El diálogo o los extremistas nunca dejarán de serlo. Hierba mala nunca muere, pero hay que cercarla

Jueves, 19/08/2021 04:40 PM

Hay personajes que siempre eludiré nombrarles. Es posible que alguna vez uno caiga en la tentación y pase por alto esa regla, por la dificultad en veces de pintarles y carezcamos del espacio necesario, como sucede en tuiter. Las pocas palabras que uno debe usar, la necesidad de ahorrarlas, obligan a procederes, manejo del lenguaje, contrarios a nuestros deseos.

Hay algunos de ellos que uno les nombra de manera obligada, porque el azar y una fuerza descomunal les puso donde están, pese ellos no tengan los méritos necesarios. Pero son como piedras que estorban el camino del viajante o el paso del agua que termina desbordándose hacia donde lejos de beneficiar hará daño.

Porque nombrarles es contribuir de alguna manera, aunque sea insignificante, a ensalzar a quienes no son merecedores que nadie les escuche, preste atención, porque nada bueno dicen, sino disparates y estos siempre destinados al malestar público y llamar la atención. El extremista, puede serlo porque su ego le predispone a llamar la atención y con eso se conforma, no tiene talento ni un proyecto ni plan para sustentar lo que dice ni darle sentido a lo que hace y nombrándole se le hace un favor, se llama la atención hacia él o ELLA, se les hace atractivos y hasta se les convierte en una potencial referencia.

Ahora cuando se instala la mesa de diálogo en México y esta comienza a producir sus primeros frutos, como el preacuerdo firmado hace dos días atrás, que no es sino la agenda de los asuntos a ser abordados, lo que no deja de ser importante, Estados Unidos produce un gesto, un ritual, que pudiera no tener ningún vínculo con lo anterior, si coherente con el cambio que significó la sustitución de Trump por Biden, consistente en nombrar nuevo jefe del Comando Sur.

Bien se sabe que, el almirante Fawler, ha sido, digamos diligente, para no llamarle agresivo, en sus movimientos para presionar a Venezuela y generar la idea que la "invasión ya viene", a menos que los venezolanos por su propia iniciativa hallen la forma de salir de Maduro. Pero también, puso por demás empeño, en mostrar que, con él y las fuerzas a su mando, el gobierno de Colombia tiene un aliado poderoso en el momento de enfrentar al ejército y la población de Venezuela. Más si recordamos que de aquel lado ya tienen 11 bases militares instaladas, aparte de la flota que permanentemente nos chequea o vigila. Quizás, es probable y hasta lo más probable, porque "todas las opciones siguen sobre la mesa", como antes dije, sólo se trate de un mero acto administrativo, porque a Fawller se le venció su tiempo o estando en aquel cargo por Trump, Biden prefiera uno de su mayor confianza. Pero, como se suele decir en el lenguaje coloquial, en veces "el hambre se une las ganas de comer" y en este caso la medida, que pudo tomarse antes o después, se toma ahora para crear un espejismo o una falsa muestra de buena fe. ¡Y quién quita! Uno no sabe lo que se oculta en la intimidad de la cabeza de otro.

Lo cierto es que, por "los vientos que soplan", pareciera haber reales muestras que, los factores que han tenido la vida del venezolano y la paz de la región guindando de un hilo, estuvieran entendiendo la necesidad de llegar a acuerdos. El asunto vital, es el carácter y la pertinencia de estos.

El diálogo entre los factores en pugna, por encima de lo que cada quien quiera, se imagine o idealice, se ha vuelto indispensable. El gobierno de EEUU, para decirlo como alguna gente cree fácil, pudiera imponer su voluntad y fuerza militar en el área, de esta última le sobra, pero al parecer no se decide y, "por algo" sustancial, debe ser. Allí está Cuba, que si bien es verdad no significa materialmente, estratégicamente para ellos, lo que si Venezuela, es como un desafío en la puerta de la casa, apenas a 90 millas de su costa y un "mal ejemplo, un contaminante". Y la Florida, donde buena parte de la población votante tiene origen cubano e incide sustancialmente en los resultados generales, ejerce sobre la Casa Blanca una presión constante y firme.

Es decir, así parecen demostrarlo los hechos, hasta ahora, pese la fuerza militar de EEUU, su capacidad para tomar cualquier país, sin importar las consecuencias, no les luce a ellos tal medida nada ventajosa y como un buen negocio, por lo menos por ahora, prender una guerra que no se sabe hasta dónde alcance ni cuándo termine. Y no es porque en ellos prevalezca el deseo de respetar nuestra soberanía, la democracia y la paz, sino por otros factores que operan en lo que llaman el nivel geopolítico.

