Ojo, voy a intentar evadirme, decir lo que quiero como sin quererlo, para que nadie se sienta ofendido ni tentado a reventarme el bastón en la cabeza. Algo debe uno aprender de los intelectuales nuestros, como Luis Britto y otros más, que se han vuelto unos excelentes banderilleros. Y digo esto, sujeto al estricto significado de la palabra al lenguaje toreril, el rol del banderillero, que no aborda al toro de frente sino dando sus volteretas, corriéndolo de aquí pa` allá para terminar detrás del burladero y, sin que el animal, al final, siquiera de él se remuerda, si es que sale vivo del trance, lo que sólo es posible si tiene "bolas de toro".
José Tomas Boves, "el general español" y hasta el diablo y terrible asturiano, fue un cuento muy malo que nos echaron en la escuela, pues nos hablaron del mal, pero no nos aclararon que lo engendró. Nos dijeron eso, que era "un carajo muy malo", como que, lo menos malo que hacía, como lo hizo en Santa Ana de Anzoátegui, era cortarles las orejas a personas mayores y hasta a carajtos. Pero uno, todos los muchachos, de mi nivel escolar en el bachillerato, que no éramos muchos, por encima de eso, sentíamos atracción por el personaje, en virtud que le seguían multitudes, ejércitos de 8 y 10 mil hombres y, salvo algunos altos oficiales, todos ellos eran negros y campesinos sin tierra, Hasta negro Primero anduvo con él. Es decir, sin que los maestros primero y luego profesores nos lo dijesen, uno sentía, por lo romántico que hay en todo muchacho y por lo que decían los textos y libros que leíamos, sin que ellos fuesen muy críticos, que, con Boves, de manera mayoritaria, estaba el pueblo en armas, mientras que el ejército patriota, en buena o en gran medida, estaba integrado por gente del mantuanaje y en general de las clases altas. Hasta ese momento, un personaje insípido y desabrido, como el Marques del Toro, tenía rango de líder, general y jefe. Y hasta me lo quisieron vender como un héroe. Estábamos muy lejos de aquel cuadro y momento, cuando allá en el sur, dirían con frecuencia y molestia, allí viene Bolívar con sus generales negros.
Por supuesto, hablo de una escuela pérezjimenista, donde el docente no podía arriesgarse a decir cosas atrevidas, pero también de un tiempo cuando la historia nacional no había sido abordada con verdadero sentido crítico. Por ejemplo, para "explicarnos" o intentar que nosotros entendiésemos por qué se perdió la primera república, se apelaba casi exclusivamente, como si eso era todo lo necesario, allí se acababa el asunto, muy al estilo de la ortodoxia y las razones oficiales, al "Manifiesto de Cartagena", algo así como que todo fenómeno y circunstancia tiene un sólo lado. Basta decir entonces, la culpa es de este y lo que nos hace y no revisamos lo que nosotros hacemos mal o dejamos de hacer. Y en esas 12, creo ese es el número, como suelo hacerlo, apelo a la memoria, dadas por Bolívar, nuestros maestros y profesores creían estaba todo explicado y dialécticamente totalizado. Pero esas 12 causas, ninguna alude a lo puntual que desataría la larga y cruenta guerra que vendría después y menos fenómenos como el de Boves.
No le explicaron a uno los motivos reales de esa roncha. Por qué el ejército patriota era tan escuálido y como elitesco, mientras el de Boves, quien hasta en Urica, en 1814, pues allí pese haber muerto también derrotó a los "patriotas" y su ejército, arrastraba a aquellas multitudes de pobres, miserables, estafados y robados hijos de este espacio, hasta con entusiasmo y fervor.
Eso sí, nos dieron explicaciones, muy parecidas a muchas que ahora también se dan, como que "el asturiano" excitaba a sus seguidores con mensajes de odio y con permitirles el saqueo, el dar y el repartir, cosa que no sólo él practicaba, huestes patriotas también lo hicieron. Pero, como Bolívar, en el documento ya mencionado, nuestros maestros no atinaron con la verdad o eludieron los verdaderos motivos de todo aquello. El Libertador estuvo limitado por su propio origen social y las concepciones que para ese momento manejaba. Estaba muy lejos todavía de comprender la importancia y el peso del movimiento popular.
