popular. La mácula permanece, pero reforzada, en una élite convertida sin tapujo en depravada oligarquía plutocrática, guerrerista y fundamentalista que abiertamente pretende imponer su Ley y su cultura de la muerte al planeta entero. Es la democracia imperial.

En las democracias burguesas, como se dijo, siempre ha estado presente la prevalencia del Poder Ejecutivo frente a todos los demás; bien sea en el propio modelo presidencialista estadounidense, bien en el modelo monárquico parlamentario inglés, o bien en el convencional o directorial suizo, siempre se va a imponer quien o quienes estén a la cabeza del ejecutivo, que gobierna y administra en función de su Estado clasista.

Las funciones jurídico formales de los poderes públicos no son otra cosa, que un modo de organizar y reglar las tareas o el ejercicio del poder del Estado, que, si acaso busca impedir la concentración de las decisiones de alta política que circula por tan excelsos vericuetos no logra impedir su burocratización y además, en última instancia la decisión final queda en manos de los grandes propietarios y la gerencia de sus corporaciones imperiales. La tendencia es a centralizar o unificar el poder clasista y sus sacrosantos intereses; aunque es inevitable que en su dinámica, en ese bloque en el poder, aparezcan algunas contradicciones por efectos de la lucha de clases o por los respectivos prejuicios ideológicos de sus rancias elites políticas.

El poder real, el que toma los lineamientos estratégicos de la Unión, más allá de la arquitectura constitucional, es conocido con el nombre de "Estado Profundo" o "Poder Invisible". La corporatocracia imperial es la que tiene las decisiones de mayor envergadura sobre la base de sus planes imperialistas. Es un verdadero suprapoder, dicta órdenes de obligatorio cumplimiento. Parafraseando al Marx del Manifiesto de1848: el Estado norteño revela crudamente ser el cuerpo privado de administradores de los aviesos intereses de esa oligarquía plutocrática, fundamentalista y guerrerista.

Para el control del ejecutivo agregan el juicio político al presidente o impeachman, de muy difícil ejecución; la remoción del cargo al presidente requiere, en todo caso, los 2/3 del Senado y esta Cámara que tiene los poderes más relevantes la controla por lo general quien gana las elecciones presidenciales. Con Donald Trump, como se sabe, hubo dos intentos fallidos de enjuiciarlo. El impeachman, pensamos nosotros, solo procedería si así lo decide el Estado profundo o corporatocracia imperial en resguardo de sus negocios y la estabilidad del sistema capitalista.

II.4 División de poderes, formulación política clasista

La separación o división de poderes otro mito del arsenal de fetiches que maneja la modernidad capitalista, es el resultado de una interpretación jurídica mecanicista que se hizo de los planteamientos de Locke y Montesquieu. Entendemos, que la tal doctrina de la "división de poderes", fue formulada originalmente como una suerte de teoría política de los repartos y contrapesos entre estamentos o capas sociales en que el poder real frene al poder real; no estuvo dirigida, en principio, a órganos del poder público y sus funciones formales.

Ya lo había planteado Marx en la Ideología alemana:

…"en una época y en un país en que se disputan el poder la corona, la aristocracia y la burguesía, en que, por tanto, se halla dividida la dominación, se impone como idea dominante la doctrina de la división de poderes, proclamada ahora como ‘ley eterna’.[x]"

Althusser sostiene que la división de poderes no es una doctrina jurídica, sino una concepción del ejercicio político-social de poderes objetivos que tiende a consagrar el poder de la aristocracia.

Y señala:

"Eisenmann demuestra de forma convincente que el verdadero objeto de Montesquieu es precisamente la combinación, el enlace de esas tres potencias. Y que se trata ante todo de un problema político de relación de fuerzas en vez de un problema jurídico que concierne a la definición de la legalidad y sus esferas[xi]."

