Bolívar Carabobo y el Chavismo Americano (I)

Jueves, 24/06/2021 03:45 PM

"En el primer cuarto del siglo XIX Napoleón es Europa; Bolívar, es América.

Pero Napoleón se quedó inmóvil para siempre en la gloria del pasado;

Bolívar, continúa vivo y actuante.

[…] Ningún general de américa pronunció más sublimes discursos y proclamas,

ni nadie dictó jamás en el Nuevo Mundo,

al par de cumplir obra titánica de otro orden,

miles de cartas inmortales,

en su mayoría iluminadas por la inspiración poética."

Alfonso Rumazo González.

Hoy al conmemorar el Bicentenario del 24 de junio de 1821, pretender hablar sobre Bolívar, Carabobo, Chavismo, y América, es una tarea bien difícil, si lo que se quiere es decir algo que en realidad ya no se haya dicho, con los mucho que se ha escrito por teóricos y no teóricos, los que se ciñen al rigor disciplinar, al método científico de la ciencia que practica, y los que también leen y han oído, y por tanto piensan y opinan desde sus corazones y también a veces, sus vísceras. A Bolívar se lo ve siempre "ceñido a las hazañas con las que se superó a sí mismo, un hombre de carne y huesos, mortal, que con creces ha saltado a la eternidad, refrendado por escrito en la Historia Universal, y nadie antes, y tampoco ahora, ha logrado siquiera igualar su grandeza." Una frase que recoge algo de tal grandeza en un ser humano, con sus defectos y sus virtudes, de la que han hecho y desecho sus defensores y detractores. Bolívar nace y se hace en una época inigualable, como son todas ellas, mostrándose tal cual es, pues responde a lo que ha sido, lo que son las circunstancias atravesadas por hombres y mujeres de pensamiento y mentalidad suigéneris, de la que se tomarán sus aspectos relevantes para seguir avanzando. Así con pulso, aprendiendo y bebiendo de las fuentes, nada menos que del conocimiento de la Ilustración, del Enciclopedismo, que recoge lo que la humanidad ha cosechado entonces, en la mente febril de pasión y de emoción cuando se va despejando ante los ojos cada fenómeno, cada gesto de la naturaleza en sus especies, del medrar y del crear desde la lucidez guiada por los maestros que le acompañan los pasos y lo conducen a la búsqueda de la perfección, como si de forjar una espada toledana se tratara. El sentido de la oportunidad, cuando ésta llega a estar presente y tomarla, aventaja sobre el resto que se deja llevar por los impulsos y las pulsiones sin percatarse de que son respuestas y efectos generados por los sentidos que en un torbellino llegan y envuelven a quienes se dejan arrastrar como las briznas de paja en el viento diría Gallegos.

Carabobo dice todo sobre Bolívar y el Libertador dice todo en Carabobo, donde se inicia la maniobra desbordante frente a la reacción realista, han sido elegidos los hombres, tienen nombre sus Compañías, los Batallones, cada maniobra y lance, es el Manifiesto, es Jamaica, el Discurso, la Ley Fundamental, la Convocatoria, el Mensaje, será la Última Proclama, quien haya leído la historia mínima de Venezuela, si es venezolano o venezolana tiene que saberlo porque sí, porque se es patriota haciendo patria, aportando un granito de compromiso y comprensión de que una mano lava a la otra y las dos lavan el rostro de la imagen que debe ser sagrada, para elevar como el hasta de la Bandera gloriosa en Carabobo. De eso se trata, porque hasta ahí hubo que regar mucha sangre, abandonar muchos cuerpos, reconstruir muchas identidades, acompañar muchos sacrificios, lamentos y lágrimas, para finalmente alcanzar la Independencia política, nada más. Lo demás todavía está por hacerse, es lamentable todo el tiempo invertido, y poco aprovechado, repitiendo más los yerros que las certezas sobre cómo debe entenderse el concepto progreso, como se entiende el de guerra, que es lo que se manifiesta en la Sabana de Carabobo, donde es lo militar lo que destaca, de cómo se enfrentan dos posiciones, dos egos y sus sombras, antagónicas sí, pero con ventaja certera y segura por parte de quien sabe que ha llegado su momento esclarecedor y despejada su mente alcanza a ver el todo en cada detalle, porque los ha vivido, padecido, aprehendidos es por lo que tiene la seguridad, frente al enemigo que está mentalmente entregado al mal presagio de la derrota anticipada. Carabobo es la carta destapada, el mapa develado. Es la Batalla de las próximas Batallas, son los planes, los dispositivos, las estrategias, las tácticas, las doctrinas, todo lo remozado como frutos recién cosechados del árbol de la pericia y un conocimiento de causa, un saber observado, preciso, crítico, real, una verdad frente a lo complejo de los temas complejos, porque es la mezcla y síntesis de la diplomacia, de la política, de la administración de los recursos, de la economía de subsistencia, de la defensa integral, de cada punto de inflexión, para penetrar en el teatro de operaciones habiendo debilitado la resistencia del enemigo, una pesada maquinaria que está tocada por lo psicológico, flanco por donde se desvencija el costal de la estrategia enemiga.

