El Arado y el Mar

La calma, el momento de la vanguardia

Miércoles, 01/09/2021 01:39 PM

La calma en el mar precede a la tempestad, eso lo sabían los navegantes de la era de los barcos de velas. En lo social, la calma precede siempre al auge, al sacudón social, eso lo supo Bolívar y los jóvenes de la Junta Patriótica, lo supo Fabricio el 23 de Enero, y lo supieron Chávez y los jóvenes que lo acompañaron el 4 de febrero.

Hoy en Venezuela vivimos un periodo de calma, de repliegue político de las masas, de reflujo. Esa tranquilidad superficial es un éxito del madurismo, que consiguió, con el disfraz de chavista, privando a la masa de líderes y de teoría revolucionaria, truncar el rumbo al socialismo.

Hoy atravesamos una de las peores crisis que registra nuestra historia. En estas condiciones, sobrevivir un día es una hazaña que ocupa a las masas huérfanas, la gente reacciona saliendo del país o buscando santuario en las querencias personales. Las protestas son aisladas y fácilmente capturadas por el gobierno, sus cuerpos represivos, sus cabilleros.

Esta es la calma que vivimos. No es poca cosa lo que ha pasado en el país. Primero, el asesinato del Comandante Chávez, luego el abandono tosco de su pensamiento. Después la persecución y el descrédito de los líderes chavistas, el surgimiento de personeros maduristas sin épica más allá de las palabras, de las rabietas de utilería. Y para colmo, una gestión de gobierno que es, por lo desastrosa, objeto de estudio en las mejores escuelas de economía del mundo, los economistas mundiales no se explican cómo fue posible, en tan corto tiempo, transformar a un próspero país petrolero en una miseria tan grande. Estudian el factor maduro en la economía.

Se comprende la calma, fueron fuertes los golpes. Ya dijimos antes, que la calma precede a un estallido social, a una efervescencia social. Pero, ¿cómo será ese estallido, se producirá realmente? La respuesta está en manos de una vanguardia revolucionaria, que existe, aunque dispersa, y tiene el deber, el reto, de recomponerse. El momento es estelar, la calma es territorio para la esperanza, propicio para los dirigentes que tienen algo que decir a la masa, que sean capaces de conducirlas hacia la superación del abismo. El desprestigio del madurismo y de la derecha gringa deja campo para el surgimiento de la opción revolucionaria, chavista.

Pero, ¿cómo será el resurgimiento de la vanguardia de la Esperanza? Lo primero es que deben los dirigentes chavistas, los que estuvieron cercanos a Chávez, cumplir un compromiso, un deber histórico con las generaciones futuras, con los jóvenes, el deber de dejar sentada en la historia la existencia de un proyecto diferente del capitalismo, de la traición madurista y de la entrega a los gringos de los guaidoses. No se puede permitir el rompimiento del hilo histórico, que la revolución, su pensamiento, su acción quede a merced de los deformadores. Al contrario, es necesario que la revolución aparezca en el escenario, eduque a la masa, a los jóvenes, le muestre la esperanza, la concrete.

Es hora del reencuentro de esos dirigentes, que se hermanen a los jóvenes que están deambulando sin metas, sin futuro, consumiéndose en sus angustias. La noticia del surgimiento de un Comando Chavista que se propone rescatar el legado del Comandante, será, sin dudas, un rayo en el alma de las masas, una luz que anuncia que la Revolución, el Chavismo no es una pasión inútil. Aún hay esperanzas.

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