Salvador de la Plaza, el Proyecto Americano y la Internacional Comunista

Jueves, 17/06/2021 09:43 AM

América continental es, en la actual realidad, un polvorín socio-político de transparente demostración para cualquiera persona con grados de sensibilidad social e histórica. Las situaciones reales en curso desde las praderas norteamericanas hasta la Patagonia se expresan en profundas crisis socio-culturales, económicas, militares y antropológicas que no desmienten el desarrollo de una revolución continental. Cierto que debemos analizar y reflexionar a cuál revolución nos estamos refiriendo, cómo la podríamos definir, hacia dónde se dirigen sus paradigmas en permanentes angustias. Ello no obsta ni impide que nuestra aseveración de definición de revolución en curso sea denegada cuando nos acercamos en reflexión a las clases sociales como a las confrontaciones inter-clases sociales para una mayor precisión. Esa confrontación tiene en curso el brutal comportamiento de las derechas continentales adscritas al movimiento de derechas ultraconservadoras y fascistas globales en sus comportamientos cónsonos con el sistema capitalista occidental, fundamentalmente. Ese escenario produce reacciones sociales cuales se encuentran encauzadas en las actitudes de las nuevas generaciones nacionales con curiosas diferencias si comparamos esas reacciones a aquellas que se dieron tiempos pretéritos aunque no tan lejanos como fueron la Guerra de Vietnam y el Mayo francés.

Pero las inquietudes americanas no son de recientes fechas, lo contrario, por diferentes razones, el primer movimiento continental se manifestó en contra del colonialismo imperial europeo en Haití; posteriormente en el norte del continente americano en las 14 provincias, como en Venezuela y allende sus históricas fronteras como en el denominado "Cono Sur" en sus procesos independentistas. Cuando "tocaron tierra" aquellos procesos revolucionarios se telurizaron, en cierta medida, en su propio proceso revolucionario camino hacia su propia identidad nacional como continental sin deslastrarse del "maldito eurocentrismo" hasta que, en estas recientes fechas, durante el actual gobierno del Presidente Nicolás Maduro Moros, cuando en el Centro Nacional de Estudios Históricos se viene desarrollando, en Venezuela, un movimiento de permanente análisis de esa carga histórica en función de alcanzar identidad propia nuestro-americana.

En ese orden de ideas, por investigación, nos acercamos a Salvador de la Plaza encontrando en su correspondencia una muy importante epístola dirigida al representante de la Internacional Comunista, E. Woog, radicado en Moscú, fechada el 15 de julio de 1926. Dicha correspondencia ha tenido sus efectos en el proceso de nuestras investigaciones doctorales ya referidas en nuestra anterior entrega "por capítulos". En considerando que Salvador de la Plaza fuera y sea considerado comunista, en considerando la fecha de la correspondencia citada y a quien está dirigida, ésta se contrasta con la aseveración de Rómulo Betancourt cuando enfatizó que "…en Venezuela no ha penetrado la propaganda comunista…(a) No ha penetrado en las masas…(b) La propaganda comunista no ha penetrado en la Universidad (1929)…" ("Rómulo Betancourt. Selección de Escritos Políticos, 1929-1981". Compilador: Naudy Suarez Figueroa. Fundación Rómulo Betancourt. Caracas, 2006, pp. 29-35).

¿Existía en Venezuela "…"la calumnia comunista"…[y un] "funesto brote comunista"…" para la fecha arriba en referencia de 1929 a decir del ministro de Relaciones Interiores, Pedro Manuel Arcaya? (Idem, pág. 27). ¿Tenía razón Betancourt cuando asevera que el pensamiento comunista no estaba presente en ciertos estratos sociales de la sociedad venezolana cuando enfatiza que "…para hacer arraigar en la conciencia de un grupo social una nueva concepción política, o ética, o estética, se requiere inevitablemente del apostolado fervoroso…" (Ibidem). Lo que nos lleva a una primera conclusión y preguntarnos: ¿quién fue el primer marxista/comunista en Venezuela? Es decir, por lógica formal, según Betancourt, en 1929 cuando escribió junto con Miguel Otero Silva y otros, "En las huellas de la pezuña, 1929" (Idem. pp. 27-35) habría ausencia de un pensamiento comunista en contrario a lo aseverado por el propio gobierno gomecista. ¿A quién creer?

Regresemos con Salvador de la Plaza y su correspondencia a Woog. Por razones de espacio copiaremos una seria de frases de de la Plaza cuales podrán permitir algunas orientaciones interesantes.

Salvador de la Plaza expresa en su misiva a Woog al referirse a Gustavo Machado: "…No tengo que hablarle del c. Machado, la confianza que yo haya podido inspirarle a usted, puede tenerla en él. Somos casi hermanos por los lazos que nos unen desde chicos y por haber luchado juntos desde que éramos estudiantes en Caracas… hemos constituido un Comité Organizador Continental compuesto de cinco Secretarios… Se necesita dar orientación. En general hoy se protesta de la maldad del "coloso del Norte" del "rubio" invasor y otras frases por el estilo." (….)