Carabobo es la serie de precisos movimientos que envuelven en un torbellino que se va abriendo paso entre las filas oteadas desde Buenavista, que señalan el punto medio, y envuelto en un círculo hacia donde confluyen todas las fuerzas que marchan y galopan desde los ocho puntos cardinales, Venezuela es Carabobo y Carabobo es la Gran Colombia, que en movimientos furtivos y a marchas forzadas, como el relámpago se abate sobre la tierra con su tronido de victorias sin parangón en la historia militar que aún continúa invicta. La Independencia es la no dependencia de fuerzas que opriman, sometiendo a los pueblos que han llevado en sus hombres y exponiendo sus pechos para alcanzar las victorias al decidir vivir sus propios sueños. Fueron cuarenta y ocho minutos los necesarios para decidirlo todo, lo demás duraría lo debía durar, puesto que son muchos los factores y las variables presentes al azar. En sólo cinco horas se consuma la victoria. Y Bolívar pasa a ser el hombre más importante de aquel siglo, los títulos se los ganó uno a uno, la posteridad lo ha reivindicado, por su carácter "no conoció el reposo, y los obstáculos tenían que apartarse, porque ponía en acción siempre todas sus fuerzas, arriesgando hasta la vida." Un espíritu indómito, rebelde, que concatenó los siglos de oprobios s y opresión de un imperio máquina infernal que llenó de horrores lo que había sido una existencia apacible y distinta por su cosmogonía, en relación simbiótica con la naturaleza, ingenua y precavida, que le dio la bienvenida al nauta Colón en Paria, que al conocer estas regiones las llamó "Tierra de Gracia", el Nuevo Mundo, donde se hallaba el Paraíso Terrenal, convirtiéndose en los dominios de las Indias Occidentales. Lo que parecía ser el encuentro de diversas culturas desconocidas hasta entonces por la mayoría de los europeos, devino en la monstruosidad con la implantación el asentamiento y trasvase ideológico e institucional, que lo transformó todo, historia y geografía, religión y credos, leyes y formas que negaron las que había e impusieron las que traían, solo se tomó en cuenta a quienes se sometieron o se unieron a los que llevaban la ventaja por su tecnología, sin mediar solución de continuidad.