Ya en los años 1960, a raíz de la crisis de los misiles, estando la Casa Blanca casi en disposición de invadir Cuba, el entonces jefe de Estado de China, Mao Zedon, les advirtió a los jefes de la política estadounidense que eso daría pie para ellos invadir zonas cercanas a su territorio, bajo el gobierno de sus aliados. Y aquello paralizó lo que parecía inminente, habiendo retirado la URRSS sus misiles.

La inestabilidad continental, hablo de nuestra América, "antes española", como le llamaba Bolívar, no parece tampoco apropiada para ese tipo de acción de vieja costumbre. Pudiera eso tener un costo muy enorme. Por lo menos, por ahora, eso no parece fácil. Las tendencias, rasgos del capitalismo de hoy eso no favorecen. El tiempo de la hegemonía, de la capacidad para decidir y disponer sin mirar hacia ningún lado para haber fenecido

Del otro lado, EEUU y el gobierno de Maduro y mucha más gente, parecieran haber comprendido que, hasta por asuntos muy específicos del modelo venezolano y las necesidades de allá, la ruptura, hasta el punto de querer vivir como ignorándose, no parece apropiado ni inteligente, más dentro del cuadro del capitalismo mundial, el carácter del modelo venezolano y las ventajas nuestras para aquel país. Lo que EEUU tiene facultad para hacer sin complicarse mucho la vida, ya nos lo ha hecho en abundancia, sin los resultados esperados y pudiera ser que eso termine volviéndose en su contra. ¿Son tantas las caras del trompo!

Es posible, pese la naturaleza del capitalismo, llegar a acuerdos mínimos de subsistencia, al margen de los malos entendidos, aficiones y deseos de cada gobierno, porque la realidad siempre es empeñosa en imponerse. China y EEUU, pese las fricciones que genera la lucha por la tendencia de cada uno a imponerse en el mundo y abrirle o "escarrancharle" las puertas a sus capitales, se ven en la obligación a llegar a acuerdos. Hay regiones de este país americano, cuya economía, depende de la de China, lo que se volvió muchas veces en un impedimento para el "nacionalismo" de Trump, en la guerra de aranceles.

Quizás se piense que, perro bravo sólo respeta a su par competente, pero ya hemos dicho que, invadir un espacio nuestro americano no es fácil y, en el caso venezolano, hasta ahora, está probado que, EEUU no cuenta con un apoyo cuantitativo sustancial en el ejército nacional, en el caso de pensar en golpe de Estado o invasión. Procederes que parecieran también perder eficacia en el continente, al momento de hacer la comparación con el pasado y pensando en lo sucedido en Bolivia,

Por eso, la idea del diálogo en Venezuela toma fuerza. En EEUU, además de lo dicho anteriormente, pudieran estar convenciéndose que es real la posibilidad de ganarle elecciones presidenciales al sector que ahora gobierna. Y que esto es posible, si logran aglutinar a la enorme fuerza que a este adversa, dividida sólo por la torpeza, persistentes errores de los más extremistas, esos que creyeron en la guarimba como forma de acceder al poder, de la misma manera que la vieja izquierda creyó en la guerrilla, "la guerra urbana y el foco".

Pero también pudiera haber comprendido la Casa Blanca, pese las poses y los berridos, que, con el gobierno de Maduro están hallando puntos de entendimiento en asuntos sustanciales para ellos. Por supuesto, el diálogo está empezando y en esa instancia, cada quien intenta dejar impresa su impronta, su influencia y peso. Las bravuconerías, de lado y lado, las vamos a seguir oyendo hasta el último momento. Pero, no es descartable que, de lado y lado, los deseos de acuerdos se impongan.

Por supuesto, es natural que, en estos enfrentamientos, choques de trenes, las piezas sobrantes, los guindalejos, quienes no tienen sólidos asideros y fundamentos, se desprendan, se hundan y hasta se disgreguen en el espacio. Y de estos, habrá gritones, que alarguen las manos para que les sujeten e intenten, solo por esos gestos, seguir subsistiendo. Perdida la vigencia del asunto de la guerra, la guarimba, la invasión, que les ponga donde quieren estar, pero no están aptos para ello, seguirán con sus gritos y sus manos extendidas hasta que se pierdan en el tiempo.

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