"La famosa separación de poderes es sólo el reparto ponderado del poder entre potencias determinadas: el rey, la nobleza y el ‘pueblo’[xii]. Althusser Louis, Montesquieu: la política y la historia, Ariel, España, 1979, p 122"

Indiscutiblemente, la fulana división de poderes es otro fetiche de la modernidad capitalista. Queda claramente expuesto por estos reconocidos intelectuales. No tiene sentido alguno hacerse ilusiones de supuestas bondades constitucionales de la división de poderes en las sociedades de clases. Ahora, esto no significa cruzarse de brazos y no debatir y encontrar soluciones en el necesario control popular del poder en los Estados burgueses o burocráticos colectivista de hoy día.

II.5 Liberalismo estadounidense y su repugnante trata de negros

Vladimir Acosta, analizando el problema de la modernidad ilustrada y el contubernio entre liberalismo y esclavismo en Europa y, por supuesto, en los EE.UU afirma:

"lo que Locke defiende en realidad es el poder y la libertad política y económica de la burguesía blanca en ascenso en Inglaterra y en Europa y su ilimitado derecho de propiedad que supone la defensa de la esclavitud negra con la que se enriquece y el exterminio de todo ‘salvaje’ que se oponga al progreso encarnado en ella, en su libertad sin límite y en su forma privada de propiedad"…"Locke es accionista de la principal empresa esclavista inglesa la Royal african company lo que le brinda pingües beneficios"…

"En los siglos XVII y XVIII la esclavitud es el rasgo aún dominante y principal fuente de lucro de las burguesías de Inglaterra y Holanda, países que mientras se dedican al tráfico de esclavos se presentan como modelos de liberalismo" (…)[xiii]

Un poco más atrás, recuerden, habíamos presentado aquella tan "pintoresca" como detestable sociedad de "Amigos de los negros" que funcionó en la Francia revolucionaria y burguesa. Pues bien, para la época, británicos y holandeses y sus respectivos gobiernos eran los mayores accionistas de las compañías dedicadas al comercio de seres humanos.

Uno de los pensadores que más impactó a los líderes de los ex colonos de los EEUU, fue, precisamente, John Locke; él estuvo temporalmente viviendo en las colonias inglesas y participó en la redacción de algunas de las Cartas políticas, antes de la Constitución de la Unión, como es el caso de Virginia y de otras más[xiv].

Este "caballero" inglés es uno de los creadores del liberalismo, quien les proporciona a los líderes estadounidenses elementos de su filosofía política a objeto de justificar con la razón y no solo en la religión la esclavización de los humanos; bien miradas las cosas, no hay esclavos por una supuesta maldición bíblica, hay sí personas esclavizadas por los actos perversos de sus semejantes. Locke la fundamenta en sus escritos, pero también hace lo propio con el exterminio de los indios norteamericanos que se negaran a entregar sus tierras en propiedad privada a los colonizadores blancos.

Locke, ilustrado inglés, argumenta que el régimen colectivo de explotación de la tierra, costumbre de los pobladores originarios norteamericanos, es contrario al progreso, la razón y al plan de Dios; por tanto, debían pasar a un sistema de propiedad privada único "racional y civilizado", cuando ya queda superado el estado de naturaleza y se establece la sociedad civil, según sus enseñanzas. Ahora bien, con los indios, en tanto se negaran a entregar sus tierras, pues, había que matarlos como animales porque atentaban contra el género humano. Palabras más o palabras menos podemos leer en el excelente trabajo de Hinkelammert[xv].

Al ilustrado caballero, le daba por recomendar el corte de las orejas a niños vagabundos reincidentes, entre otros tipos de sanciones regenerativas que recomendó en su tiempo para reeducar a los pobres y en tal sentido, consta en una suerte de instructivo de su autoría[xvi].

Para Hinkelammert la modernidad occidental con su esclavismo y su miserable trata tal y como hemos visto, eran de uso corriente por los "ilustrados emancipadores". Afirma el destacado filósofo:

…"Inglaterra buscaba el monopolio más lucrativo de los siglos XVII Y XVIII, que era el comercio de esclavos, cuyo monopolio todavía lo tenía España. El mismo John Locke había invertido su fortuna en ese comercio, como posteriormente lo haría también Voltaire[xvii]"

Voltaire, como se sabe, enciclopedista francés y pensador de la ilustración, cuando se refiere al "bajo pueblo" lo hace despectivamente.