Con tales hazañas, en aquellos gestos, se reflejaban sobre la extensa llanura, trescientos años de desconocimientos acumulados, llegado el momento de expiar cada una de las arbitrariedades y barbaries desquiciantes de atropellos, de tropelías, bajo componendas cada vez más sofisticadas para abalanzarse sobre las aldeas y entre aventureros desalmados, someterlas a inimaginables crueldades y tormentos, que se llevaban a cabo, sin respetar nada, las órdenes de los reyes, bendecidas por la Iglesia católica, esa unción entre Estado y la cristiandad en alianzas, era lo que Dios todopoderoso concedía al bienaventurado Pedro, a título de Vicario de Jesucristo lo que el Sumo Pontífice ejerce sobre la tierra, y a través de la bula papal repartir "Todas esas islas y todas esas tierras (…) situadas al oeste y al sur de la línea que va del Polo Norte al Polo Sur, (…) asignadas a los Reyes Católicos." El Libertador describirá cómo "Semejantes actos afligen a los más endurecidos, y excitan justa execración contra aquellos que lo han perpetrado… hechos abominables par deshonrar el género humano (…) espantosos acontecimientos que el fraile Las Casas vio con sus propios ojos. (…) y vio también las más opulentas ciudades y los más fértiles campos, reducidos a hórridas soledades y a desiertos espantosos." Sin duda no pasarían desapercibidos tantos actos bochornosos de los españoles, y de europeos en general, en sistemáticas operaciones de exterminio y pillaje, saqueando cuanto hubiera de provecho en nombre de la providencia divina ante los desalmados naturales.

Volver a Carabobo es replantearse cuáles sus causas originarias, cómo, por qué, quienes, que mutatis mutandi fueron factores desencadenantes de la serie de hechos y los acontecimientos como consecuencias directas. Nos es, por cierto, con las diferencias de tiempo y de espacio, de aquella modernidad a esta postmodernidad, el mismo escenario, con sus cambios de piel, como las culebras, o los camaleones, que hablan de cambio y renovación para que en el fondo nada cambie, solo se transforman apenas cosas. Porque en realidad todo empezó en España y en España acabó, era en San Blas a comienzos del XIX, cuando llegaban los ecos de la burguesía francesa, hablando de algo novedoso y peligroso para los oídos de la Corona, se mentaban conceptos como libertad, igualdad, fraternidad, aseguramiento de la existencia y cierta propiedad como razón y ser de un nuevo sujeto, el burgués liberal, humanista, a los que hábilmente se había adherido los aristócratas y oligarcas, un tercer Estado nueva ideología, que enfrenta a la Iglesia y a la Monarquía. La República, la democracia, la abolición de la esclavitud. Aquellos lodos trajeron estos polvos, y comenzó a ocurrir ese amasijo de alfareros en las manos de los criollos clamando por libertad de comercio, exención de impuestos en algunos rubros; pero subestimaron el poder del gobierno y sus burócratas informados de las infidencias y delaciones de los cabecillas de las insurrecciones, que fueron atrapados, colgados y descuartizados. Otros querían crear en sus provincias autónomas repúblicas independientes. Hasta Miranda viene de recorrer Europa y América del Norte

Los aborígenes aguerridos se defendieron y fueron vencidos, lucharon por lo suyo, sus vidas, aldeas, naciones, una tras otras los rebeldes iban sucumbiendo ante un poder mayor y más sofisticado, tecnológicamente los superaban los invasores; además de traer consigo enfermedades frente a las cuales no tenían defensas, y las pandemias arrasaron muchas vidas, diezmaron centenares, miles, fueron millones las víctimas que se contabilizaron a la sazón. Llegaban como la marabunda arrasando con todo cuanto les servía de provecho, pero sobre todo oro, plata, perlas, y lo que fuera mercantilizale, y pudiera servir de trueque. El precio que pagaron además de haber sido esquilmados los "naturales" fue la tortura, el aniquilamiento en masa, ahogados en sangre, incinerados, entre piaras ardían las piras de seres, antes sistemáticamente deshumanizados a propósito para poder llevar a cabo su exterminio. Ante cualquier tipo de resistencia el mayor de los tormentos. Si esto no mueve a reflexión, ni es óbice para tomar una determinación y una dirección a la existencia que se oriente hacia la búsqueda de objetivos superiores, hacia la verdad; qué sentido tendría la vida. En el principio fue el logos, y su cultivo nos hace herederos de los más nobles ideales que separan la paja del polvo, los principios y valores, el odio del amor y la siembra de esperanzas, legados que suponen sentimientos altruistas, de entrega a una causa que sea total y plena para el mundo, sin distingos, sin preferencias ni privilegios de castas, esas diferencias marcadas en los códigos de conducta cortesanos, de sistemas estamentales, estratificados, donde medra el soberano despojado de su potestas, secuestrada por los representantes en el poder, ejecutando y administrando los recursos a discreción.

