El trabajo bien hecho, y la lucha política

Martes, 06/07/2021 01:35 PM

Jaqueline Farías hizo un buen trabajo en la gobernación del distrito capital, y antes en hidrocapital, es una buena administradora. Pero a un "genio" (un "genio maligno") en el gobierno se le ocurrió que mejor se encargara del MINCI; un ingeniero hidráulico encargado del ministerio de comunicaciones. Esos cambios "los decide la dirección del partido" –diría Diosdado –, pero ¿bajo qué criterios?, ¡qué importa!, alguien por ahí quería ser gobernador de Caracas y Jaqueline es obediente y disciplinada, y ¡se va a otra "trinchera"! Igual como Elías Jaua, ahora con lo de su postulación a la gobernación, parece que obtuvo la mayoría de los puntos… ¿Qué tendrá esa "disciplina política" irracional, que amedrenta tanto? ¿En nombre de qué unidad se guardan de no pelear? ¿Unidad para defender qué o a quién? ¿Unidad en torno a qué o a quienes}? ¿Unidad contra qué o quién? Si yo fuera Jaua (o Jaqueline) me hubiera hecho estas preguntas antes de hablar de disciplina y acatar órdenes o las reglas de Diosdado. En ese punto no me queda claro lo de las diferencias y las coincidencias de estos camaradas honestos con la dirigencia nacional.

¡Sí, claro que el problema es otro! El problema es que hay revolucionarios secos, que dejaron de ser irreverentes y revolucionarios por cansancio, que terminan siendo fieles y obedientes por cansancio, que ahora solo se sienten buenos, buenas personas, sabios, que pueden educar con el ejemplo, arrumados en un rincón, dentro de un gobierno y un partido que necesita cómplices y bichos a tiempo completo, no santurrones. El problema no son los malos, el problema son los buenos; los que ya lucharon su día. Uno podría hacer una lista larga de todos aquellos que lucharon su día y se cansaron, pero no vale la pena. Lo que importa ahora son los que siguen luchando por el socialismo y se desmarcaron del gobierno de maduro y de la traición y de la ineptitud madurista, de la deshonestidad.

La experiencia que se vivió con Hugo Chávez ilusionó con tanta fuerza a sus seguidores que, a pesar de la vulgar traición de maduro y sus malas cualidades, todavía hay mucha gente que vive de ilusiones, solo de ilusiones, "fuego fatuo", que vive de una revolución fantasmal que solo existe en el deseo, en las mentes; aquellos que donde hay un traidor ven un gran estratega, donde hay una clara claudicación una entrega una capitulación ellos ven una cualidad de gran estadista, donde hay dependencia y sumisión ven independencia y soberanía, que cuando se apoya al capitalismo ellos ven tolerancia, unidad, ven "la paz"; incapaces de distinguir entre lo auténtico y lo falso, el auténtico y el falso, entre un monigote y un príncipe de la política... ¡Hay que despertar, nuestros espejismos nos mienten! ¡Chávez ha muerto y fue enterrado! Y junto a él han querido enterrar su legado político e intelectual, o convertirlo en estatuas, ojitos, y morisquetas.

Pero las ideas no mueren, por más tierra y fuego caiga sobre ellas. El Chávez socialista está escrito en su plan de la patria; si no su fantasma, su espíritu sí existe. Hoy, en la celebración del 5 de julio la consigna de la fuerza armada es "independencia o nada", una consigna esterilizada del verdadero espíritu de Chávez, difusa sin el socialismo, pero quizás justa, no es tan hipócrita; una consigna que, en su primera demanda de "¡independencia!", contradice la realidad de un país –de hecho – hipotecado al capital extranjero, y contradice las privatizaciones de todo aquello que nos pertenece como sociedad…, quiere decir que estamos en la segunda parte de la disyuntiva: en "¡nada!", o en la nada.

A pesar de este giro de 180 grados, con todo y esta restauración vergonzosa y avergonzada de la cuarta república, todavía contamos con la reserva moral y política de Chávez, con recursos humanos, materiales y naturales, todos presentes en su plan de la patria y en sus alocuciones, alocuciones, reflexiones, explicaciones difíciles de manipular, porque son muchas y están en todas parte de la red; sus escritos y artículos, discursos grabados, regaños grabados, lecturas, comentarios, enseñanzas, y más importante aún, en la memoria de muchos, todo lo que molesta al gobierno maduro-rodríguez y atormenta la mala conciencia de Diosdado. Hay materia prima para la revolución chavista, y seguro que hay revolucionarios que luchan todavía o que quieren luchar.

La nostalgia no es lo nuestro. Cuando se habla de revolución la nostalgia no existe, solo la posibilidad real de vencer al capitalismo. Luchar es lo contrario a rendirse o adaptarse al sistema; es pensar soluciones, buscar caminos; luchar es crítica severa y autocrítica severa y constante, para poder corregir los errores, aclarar las ideas, coger impulso y vista. Y luchar en revolución es coraje.

El trabajo bien hecho nos debería animar a seguir guerreando, es un estímulo mucho más fuerte que un cargo y un buen sueldo, o una embajada, o el premio de consolación del ministerio de la cultura (en un gobierno contrario a toda cultura como este es un cargo que no tiene mucho peso político, hasta ahí llegan muchos neutrales). Para un socialista hacer lo correcto es un estímulo para hacer la revolución, todo aquel que trabaja bien y hace las cosas con juicio, autoevaluándose, autocriticándose y se preocupa, no debería ser tan complaciente con el poder de los flojos que capitularon a favor del capitalismo – a favor de lo privado y la indiferencia, de lo personal y del egoísmo, que cada quién resuelva como pueda, de la competencia –. Chávez es socialismo, Maduro y el madurismo es claudicación, soberbia, capitalismo colonial. No solo hay hipócritas en el imperio, aquí los tenemos de sobra y gobernando.

La tarea de la revolución es para los honestos, capaces de vivir cerca de la verdad por más irritante que ella sea. Volvamos a Chávez.

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