Y lo demuestra:

"Entiendo por pueblo al populacho que no tiene más que sus brazos para vivir. Dudo que este orden de ciudadanos tenga jamás el tiempo y la capacidad de instruirse; se morirían de hambre antes de volverse filósofos"[xviii]

Los líderes estadounidenses muy gustosos aplican y al pie de la letra, tanto las lecciones del caballero inglés como las del enciclopedista francés, y no solo con los habitantes originarios y los negros de Norteamérica. En nuestro siglo XXI, lo hacen sus descendientes imperialistas con los pueblos del mundo que no están dispuestos a someterse a sus designios supremacistas y asumen el derecho a su autodeterminación como Naciones independientes.

Veamos ahora qué decían y qué hacían, en esa época, los padres fundadores aventajados alumnos de John Locke, toda vez que sus verdaderos pensamientos y acciones permanecen ocultos y no son bien conocidos.

El profesor Acosta, en la obra que estamos citando, nos ilustra en relación con el pensamiento del primer presidente de EE.UU y los pueblos originarios:

"Ya [George] Washington, propietario de esclavos calificaba a los indios de ‘bestias salvajes del bosque’ y hablaba de ‘forzarlos, como a lobos, a retirarse de sus tierras[xix].

Y de Hamilton, dice Acosta, que hacía lo propio, pero con palabras más suaves que las de su jefe; Hamilton, muy cercano a posiciones monárquicas, defendía su punto de vista muy conservador en la Convención:

"Todas las colectividades se dividen, en el interior de las mismas, en una élite y una multitud. (….) El pueblo es turbulento y cambiante; muy rara vez juzga o decide razonablemente… dese a la primera clase un lugar claro y permanente en el gobierno…Nada mejor para contrarrestar la imprudencia de la democracia[xx]"

De otra parte, nos habla el ex soviético historiador Níkolái Yákovlev, de que Jefferson, a propósito del cincuentenario de la declaración de la independencia de su país, en una de sus cartas, aludiendo a la más perfecta forma de gobierno jamás lograda, había escrito:

…"la forma de administración que hemos establecido lleva el bien a toda la humanidad[xxi]".

Revelaba Jefferson, en forma clara y contundente la vocación de extender al mundo su Constitución política y su particular forma de gobernarse. Desde entonces el deseo corre parejo a su expansión imperialista. De ahí su empeño en llevar al mundo de hoy su "libertad" y su "democracia"

En este mismo trabajo, el historiador Yákovlev, también cuestiona la Constitución estadounidense, y nos dice, que cuando fue aprobada, nada dispuso sobre las elementales libertades democráticas burguesas, puesto que los lideres fundadores "pensaron que de esto se podía prescindir", y subraya que:

"Pero en el país se alzó un fuerte movimiento por la aprobación de la Carta de Derechos sobre la libertad de expresión, de prensa, de conciencia, etc"[xxii].

Todo este antecedente, nos lleva a sostener, que las declaraciones de derechos de Virginia y otra similares, antes de la independencia, no tienen la relevancia de la Declaración francesa, ésta, claro está, mucho más completa, más universal, aun en los restringidos parámetros individualistas del pensamiento de la modernidad capitalista. Por cierto que Mason, concluida ya la Convención, se negó a firmarla en ese septiembre de 1787, precisamente, porque no acompañaron la Declaración de derechos a la Constitución, lo confirma el profesor Acosta[xxiii].

Asimismo, el maestro Sartori, comenta que tanto Madison como Hamilton, en la Convención de Filadelfia, se opusieron al Bill of Rights; pero no dice con determinación y claridad que esta Declaración de derechos solo entró en vigencia 1791 y no en 1789. Apunta Sartori:

"…se opusieron a ella [a la declaración] Madison y Hamilton, cuya tesis era que los derechos eran protegidos no por declaraciones sino por una determinada estructura de gobierno[xxiv]".)

Hinkelammert, le sale al paso a todas esas declaraciones de derechos burguesas y sostiene, que más que una Declaración de derechos es una negación de los mismos

"Locke no reconoce derechos humanos y los niega expresamente, aunque lo haga en nombre de los derechos humanos. Él no concede ningún derecho a las culturas no burguesas, a los pueblos que se resisten a la colonización y a la conquista"[xxv].