Es el precio a pagar, o es la condición a enfrentar en la conmemoración del acontecimiento que por lo alto puso fin a trescientos años de dominación, y que en once años cerró el ciclo, y con él se inició uno nuevo, que volvió a tener los mismos vicios que se repitieron, y una de las causas, incurrir en el error, por falta de experiencia y la falta de formación e información de cómo se bate el cobre en el laboratorio fuera del campo de batalla, en la vida de los civiles, que al terminar las batallas vuelven a sus nichos, a sus vidas ordinarias y la relatividad vuelve a estar presente y se asoman nuevas oportunidades, suponiendo que las cosas de verdad fueron transformadas por efecto de la guerra. Queda restañar las heridas, pero cómo se llena el vacío y la ausencia de Bolívar, de Sucre, de los próceres y las proceresas, del talento y del talante de los filósofos de la nueva marcha hacia un destino común y consecuente. Dónde queda la utopía, las esperanzas, las propuestas y mentideros de la historia, la que se torna oficial y traiciona al traducir los textos y discursos que no comprende en su magnitud, porque con el viento de la tormenta levantado por la guerra, también se llevó las ideas, los pensamientos, lo concreto y objetivo, lo orgánico y estructural, y se comienza prácticamente de cero, atendiendo a cómo se comporta el concierto de las naciones, de EEUU, de Europa, Occidente es la medida, descartando de nuevo la premisa, la teoría y la práctica, en su forma epistémica irreverente frente a la neocolonización, al traspaso del eurocentrismo al americanocentrismo, bajo la prédica neoliberal y del capitalismo en su fase superior capitalista.

Es en ese orden de ideas, los pueblos van detrás de sus líderes, confían en ellos, los consideran sus servidores, puesto que deberían serlo, y no sólo en los discursos, o como los hijosdalgo, que se sienten herederos seculares del patriarca, pero que solo asumen el mandato del mando, y no la carga de responsabilidades inherentes al cargo. Bolívar lo intuyó desde la Revolución Francesa, lo supo aquél 6 de junio de 1808 cuando el emperador "ha violado con España los pactos más sagrados" dice F.J. Yanes, al declararse rey; y añade Bolívar que "Cuando las águilas francesas sólo remontaron los muros de la ciudad de Cádiz (…) entonces quedamos en la orfandad (…) después lisonjeados con la justicia que se nos debía y con esperanzas halagüeñas siempre burladas (…) inciertos sobre nuestro destino futuro, y amenazados por la anarquía, a causa de un gobierno legítimo, justo y liberal, nos precipitamos en el caos de la revolución." Una abdicación tras otra pone en mano de Napoleón a España junto a sus posesiones en Europa u ultramar; otra encrucijada, para tomar partido, hacia donde se inclina la balanza, o intervenir para inclinarla, en defensa del monarca heredero de la Madre Paria, o ya sin padre ni hijo, asumir el rumbo propio y autonómico como americanos independientes en lo político, económico, social, y hasta en lo religioso, pues son los argumentos jurídicos los que definen el régimen; las percepciones han cambiado, ya no son impuestas desde la Santa Sede, pero tampoco son todos los sectores sociales los que abrazan dichos cambios. Bolívar oteó de forma holística aquella su visión futuriza, su imaginación vuela desde las cumbres como el halcón profético fuera de su tierra, a la que dedicará todas sus energías, ha jurado no dar descanso a su brazo, ni a su alma, escrito con tinta sangre de clarividente, sabiendo que será alto el precio a pagar, para vencer o morir hasta sellarla con la más épica gesta. (Continuará)

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