"Un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez". John A. Lincoln, presidente de Estados Unidos entre 1861 y 1865.
Veintidós años después de mandato ‘revolucionario’, Venezuela está en el colapso, y lejos de la democracia. Venezuela llegó a un callejón sin salida.
La producción de petróleo se ha desplomado en mas de 2.5 millones de barriles por día, según los expertos mas calificados en la materia petrolera.
Cuando subió a la escena nacional a principios del año 2019, Juan Guaidó, llenó de expectativas a los venezolanos. Un joven, elocuente, y serenamente confiado, era una cara nueva en un país con viejos problemas, 2 años después ha resultado peor de lo mismo, malo para todo, y bueno para nada. Con los tradicionales líderes sifrinos de la oposición acusados de terroristas en prisión, escondidos o en el exilio, a Guaidó se lo tragó la corrupción, y los muñequitos de torta de su equipo de gobierno ficticio, lanzando por la borda el aparente poder internacional —el más fuerte, como lo fue el de Donald Trump, hoy en el 2021 fuera del poder— a la lucha por restaurar la dañada democracia de la nación, que hoy sigue en el limbo, y con los mismos patiquines que se sentaran en México para ahora libar tequila.
Dos años después, la estrella de Guaidó se ha apagado. Es presidente solo de un Gobierno fantasma con desprestigio moral y salpicado por la corrupción. Aunque unos 7 millones de venezolanos han huido del país, el presidente del caos, Nicolás Maduro, no avanza hacia ninguna parte.
El militarismo corrupto e incompetente que anda a tientas, y a ciegas por las instituciones del estado venezolano han afectado la economía, y ahora asociado con la pandemia, pero Maduro controla las palancas de poder para disputar las elecciones de alcaldes, y gobernadores el 21 de noviembre de este año 2021, y por lo tanto, terminar de sacar al manga mía de Guaidó del camino.
Guaidó, respaldado por Estados Unidos, y parte de Europa, ha denunciado estas elecciones regionales 2021 como una farsa, pero va con un poco de necios, y que a `dialogar’ en México.
El desastre de la economía venezolana sigue con estos pajuos en el mismo punto muerto generando un problema aun mayor, para los angustiados sobrevivientes de Venezuela, que hipotecaron sus esperanzas en Guaidó, y sus asesores entalcados en Washington, y Miami. Al no haber logrado mover a Maduro del poder, los pitufos de la oposición, y los alacranes quinta columnas han ayudado a perpetuar esta severa parálisis de la economía venezolana.
El éxodo venezolano se ha convertido quizás en la peor crisis de refugiados que en el hemisferio occidental se haya conocido, mientras los invasores sirios, unos campesinos, sin educación, y recogedores de aceitunas en su país, hoy explotan, y esclavizan a los venezolanos profesionales, tripulando lujosas camionetas, siendo dueños de panaderías, bodegones, farmacias etc. Una inmigración de indeseables que escriben culo con K, y se aprovechan de las necesidades de las jóvenes venezolanas, para sus aberraciones sexuales.
Biden ha agravado el desastre, ya que su implacable política de "máxima presión", que alterna sanciones individuales, y sectoriales, empuja a la nomenklatura a acoger a los empresarios delincuentes, con bodegones, y cuanto negocio sucio quieran montar para lavar dólares. Los petroleros iraníes traen gasolina, y alimentos a Venezuela a cambio de llevar crudo de contrabando, basta ver el desfile de tanqueros petroleros en la bahía de Pozuelos en el Estado Anzoátegui, para cargar petróleo en el Terminal de Jose, mientras que Turquía se lleva el oro venezolano de contrabando. China, y Rusia, entretanto, han negociado amablemente las deudas venezolanas, mientras saquean el país.
Sin embargo, el callejón sin salida de la diplomacia ofrece a Venezuela y sus aliados opositores imberbes en México la oportunidad de rescribir este desastre una vez más. Es improbable de terminar con el punto muerto sobre Venezuela, ya que se requiere un curso más ecuménico, incluido una amplia conversación entre interlocutores de alta gama política.
El consenso generalizado es que después de haber sido victimas de la intriga, de acusaciones penales, y las oleadas de asesinatos, durante las protestas 2014-2017. Maduro, y la nomenklatura tendrá que entender, sin ser forzados, a buscar una salida honrosa a esta situación. "Las sanciones no son un fin en sí misma, sino un instrumento para lograr algún resultado", dijo en una oportunidad Geoff Ramsey, director para Venezuela de la Oficina de Washington para América Latina.
En México claramente, si hubiera negociadores de peso, y con conocimientos de causa, se buscaría algún tipo de aterrizaje sin riesgos. Y seria una buena señal para un posible acuerdo. Por ejemplo, con un 90% del país en contra, lograr que Maduro se haga a un lado, y dar paso a un Gobierno de transición con garantías para el papel del chavismo en la política, el tratamiento judicial justo para casos de alto rango, bajo un debido proceso, y con derecho a la legitima defensa.
Se podría levantar a Venezuela la prohibición de importar diesel, que alimenta el transporte público, y la carga de alimentos, cuya escasez ha agravado las dificultades socioeconómicas.
Puede haber también Otras conversaciones multilaterales para negociar un pacto para una transición democrática que involucre a los aliados del Gobierno bolivariano. Querer es poder para superar esta crisis, sin odios ni rencores, en pro de las nuevas generaciones de venezolanos.