Y en alusión concreta a las declaraciones que se produjeron en Virginia, y algunas otras de las ex colonias británicas, a partir de la declaración de independencia, y en cuya redacción participó Locke. Hinkelammert, explica:

"El exterminio de la población indígena de Norteamérica, se lleva a cabo después de esta declaración [de 1776,] que era lockiana… En el sentido de esta declaración, la libertad es esclavismo y exterminio"[xxvi].

A todas estas, James Madison, no se queda atrás, y en los debates de la Convención de 1787, sobre la Constitución, dice:

… "si las elecciones fueran abiertas para toda clase de gente, la propiedad de los dueños de la tierra sería insegura. Pronto se haría una ley agraria"[xxvii].

Y si nos adentramos más en la interioridad del pensamiento de los "padres fundadores", llama la atención, como demuestra el profesor Acosta que los líderes más importantes del proceso eran oriundos de los estados sureños y que defendían con mayor ahínco el esclavismo; prueba de ello, es que los primeros 40 años los presidentes designados fueron oriundos de Virginia: Washington, Jefferson, Madison y Monroe. No obstante, casi todos los demás estados, incluso del norte, se enriquecían y acumularon capital con la trata, con ese sucio comercio de seres humanos.

Fíjense en esto: [Virginia y Maryland] "criaban y exportaban esclavos para venderlos a los estados vecinos";[xxviii] (52)

Bochornosa esta suerte de viveros humanos o lucrativos "emprendimientos" de "calidad total", con fines de exportación para la mejor acumulación de capital. Es repugnante hablar de libertad y democracia y nos hacemos cómplices al repetir semejante falsedad, una vez conocidos todos estos hechos históricos.

II.6 Constitución esclavista, a la letra

Las normas jurídicas de la modernidad estadounidense, de tanta podredumbre humana, fueron redactadas con sinigual doblez, tratando en todo momento de ocultar las verrugas cancerosas puestas en escena en la propia letra de la Constitución estadounidense. Veamos unas cuantas "perlas" que el profesor Acosta nos recuerda y que están ahí escritas como para que no se nos olvide.

El Artículo primero, sección 9, de la Constitución de los Estados Unidos:

"El Congreso no podrá prohibir antes del año de mil ochocientos ocho la inmigración o importación de personas que cualquiera de los estados ahora existentes estime oportuno admitir"

Si le salimos al paso, queda al descubierto, que una cosa es la inmigración, y otra muy distinta, la importación de personas. Que es pues, sin tapujos, la esclavización y su inmunda trata.

Y el Artículo cuatro, sección 2, dice:

…"las personas obligadas a servir o laborar en un estado, con arreglo a las leyes de éste, que escapen a otros no quedaran liberadas de dichos servicios o trabajos a consecuencia de cualesquiera leyes o reglamentos del segundo, sino que serán entregados al reclamarlos la parte interesada a quien se deba tal servicio o trabajo".

La propia Constitución, como se sigue, es la base de la Ley del esclavo fugitivo, de 1850, la cual estableció la vigencia del esclavismo en todo el territorio al establecer la obligación para los estados de la Unión de devolver, bajo amenaza de sanción legal, cuanto esclavizado escapara en búsqueda de su libertad, al requerirlo sus amos y señores.

Todo esto va a demostrar, como bien anota el profesor Acosta, que la esclavitud estaba presente en los Estados Unidos, en virtud de su Constitución y de su Ley de 1850 hasta la enmienda, que, formalmente la deroga. Dado que entre otras cosas, es producto de una larga y cruel guerra civil que transcurre de 1861 a 1865. Pero, la connotación racista, ni siquiera la guerra de secesión logra una resolución o condición favorable a los esclavizados, puesto que de esclavizados pasan ahora a la condición de segregados de seres desiguales por razón de su raza. Ya lo decía el propio Lincoln: somos iguales, pero separados[xxix].

Acosta confirma que "el racismo contra la población negra se intensifica después de la guerra civil cuando con el fracaso de la Reconstrucción del Sur se aprueban la segregación y las leyes Jim Crow[xxx]".

