Todos conformes con lo que hay. Vuelta y vuelta pero sin tocar al capitalismo

Miércoles, 25/08/2021 01:38 PM

La mente crítica que forma opinión pública, es decir, los intelectuales, los políticos, profesionales, etc. que escriben, cada vez más se conforman con el orden social existente y la estructura de poder que hay detrás; se resigna a todo como un destino inevitable, fatal. Son pocos los que insisten en desmontar la trampa del discurso del poder; conocimientos, conceptos, lenguaje, símbolos. Cada vez hay más historiadores sin pasión por su método, por la historia; politólogos jipis o que creen en brujería; políticos que se retraen a su estado inicial, como si el tiempo no hubiera pasado, como un cadáver en su caja: se ven más jóvenes pero están muertos. La crítica como método revolucionario ha sido torcida hasta convertirla en halagos, en todo lo contrario, en exaltación cobarde de todo lo que hace el gobierno, o la oposición servil a la Casa Blanca; ahora, inclusive, la "crítica" devenida puede servir para justificar –desde cualquier ángulo – al capitalismo; da grima. Unos son gobierneros y los que hacen de más críticos terminan defendiendo a su contrario. Perdieron el referente, el norte, no tienen una intención clara, una estrategia.

¿Qué es lo que se ha perdido en el sujeto crítico, o lo que nunca se ha tenido? Ideas, ideales, una visión amplia, clara y fuerte del mundo, el sentido existencial del crítico de cara a la humanidad. Pareciera a veces como si toda crítica, todo análisis verdaderamente motivado, perspicaz del sistema, los deprimiera, de pronto se dieran cuenta de lo triviales que son, o la realidad les moviera el piso seguro de sus vidas regulares, normadas, clavadas a sus necesidades materiales y sociales… (eso es mucha psicología).

Lo cierto es que los aparatos del mundo virtual de los medios de información y las redes sociales han hecho su trabajo, convirtiendo lo que fue alguna vez rebeldía en una especie de encantamiento, de terror a cruzar los límites de lo "virtual" y del deseo.

Conozco algunos que les gusta citar, y dicen que "el que no es de izquierda a los 20 años no tiene corazón, pero el que a los 40 lo sigue siendo, no tiene cerebro", invocando a Churchill, y con eso se consuelan de su cansancio. Y otros citar a Bertolt Brecht, "… Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles…" y con eso, se siguen consolando, pero por otra causa, quizás más fea, ¿la traición?. El caso es que pareciera que no se sabe para dónde dirigir la opinión, establecer un orden de prioridades, el que sea y sobre el asunto que sea; opinar es lo que importa para no desaparecer definitivamente.

La crítica se pierde porque no se cree en nada; ¡todo vale! Pero si todo vale nada vale. Al abandonar el socialismo solo queda el capitalismo, no hay terceras opciones. Un sistema niega al otro. No se puede ser egoísta, mezquino, explotador y al mismo tiempo fundar un falansterio, como Fourier. Para ser críticos se debe tener un referente. Para ser críticos del capitalismo se debe creer en que otro sistema distinto es posible; no hablamos de un estilo de administrar el capitalismo, hablamos del sistema capitalista, de la acumulación de capital, de la concentración y el eventual pauperismo de la sociedad trabajadora y de la naturaleza, la explotación en extremo y la extensión y profundización de la pobreza, para criticar eso se hace de cara al socialismo: "dar a cada quién según sus necesidades y exigir de cada quién según sus capacidades", distribuir la riqueza, el trabajo, la educación, la salud y el tiempo libre de forma equitativa... Todas las fórmulas intermedias han fracasado, no se puede emulsionar dos sistemas que son más bien dos polos magnéticos opuestos que se repelen.

¿A qué nos resignamos sin chistar?

A un diálogo de "paz" que esconde detrás a un pueblo amordazado, que se da de espaldas al pueblo trabajador y sufriente, un diálogo entre oportunistas y entre potencias, donde se pone en juego el destino de todos, de nuestro territorio nacional, de nuestras reservas naturales y energéticas, nuestra soberanía y nuestra libertad como sociedad, hoy diluida en la pelea por satisfacer necesidades básicas. No se nos consulta porque no importamos, somos un pueblo domeñado, engañado, idiotizado por la mentira que llega de lado y lado, del lado del gobierno traidor y de parte de la derecha que sirve a EEUU y Europa. El gobierno, que lo entrega todo para ser recibido en la Casa Blanca, así sea en la cocina, y los agentes del capitalismo gringo: hacen lo mismo.

Nos resignamos a que nuestro destino ahora lo decidan gringos, rusos y chinos. Pero además nos resignamos a que nos arreen a votar en unas elecciones vergonzosas, a elegir entre falsos líderes, entre oportunistas sin acreditaciones, elegir a aquellos que nos harán la vida una mierda en sus pequeños señoríos, en los cuales harán de árbitros de la rebatiña de las ZEE, y a las cuales les darán seguridad policial y militar…

Esto se ha denunciado hasta el cansancio, por distintas personas cualificadas, intelectuales, políticos, especialistas, abogados, periodistas, economistas, y aún no se ha podido conmover a una masa de opinadores medrosos o que se quieren ubicar, viviendo en este país, por encima de una realidad que los atropella. Hay que tomar partido, sin disimulos, sin fintas. Nosotros, como muchos otros, tomamos partido por el socialismo y por llenar de fuerza a la masa socialista chavista con los ideales y principios socialistas, legados por Chávez en su plan de la patria, un plan de acción política el cual nunca se puso en práctica, y que más bien fue falsificado y enterrado por el madurismo, la familia Maduro, los hermanos Rodríguez, Diosdado Cabello y sus cofradías de pícaros. Los más honestos dan vueltas y vueltas al enigmático problema del país, ¡a la gran paradoja!, pero sin tocar al capitalismo nunca podrán resolver el enigma.

¡HAY QUE VOLVER A CHÁVEZ!

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