Oscar Figuera, como Luis Britto García, contra la Ley antibloqueo. Por eso, Pedro Carreño, al primero llamó “Delfín de la CIA”

Miércoles, 15/09/2021 04:02 PM

Esta mañana, son vainas de viejo, más atrapado en su casa por la edad y la pandemia, me puse a averiguar algo sobre los delfines, estimulada mi curiosidad por esa como novedosa frase de Pedro Carreño de llamar a Oscar Figuera, el Secretario General del Psuv "Delfín de la CIA".

La llamo novedosa y hasta pudiera calificarla como con un intento de parecer menos agresivo, dado que el diputado del Psuv suele excederse en eso y, porque lo habitual es, decirle al primero que discrepe de un ortodoxo que se cree de izquierda, por su carga pesada de consignas sin pulitura y lugares comunes, "agente", en lugar de delfín.

En mi mocedad, allá en Cumaná, entre el inicio del año 1956 y comienzos del 1958, casi al final de la dictadura de Pérez Jiménez, pero cuando esta, por razones obvias, se volvía más agresiva, por intermedio de un "compadre", que recién había regresado del campo de concentración de Guasina, me incorporé a AD, solíamos planificar tareas, como sucedía en casi toda Venezuela, con militantes de la juventud comunista. Y en esas reuniones, era frecuente que, ante cualquier discrepancia, estos a nosotros, tratasen de acallar e invalidar argumentos, diciéndonos exactamente lo mismo que Pedro Carreño le ha dicho a Oscar Figuera por manifestarse en contra de la Ley Antibloqueo.

Caída la dictadura, cuando los jóvenes de AD, sigo hablando de los cumaneses, en alguna reunión estudiantil o de representaciones de las juventudes de los partidos o simplemente en grupo de amigos, nos diferenciábamos, porque éramos diferentes, una cosa tan natural como la vida misma, de las opiniones de los comunistas, nos caía la misma piedra o "chupa", que para nosotros era algo así como la culpa, castigo, ofensa o condena. Pues era frecuente decir, "aquí, en este grupo hay" y se agregaba algún calificativo ofensivo, para sentenciar "y a quien le caiga la chupa que se quede con ella".

Ya estando en el MIR, todavía seguíamos usando el mismo calificativo, sólo que ahora no era del uso exclusivo de los comunistas, sino que también lo usábamos nosotros y se lo aplicábamos hasta a ellos mismos, cuando decían algo que, a nuestro parecer, se salía del enfoque que creíamos apropiado. Era eso como un arma contundente o una especie de apaga fuegos para disolver el argumento contrario. Pero éramos unos carajitos, apenas a mitad del bachillerato.

Todavía recuerdo, en los últimos tiempos de existencia del MIR, ya en su segunda y fugaz etapa, antes que Américo Martín optase por fundar aquel grupo que llamó "La Nueva Alternativa", pero ya entrado en conflictos de apreciación de la coyuntura, el futuro y el mundo todo con Moisés Moleiro, este a aquél no le llamó agente de la CIA, pero sí "Norteamérico Martín", que es más o menos "el mismo musiú con diferente cachimbo".

En todos los congresos, eso mismo que ahora llaman Asamblea Nacional y con una sola Cámara, pues aquel tenía dos, la de diputados y Senadores, siempre ha habido representantes especializados, por la naturaleza misma de los debates que allí debe darse. Hay así economistas, educadores, obreros, sociólogos, campesinos, médicos, en fin, personas como especializadas en diferentes áreas. Pero también hubo de esos diputados como bomberos, expertos en extinguir las llamas, cuando el debate se acaloraba y llegaba al borde de la trifulca, en ese momento del "sal pa` fuera", entre los cuales brilló por su talento y gracia en el manejo del lenguaje, Andrés Eloy Blanco, quien, en cosa de segundos, con la primera frase, hacía que los enardecidos se desternillaran de la risa y el fuego se extinguiera.

Pero también ha habido y sigue habiendo en estos últimos 20 años, hombres como mujeres, de esos que Moisés Moleiro llamó "diputados sal palante" y yo menos delicado o en exceso procaz, "tiracoñazos". Por ejemplo, en la historia del parlamento de los primeros años de Chávez, ha habido muchos de esos diputados y entre estos, abundantes mujeres, de lado y lado. Son aquellos, especializados y puestos por delante por la jefatura de la bancada, para descalificar al orador cuyo discurso cueste desmontar o responder con propiedad o no convenga discutir. Entonces lo mejor es cerrar todo razonamiento, descalificando o dicho de manera figurativa, "cayéndole a coñazos" a quien hizo un discurso inteligente, persuasivo y convincente.