Por último, en el ya citado Artículo primero, en su segunda sección, número 3, podemos leer:

(…) Los representantes y los impuestos directos se prorratearán entre los distintos estados que formen parte de esta Unión, de acuerdo con su población respectiva, la cual se determinará sumando al número total de personas libres, inclusive las obligadas a prestar servicios durante cierto término de años y excluyendo a los indios no sujetos al pago de contribuciones, las tres quintas partes de todas las personas restantes. (…)

Acosta, en el análisis de este enredado y perverso artículo nos demuestra, que, la confusa redacción de la norma, pretende ocultar que los esclavizados, que por supuesto para ellos eran mercancías, se contaban como personas sólo a los efectos de calcular la población total para las elecciones de representantes; pero con la siguiente ecuación: un negro es equivalente a 3/5 del valor de un blanco.

Aunque en sus debates, los esclavistas virginianos, pretendían que todos sus esclavos se contaran como votos efectivos; pero se tranzaron por los 3/5, con lo que inflaron su votación y por supuesto su poder.

Sobre todo este escabroso comercio de seres humanos y sus consecuencias para los Estados Unidos moderno, Acosta concluye afirmando:

(…)"el racismo, no me canso en repetirlo, es un componente estructural hasta ahora insuperable de esa sociedad estadounidense que a diario proclama su carácter igualitario y democrático mientras también lo niega a diario con su conducta racista y xenófoba contra negros, indios, pobres, inmigrantes y extranjeros[xxxi]".

II.7 ¿Y qué ha sido hoy del esperpento de la modernidad capitalista?

Hemos examinado la Constitución de los Estados Unidos, por boca de sus líderes fundadores y de destacados analistas; Constitución que recorre todo el trayecto que va del siglo XVIII al siglo XXI atravesando desde su propio inicio toda la modernidad, para llegar finalmente a la plenitud y, por fortuna, a su crisis terminal y total.

Demostramos, que el modelo de producir y reproducir su proceso real de vida recoge todas las taras y tumores cancerosos de su progenitora Europa y de los agregados de la propia oligarquía nativa que asimilándolos, los va a profundizar a dimensiones abismales.

Cabe señalar, que el sistema político estadounidense no solo es clasista, oligárquico, y antidemocrático; es abiertamente imperialista, y logra con creces alcanzar todo lo que no lograron sus competidores colonialistas: la plenitud de la modernidad capitalista en el mundo unipolar globalizado a partir del cual, ya entra, entonces, en una irreversible crisis terminal, autodestructiva y global.

Es muy fácil montar un "sistema democrático" y "pluralista" con la cínica política de "muerto el perro, se acaba la rabia". Y es que así funciona la vida societaria en ese explosivo país, pese a los continuados apagones mediáticos. Es violencia física o psíquica permanente, abierta o encubierta. Es explotación y opresión, la que gotea por todos los poros del tejido social.

El sistema político estadounidense nace, entonces, del liberalismo clásico como prolongación de la Europa colonialista; y no tiene, en absoluto, nada digno de ser llamado democrático que no sea el sempiterno discurso demagógico que circula en la modernizada propaganda de control mental de la población bajo sofisticadas técnicas de manipulación ideológica y un inducido desenfreno consumista que raya en la locura. Público, notorio y comunicacional, es la exclusión del pueblo por múltiples y diferentes filtros en sus elecciones "libres y justas" así como sus carnavalescos y corrompidos torneos electorales, monumento grotesco al servicio de la trampa, el despilfarro y la alienación colectiva.

El poeta Walt Whitman odiaba a los políticos de Estados Unidos, y a sus periodistas. En su manifiesto, The Eighteeth Presidency denunció a los políticos "como una dolorosa infestación de padrotes, hombres reptantes como serpientes, seres malignos"… (Paul Berman, Justicia poética. La Jornada semanal, 17 de enero de 1999, puede consultarse en internet) Pero en ese mismo manifiesto o panfleto La Decimoctava Presidencial ¿Quiénes son ellos personalmente? (1856) también había descargado su cuestionamiento a "funcionarios, ladrones, proxenetas, conspiradores, cazadores de esclavos, ladrones de cadáveres, espantagustos, ciegos, sordos, escoria y nacidos vendedores de la libertad de la tierra". Así de sencillo.