Pero en la escuela inicial nuestra, de nuestro tiempo, por algunos trabajos que uno ha leído cree que, si se sabía, por lo menos algo, pero había como temor de abordarlo. Y era como oficial, explicar la caída de la primera república tal como Bolívar lo explicó. Algo así como, "él lo dijo, así es" o, "lo que Bolívar diga, eso es". Sólo que Bolívar no tiene la culpa, porque cuando yo estudiaba historia de Venezuela, él ya estaba muerto y sepultado hacía ya una enorme montaña de años.
Había otra manera de explicar la guerra de independencia, aquella que está en "Venezuela Heroica" de Eduardo Blanco, donde la guerra sólo fue una de patriotas contra antipatriotas. Una bella historia épica de dioses e hijos de estos contra los demonios. Y en ella, el pueblo que clamaba por justicia, por estar detrás de Boves, era un engendro demoníaco. De donde, por ejemplo, Negro Primero, antes fue demonio y después de los dioses. Desde el principio, los patriotas estaban de un lado y los antipatriotas del otro. Era así de simple, como que alguien lo dijo y a eso no se le busca la vuelta.
No nos echaron el cuento como era, estando eso clarito en los documentos, en las decisiones constitucionales de 1811; porque aquellas leyes mismas autorizaron a los ricos y mantuanos se apoderasen hasta de lo público y como que los pobres de la ciudad, los sin tierras del campo y los llanos, no tuviesen derecho a votar. Como que aquel congreso, no tuvo apoyo popular, pues el pueblo no lo eligió o entre él y el pueblo no había ningún vínculo.
No nos dijeron que esa constitución facilitó a propietarios de tierras, mantuanos o no, aumentasen la extensión de sus propiedades, corrieran sus linderos, se apropiaran del ganado orejano, aquel que vagaba por las sabanas, el llamado orejano, que no era propiedad particular y si de todos, como que cualquier llanero o transeúnte podía disponer de ellos para comer y mantener a la familia.
Tampoco que, pese el hundimiento de la sociedad esclavista-colonial, se mantuvo la esclavitud y apenas se prohibió la entrada de nuevos esclavos. No nos dijeron que, entre todos los afectados por esa república de 1811, con demasiada razón, la mayoría, se decidió a favor de Boves cuando este comenzó su prédica y se puso en campaña, justamente manejando esas inconformidades. No fue que se volvieron realistas ni antipatriotas, sino los obligaron a salir a luchar del lado de quien creyeron defendía sus derechos.
Y en eso, Boves, pese se oculte, se manejó de la mejor manera. Tanto que, hasta el gobierno español, sobre él siempre tuvo sus dudas,
No nos dijeron que esa Constitución no sólo fue aprobada sin el apoyo ni consulta popular, ni que, además, sus disposiciones fundamentales, estaban contra el interés de las mayorías. No aclararon que el Marqués del Toro, un esclavista, terrateniente, de los que quieran seguir oprimiendo al pueblo miserable, era de los jefes de la República. No nos dijeron que, por eso, emergió Boves.
Cuando uno recuerda esto, de lo que seguiremos hablando, y piensa en lo que pasó en Chile, pudiera pasar en Perú y está pasando en Colombia y en todos los pueblos donde sin motivo el trabajador es sometido a la más intensa explotación y el pueblo todo a grandes privaciones, se preocupa al pensar como la demagogia, los demagogos, desorientados, ortodoxos que sueñan una vaina, mientras su mundo es otro y los aliados de la explotación, también suelen servirse de esas coyunturas.
Es decir, Boves fue el resultado de la enorme desigualdad colonial que repotenciará la Declaración de la independencia y sobre todo la Constitución de 1811, que, a manera de ejemplo, ignoraron de manera casi absoluta los motivos de los alzamientos de José Leonardo Chirinos y Gual y España, por sólo nombrar esos dos. Y en esa desigualdad, egoísmo y pretensión de explotación y robo descarado, se montó la figura de "El terrible asturiano".
De donde uno saca la conclusión que no basta ganar elecciones, donde un bando saque unos pocos votos, cuya cantidad sería sólo un poco más grande que la también escasa que sacó el contrario, para garantizar la estabilidad y paz de la república, mientras a manera de ejemplo, los trabajadores, en una economía capitalista han perdido al derecho a contratar y perciben salarios impuestos de los más bajos del mundo.
Las coincidencias que el lector pueda hallar aquí con la coyuntura de ahora son de su autoría.