Y las fracciones de parlamentarios o sus jefaturas se vuelven tan creativas en eso, pues los diputados "sal palante y tiracoñazos", son tan eficaces para cortar la comunicación, romper un discurso y lograr que el oyente se distraiga y salga del tema, que AD no teniendo en un momento dado a quien poner en esa función, en los años 70 ú 80, tal papel se lo asignó a un prestigioso médico, traumatólogo, excelente persona que fue el Dr. Tabata Guzmán. Es decir, volvieron a un "pega huesos" de profesión a hacer lo contrario.

Y quien revise la historia del parlamento de estos últimos años hallará bastantes diputados de esos; en la "Causa R", de Andrés Velásquez, hubo uno que ahora se ha estado nombrando por allí como candidato a algo, que confundía la Cámara con un ring de boxeo y sin estar hablando, se levantaba de su silla a intentar liarse a golpes con el primero que se le atravesase para acallar un debate y a mí no "me lo" contaron yo lo veía en eso con frecuencia. Y en la oposición de ahora, en eso se ha distinguido un tal Marquina, quien después de tanto predicar por la guerra, según leí por allí, está metido en campaña electoral buscando una alcaldía. Recuerdo que una vez acosó, como intentando golpear, a Soto Rojas. Ya lo de estos dos últimos no era agredir con la palabra, acallar el discurso opuesto, desnaturalizar el debate para que lo planteado por el opuesto pasase al olvido, sino hacer esto mismo de una vez a puro toletazo y volver aquello un asunto personal con el hablante.

¿Y saben ustedes lectores, quien en sus primeros tiempos gustaba hacer ese rol de liarse a golpes o por lo menos intentarlo por sólo "distraer"? Pues nada más y nada menos, quien luego fue presidente de la República, Jaime Lusinchi, por curiosidad, también médico y diputado por Anzoátegui, como el antes nombrado, Dr. Tabata.

Carreño quiso adornarse y hasta parecer distinto, sustituyendo la procaz palabra "agente" por "Delfín", un animal acuático de singular inteligencia y una enorme capacidad para socializar entre la especie toda y hasta con los humanos. Los cumaneses de mi tiempo y además playeros, conocemos bastante una especie de delfín que llamamos tonina, sobre la cuales hay infinidad de historias que hablan de su ternura, amor y tendencia a socializar con los hombres. La cuentística oral narra, habla, abundantemente de toninas que salvaron a pescadores que se ahogaban en medio del océano y les llevaban justo a la orilla de la playa cerca de la casa. En mi novela "El crimen más grande del mundo", premio de Narrativa IPAS-ME 2010, hablo de ese asunto.

No obstante, la "delicadeza" empleada por Carreño, para Oscar Figuera, al PCV, los aliados de este y la izquierda toda, incluyendo gente del Psuv, el asunto no resultó gracioso ni agradable. Se sintió tal como fue su intento, una puñalada trapera y un mensaje a la "Mesa de Diálogo", donde está sentado Biden, aunque nadie le mire, para que sepa exactamente con quien está hablando ahora y que los tiempos han cambiado. El lenguaje, las palabras no son en este caso importantes, como si el gesto y la definición, quienes son mis amigos y a quienes quiero de enemigos.

¿Y de qué cosa habló Figuera que incomodó tanto a Carreño, como si lo hubiese hecho de los salarios y de la indexación?

Pues según me informé y ya dije, habló de lo inconveniente de la Ley antibloqueo que, entre otras cosas, trajo a la vida a la de Zonas Económicas Especiales. Y de como estas, permiten al capital externo, entrar "a rueda libre", tanto como, en materia de salarios, poner las reglas. Es decir, habló de lo mismo que lo viene haciendo sin fingimientos Luis Britto García.

De donde uno pudiera pensar, es un como un asunto de elemental lógica, que, si Figuera es un "Delfín del imperialismo", también lo es Luis Britto García, unos cuantos de nosotros también lo somos y lo son María Alejandra Díaz, Pascualina Curcio, Boza y Valdez, porque reclamamos más o menos lo mismo.

No se amilane si le llaman "Agente o Delfín del Imperialismo", pues eso no es más que un viejo truco o artimaña, un pote de humo para hacer olvidar lo que denuncie; es una manera de esconder la pobreza discursiva, las ideas, de quien califica e intenta que el público se distraiga, confunda y hasta olvide. Tanto es así que nadie habla de lo que dijo Figuera, si del calificativo sin nada adentro que utilizó Carreño.

Pero el hambre, las carencias todas son tenaces, forman una puya, no de delfín, animal que eso no tiene, sino de raya, clavada en el estómago y entre las sienes.

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