La exclusión temprana de los sectores populares y de las organizaciones de los trabajadores liquidadas o infiltradas por los cuerpos de seguridad, le permitió a la democracia imperial y su clase dominante consolidar su dictadura interna exhibiendo un fino barniz liberal. Echaron mano del criminal aparataje policial-militar contra la clase obrera y ejercieron toda clase de prácticas racistas; en general, persecuciones y linchamientos de negros y latinos en la razzia nazi-fascista de su Ku Klux Klan y tantas otras organizaciones similares.

El reciente símbolo de todas esas víctimas es el estrangulamiento en vivo y directo del "ciudadano" George Floyd, ejecutado sin piedad por un miserable policía blanco que hundió su rodilla en el cuello del odiado negro hasta dejarlo sin oxígeno. ¿Cuánto George Floyd, habrá de caer en el futuro inmediato en las nuevas y legítimas protestas y combates que podrían conducir a una nueva guerra civil o quizás a secesiones?

Claro está, que tras haber explotado, dominado y manipulado conciencias por varios siglos, la oligarquía estadounidense, pudo permitirse el lujo de abrir un poco el abanico de "libertades" con las veintisiete enmiendas; pero con un dato clave: la permanencia de la lógica del capital en su forma más brutal y por supuesto, con todo el embrutecedor fetichismo jurídico-político y de la industria cultural: su Estado de derecho, Declaraciones de derechos humanos, División de poderes, sus guerras humanitarias, las "hazañas" y banalidades hollywoodenses en fin, como planificaron sus ideólogos.

La modernidad capitalista llega a su crisis final sin resolver los problemas fundamentales de la humanidad; las promesas libertarias y democratizadoras no se cumplieron en la medida esperada por su liderazgo, se agravaron abismalmente y trabajadores, mujeres, negros y otras minorías oprimidas todavía están en pie de lucha por sus respectivas emancipaciones. Todo lo cual, indica a las claras, que la modernidad capitalista no ha sido aún superada por supuestas posmodernidades y de toda la nueva variopinta ideológica; antes bien, la modernidad se completó y llegó a su plenitud con la planetarización unipolar estadounidense para entrar, ahora sí, en su crisis terminal y global.

El proyecto imperial se hizo planetario y hegemonista tras la caída del socialismo real soviético y del este europeo y con él, la destrucción del Estado de bienestar occidental por la oligarquía del dinero apoyada en la ideología neoliberal y en las nuevas tecnologías. No obstante, esa oligarquía criminal, globalista, plutocrática y guerrerista, acostumbrada a sus anchas a violar el Derecho Internacional y a imponer su Ley de la selva y su cultura de la muerte está hoy atrapada; no tiene salida en el marco del sistema del capital y sus contradicciones antagónicas con la naturaleza y la humanidad. Entró en una crisis sistémica terminal y, por más que lo intente, no logrará revertir su caída. En lo interno es una sociedad fracturada, y en lo externo es indetenible la quiebra de su hegemonismo frente al eje capitalista oriental chino-ruso. No hay regreso a los años de oro; ni aún al alto costo político de profundizar su terrorismo de Estado, de instaurar un prolongado estado guerra convencional y no convencional en los cinco continentes en los cuales yacen un millar de sus bases militares o en fin, atreverse desencadenar una hecatombe nuclear que nos arrasaría a todos. Es probable que los grandes capitalismos se entiendan para repartirse los recursos de la periferia; la regla a seguir por los revolucionarios ha sido apoyarse en las propias fuerzas y en la unión entre iguales del llamado tercer mundo en el marco de negociaciones y de compromisos con las grandes potencias. Allí no hay santos, pero cabe que unos sean peores que otros.

