Pedro Castillo frente al mayor dilema de su vida

Lunes, 26/07/2021 12:52 PM

"Es tan ligera la lengua como el pensamiento,

y si son malas las preñeces de los pensamientos,

las empeoran los partos de la lengua".

Cervantes

 

En los Estados Unidos, pasaron largo rato para saber de manera oficial el ganador de las últimas elecciones. En el Perú se presentó otro show por parte de la derrotada, tratando de alargar la proclamación del ganador, para ver donde conseguían una falla; sin embargo, no le quedó otra, sino reconocer el triunfo del maestro de escuela Pedro Castillo, quien me hace recordar el caso, en unas pasadas elecciones en Acarigua, convertido en chiste, y con el correr del tiempo parece una anécdota, el cual en época de votaciones siempre alguien la trae a colación, y se asemeja a lo acontecido en la tierra inca. Un candidato, a quien no se le veía ningún chance, y parece que él, no andaba muy convencido de un resultado favorable, voto y se fue para su residencia; ya en la noche empezaron a llegar amigos para darle la buena noticia: ¡Era el nuevo alcalde de la ciudad! algunos llegaban muy eufóricos ¡Ganaste! ¡Ganaste! y les respondía algo incrédulo, y con mucha suspicacia: ¡Yo no juego lotería!

En el Perú, se presentaron tantos candidatos para elegir el nuevo presidente en la primera vuelta que, parecía más fácil meter sus nombres en un saco y sacar dos para la segunda vuelta o balotaje, sabiendo que ninguno iba obtener la mayoría requerida. El resultado del primer tanteo no fue sorpresa: Keiko Fujimori, muy cuestionada, pero era la pieza impulsada por la burguesía y al gobierno estadounidense defensora de sus intereses; y Pedro Castillo con su sombrero y aires de campesino, quien al final salió ganador para caer en el eterno dilema de los que llegan a gobernar, porque no hay más opciones: enfrentar a la rancia burguesía peruana, y las manos interventoras del imperialismo o termina, como todos sus antecesores, entregados en cuerpo y alma a los enemigos del pueblo.

Las primeras palabras del nuevo presidente, con su nombre tan criollito, como si habláramos de la arepa venezolana, Pedro Castillo: ¡No somos comunistas, no somos chavistas, no somos extremistas, y menos somos terroristas! El nuevo mandatario, por una parte, acusa, y por la otra le mando un aviso por si a las moscas al peligroso vecino del norte, sabiendo el comportamiento del estamento militar presente, la burguesía peruana, y nada más, y nada menos el imperialismo, porque es lógico que, en este momento se crucen infinidades de pensamientos cargados de buenas intenciones de hacer algo por los pobres; pero no es raro que, desde el primer momento lo empiecen acusar de comunista, chavista, extremista y de paso terrorista, como siempre hacen los gobiernos estadounidenses, cuando alguien se interpone, y ahí, es, cuando va tener que demostrar la firmeza y el temple necesario para verle la cara a los eternos enemigos del pueblo; de lo contrario dejar todo, como lo consigue, y al cesto de la basura las esperanzas y sueños de los peruanos por salir del berenjenal en el cual se encuentran metidos.

Todo el que desafía, el poder de la burguesía y el gobierno estadounidense, se encuentra tarde o temprano con esta disyuntiva. Cuba, es un ejemplo, y ahora más que nunca, podemos volcar muestra mirada hacia ese noble pueblo, cargado de la valentía necesaria para decirle al imperialismo ¡Somos libres! A pesar de todos los intentos de saboteo, difamaciones, y una guerra mediática feroz, incitando a matar a sus propios hermanos, aparte de un inhumano bloqueo por más de 60 años. Lo que pasa en el Perú, es una prueba más, para nuestra América. Llega al poder un hombre, conocedor de su tierra, y de los grandes problemas, pero no debe olvidar la manera, como han finalizados los antes elegidos; el que no ha terminado preso, es destituido con un expediente muy oscuro, pero siempre protegido por el imperialismo, siempre y cuando se comporte, como un Pedro Pablo cualquiera, quien precisamente llegó a la presidencia derrotando a la Keiko Fujimori por una escasa diferencia.

Lo cierto, es, que los peruanos, la gran mayoría deben estar rezando, y menos mal que, un alto porcentaje de la población es católica, porque de lo contrario se estarían encomendando a un cacique llamado "Biru", el cual vivió a comienzo del XVI, y supuestamente de ahí proviene el nombre del Perú. José Pedro Castillo Terrones, el nuevo presidente está frente a un reto, el cual lo puede catapultar a la historia del Perú, como uno de sus grandes hombres, o por el contrario lo puede lanzar al basurero de los traidores que, se han entregado incondicionalmente a la burguesía, y al imperialismo, y estoy seguro que, su segundo apellido lo van utilizar para verlo desaparecer, como un farsante más.

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