Le presenta a Woog en el texto de su epístola el "…MANIFIESTO DEL GRUPO CONTINENTAL REVOLUCIONARIO…", sobre el cual precisa que "…Este grupo se constituye con el fin de aprovechar, para el triunfo del Comunismo en América…" (1926) en el cual incluye la significativa frase de "…El Jefe de la revuelta armada garantiza a la Juventud Venezolana no solo incluir en su programa algunos artículos relativos a la libre organización del proletariado, sino que le garantiza también facilitar los medios para la agitación y organización…Otra razón que abona en pro de lo anterior, es la circunstancia de que los organizadores de la revuelta no cuentan dentro del país con los elementos capaces en número suficiente para asegurarse en el poder y que se verán forzados a solicitar la cooperación de la Juventud Venezolana" (Ídem, subrayado nuestro).

Es, en esa tonalidad, que de la Plaza enfatiza que "…Siendo el objetivo comenzar la acción organizadora dentro de Venezuela, ya triunfante la revuelta armada, y no contento sino con la garantía de la libertad de acción sin compromisos de favorecer una organización comunista y teniendo en cuenta también, que de enterarse los capitalistas yanquis de nuestros propósitos, obstaculizarían en lo posible el triunfo de la revuelta, es lógico aceptar que un secreto riguroso sea indispensable para el éxito…".

En esa línea, Salvador de la Plaza le expone a Woog que el "…Objeto del Partido Revolucionario Venezolano (P.R.V.). Ser una organización de fuerzas humanas disciplinadas y sinceras, que logren hacer efectivos los Principios Básicos de la Revolución, venciendo al Gomecismo y en la paz…". Es decir que para aquel mes de julio de 1926 no solo "había un plan a desarrollar un partido político" sino un sesudo análisis encauzado en dos vertientes fundamentales: la primera la lucha contra el gomecismo, derrotarlo e imponer un gobierno antiimperialista, de corte continental y muy cercano a la Internacional Comunista, es decir, a su ideario filosófico-político.

El segundo objetivo es, desde Venezuela, expandir el proceso revolucionario por toda la América meridional cuando expresa que "…Este grupo se constituye con el fin de aprovechar, para el triunfo del Comunismo en América, la situación favorable que ha de presentarse en Venezuela tan pronto triunfe la revuelta armada que se está organizando en estos momentos. Aspira a interesar en tal propósito a todos los elementos avanzados que comprendan que la Revolución Social, para su triunfo en América necesita que el proletariado conquiste el poder en uno de los países de este Continente…"

Regresemos a don Rómulo Betancourt.

En carta dirigida a Salvador de la Plaza (10 de septiembre de 1928) le expone Betancourt, como citamos en nuestro anterior texto, que "…cumpliendo con un deber de sinceridad conmigo mismo le dije con toda la ingenuidad cuál es mi parecer respecto a la creación de un partido político revolucionario que personifique los ideales de la oposición venezolana…los momentos son álgidos y lo inmediato, lo urgente, es hacer cristalizar en hechos el estado de efervescencia en que se halla el espíritu nacional…" (Rodríguez G. Irene. "El archivo de Salvador de la Plaza", pp. 255-256. Subrayado nuestro).

El 19 de octubre de ese mismo año de 1928, desde México, Salvador de la Plaza, le responde a Rómulo Betancourt en referencia a su posición con respecto a la "…creación de un partido político revolucionario…" (Ibidem). Expresa de la Plaza que "…creo descubrir en un párrafo de su carta que usted cree inoportuno y hasta ineficaz el trabajo del PRV, es decir el trabajo para la organización de un Partido Político en el exterior que pueda, llegado el momento, asumir la dirección del movimiento…" para continuar exponiendo que "…sí hasta hoy ha sido imposible derrocar a Gómez ha sido principalmente por ausencia de cohesión en la emigración, por ausencia de un Partido que pudiera asumir la responsabilidad de la revuelta. Ahora tenemos al PRV y si la ocasión se presenta entrar en V. él será quien tome la dirección…". Pero todo no queda ahí cuando, en la misma misiva, le precisa que "…le felicito por su actividad en esa (Curacao) y esté seguro de que triunfaremos. El momento venezolano, más que ninguna otra experiencia, nos prueba que el camino del PRV es el único que debemos seguir si queremos de veras acabar en Venezuela con las tiranías…" (Idem, pp. 259-260).

A la considerada "Vieja Guardia" (sic) del "Buró de México" (la Oficina de la Internacional en México sería fundada por Mihail Borodin, enviado especial de Vladimir Lenin, y, posiblemente, participara M.N.Roy), la confrontan "los universitarios de abril del 28" en palabras del aspirado líder universitario del "Febrero del 28", Rómulo Betancourt.

UNIDAD, LUCHA, BATALLA, VICTORIA.

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