En conclusión: hoy solo cabe en el globo terráqueo una nueva civilización la civilización comunista. Pero en el sentido propio que Marx dio a este término; no a sus escandalosas y dogmáticas deformaciones del siglo XX o socialismos tempranos que no lograron desarrollarse democráticamente y sucumbieron frente a las fuerzas del capital. A esta problemática nos abocaremos en los capítulos subsiguientes A fundamentar necesidad de implementar el poder constituyente popular y revolucionario que, convocado a mediano plazo por el pueblo, dé solución a la aguda crisis global capitalista así como las contradicciones que afectan a lo interno al proceso bolivariano.

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[i]Acosta Vladimir, El Monstruo y sus entrañas. Un estudio crítico de la sociedad estadounidense. Editorial Galac, primera edición, 2017, pg 240

[ii] Acosta Vladimir, ob cit, pg 241

[iii]Acosta Vladimir, ob cit, pg 266

[iv]Hamilton, Madison, Jay, El federalista, FCE, 1998, pg 14

[v] Hamilton, Madison, Jay ob cit, p 15

[vi]Manin Bernard, Los Principios del gobierno representativo, Alianza Editorial, 1998, pg 150

[vii]Gargarela Roberto, En nombre de la Constitución. El legado federalista dos siglos después. En La filosofía política moderna, De Hobbes a Marx. (Atilio Borón Compilador) CLACSO tercera edición 2003, pgs 169 - 170

[viii]Hamilton, Madison, Jay, ob cit, contiene Constitución y Enmiendas actualizadas.

[ix]Álvarez Tulio, Instituciones Políticas y Derecho constitucional, Universidad Católica Andrés Bello, 2011, tomo II p 280

[x]Marx Carlos, Engels, La Ideología Alemana Ed. Pueblos Unidos, Argentina Quinta edición, 1975, p 51

[xi] Althusser Louis, Montesquieu: la política y la historia, Ariel, España, 1979, p 122

[xii] Althusser Louis, ob cit, pag 123

[xiii]Acosta Vladimir, ob cit, pag 159

[xiv]Pedro Guzmán, hijo El gobierno federal de Estados Uunidos de América. El Poder Judicial Suprema Corte, editorial Guadarrama, Madrid, 1962, pag 74.

[xv] (39) Hinkelammert, Franz. El título del libro de este autor citado en las entregas anteriores, a partir de la cita (15) y siguientes es El Sujeto y la Ley, El retorno del sujeto reprimido, El perro y la rana, Venezuela, primera edición 2006. En el capítulo II de su libro, tiene una amplia semblanza de John Locke. Pero también, tiene estudios más específicos del pensamiento de Locke. Es Premio Libertador al pensamiento crítico, 2005.

[xvi] Várnagy Tomás, El pensamiento político de Jhon Locke y el surgimienyo del liberalismo. En La filosofía política moderna, De Hobbes a Marx. (Atilio Borón Compilador) CLACSO tercera edición 2003, p 69

[xvii] Hinkelammert, Franz. ob cit, p 81

[xviii] Groethuysen Bernard, Filosofía política de la revolución francesa, FCE, 1989 p 122 y reafirma y Touchard comentar en cita. la naturaleza reaccionaria de VOLTA

[xix]Acosta Vladimir, ob cit, pags 160 -161

[xx]Acosta Vladimir, ob cit, pags 160 -161

[xxi]Níkolái Yákovlev, Las Ideas de la revolución norteamericana, Ed Agencia de Prensa Nóvosti Moscu, 1975, pag 83

[xxii]Níkolái Yákovlev ob cit, p 83

[xxiii]Acosta Vladimir, ob cit, pag, 300

[xxiv]Sartori, Giovanni ob cit, nota 14 pg 16

[xxv] Hinkelammert, Franz. ob cit, p p 117

[xxvi]Hinkelammert, Franz. ob cit, p 117 y 118

[xxvii] Chomsky citado por Mendez Tovar Carlos, Autocracia o Democracia en Cuba Editorial Cultura popular, La Habana 1999, pg 302

[xxviii] Acosta Vladimir, ob cit, pag, pg 291

[xxix]Acosta Vladimir, ob cit, pag, 207

[xxx]Acosta Vladimir, ob cit, pag 297

[xxxi] Acosta Vladimir, ob cit, pag 297

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