Karl Marx, "Bolívar y Ponte" o como al mejor cazador se le va la liebre

Viernes, 15/10/2021 04:26 PM

Nota: Esto que ahora publico, es lo que llamaría el preámbulo de un trabajo mayor y en concordancia con el título. Le publico porque no tiene sentido escribir para guardar, porque uno no tendría la suerte y menos la importancia como para que, más tarde, alguien, de lo tanto que hemos escrito y tiene sin publicar, se encargue de hacerlo. Pero hay otra intención. Los acontecimientos en Venezuela, América Latina y el mundo, parecen demostrar convincentemente– dicho así para no pecar de presumido – que hemos venido equivocándonos. Y esto no es extraño ni malo, si hasta el mismo Marx se equivocó y evadió lo dialéctico al abordar a Bolívar. Quizás, con el debido fundamento, como dice un amigo y lo repito, con ánimo optimista, porque no fue él el verdadero padre de la dialéctica, sino Friedrich Hegel, pese todo empezó con Heráclito de Efeso. Y seguro estoy que, esto no se explica en formalismos, como que "Marx hizo aquel trabajo de manera apresurada debido a las dificultades económicas que atravesaba", lo que muchos dicen, tanto que parece un estereotipo y tampoco parece determinante aquella según la cual, sólo tuvo acceso a ciertos trabajos cuyos autores estaban predispuestos contra El Libertador. Lo que sería como creer que el pensador alemán fue víctima de un engaño. Pues más bien pudiera ser, como que, al mejor cazador se la va la liebre, que Marx pecó de dogmático y eurocentrista y vio en El Libertador, el descomponedor de un modelo que sustentaba el crecimiento de otro, aquel en el cual esperaba se confirmaran sus percepciones o se diesen sus aspiraciones. Nadie es infalible. Quizás por esto mismo, muchos autores como lo demuestra la abundante bibliografía, resaltan que Marx hasta se axcedió calificando y adjetivando a El Libertador.

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Bolívar, fue y sigue siendo el hombre de "la espada que camina por América Latina", el mismo a quien Pablo Neruda, cantó:

"Padre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire,

de toda nuestra latitud silenciosa,

todo lleva tu nombre, padre en nuestra morada." (1)

y luego, en el mismo poema, dijo al final:

"Yo conocí a Bolívar una mañana larga,

En Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,

¿Padre, le dije, eres y no eres o quién eres?

Y mirando el cuartel de la Montaña, dijo:

"Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo". (2)

Por esas ideas y fuerza que viajaban a lomo de caballo, el poeta, ensayista, economista, Orlando Araujo, dijo de manera hermosa:
"Bolívar jamás tuvo un caballo; tiene un

pueblo.
"Uno tenía de color de trigo y lo regaló a

José Martí".

Ese caballo nadie lo ha desensillado y recorre América Latina; va desde donde combatió Pancho Villa, hasta la helada Patagonia, del Chile de Manuel Rodríguez, "El Chispas". Lo cabalga el pueblo, que es Bolívar.
Neruda le vio en el frente de Madrid, arengando al pueblo y Quinto Regimiento; en calles de Santiago, combatiendo por Allende. Supo que el guerrero heroico estaba en todas partes y por eso escribió el "Canto a Bolívar". "Padre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire". Se siente el golpear de sus tacones; paso marcial y brillo de su espada, invitan a la unidad de esfuerzos y continuación de la obra inconclusa, para borrar aquella frase dolorosa suya, "he arado en el mar". Porque en verdad como canta Neruda, hay en este ahora, una ronda de manos solidarias, agarradas fuertemente "hasta el fondo del continente oscuro".

José Martí, dijo de Bolívar en "Tres Héroes:

"Ganó batallas sublimes con soldados descalzos y medio desnudos. Todo se estremecía y se llenaba de luz a su alrededor. Los generales peleaban a su lado con valor sobrenatural (…) Jamás se peleó tanto, ni se peleó mejor, en el mundo por la libertad. Bolívar no defendió con tanto fuego el derecho de los hombres a gobernarse por sí mismos como el derecho de América a ser libre. Los envidiosos exageraron sus defectos (…) murió de pesar en el corazón, más que de mal del cuerpo".

"Les hablo de lo que hablo siempre, de ese gigante desconocido, de estas tierras que balbucean, de nuestra América fabulosa. Yo nací en Cuba, y estaré en tierra de Cuba aun cuando pise los no domados llanos del Arauco. El alma de Bolívar nos alienta; el pensamiento americano me transporta…".

"Nada fatigó tanto a Bolívar, ni lo entusiasmó tanto, como su empeño férvido, en sus tiempos burlado, de despertar a todo su decoro los pueblos de la América naciente…".

Rubén Darío en Himno al Libertador Simón Bolívar:

Y subiendo a la cima del Ande,

asomado al fulgor infinito,

coronado de la luz, lanzó un grito

que resuena doquier: ¡Libertad!

El cubano Francisco Pividal, en su libro titulado, "Bolívar precursor del antiimperialismo", título que nos parece como poco riguroso, aunque este no este el momento para hablar de ello, dice:

"Bolívar no desperdiciaba ocasión alguna para luchar por la integración de las colonias "antes españolas". Tenía conciencia de que la unidad de Hispanoamérica cerraba el camino a la hegemonía de los Estados Unidos en el Continente, en la misma medida que la desintegración la favorecía".

Para el lector, debe quedar claro que, aquello dicho por El Libertador de, "Estados Unidos parecen destinados por la providencia a plagar América de miseria en nombre de la libertad", está referido a los rasgos conocidos del modelo capitalista que avanza a gran velocidad, como los relativos al desarrollo industrial de los países que se avizoran como potencias y su capacidad de exportar sus mercancías, con el valor agregado de sus trabajadores, para lo que los países de la periferia serían convertidos en consumidores de aquellas y aportadores de la materias primas para la fabricación de las mismas. Es decir, la periferia, lo que incluía lo que Bolívar insistentemente llamaba "antes colonias españolas", seguiría siendo productora y vendedora, a los bajos precios que impusiera el país dominante, de materias primas, al mismo tiempo en compradora de los productos fabricados en él y de su valor agregado.

América, la de Bolívar, venía de un proceso distinto al de los pueblos europeos y hasta al de los mismos Estados Unidos, ya convertidos, para los tiempos de la "Carta de Jamaica", en una potencia, con un muy alto desarrollo y apetencias de anexarse partes de nuestros territorios, como lo estaba haciendo con el norte de México y en actitud competitiva con los colonialistas europeos, lo que permitía predecir su futuro. Por eso, quiso el Libertador advertir a quienes de nuestro lado no percibían el fenómeno del crecimiento de la economía con sus implicaciones políticas, como eso del deseo anexionista, del peligro que representaba el gran país del norte. Y por eso habló de nuestra América, "antes colonias españolas", indisolubles, unidas para enfrentar a la amenaza común, con un proyecto económico y, ese no podía ser otro que el único conocido, el reproducido por Estados Unidos a partir de la experiencia europea; para El Libertador, en aquel momento, no había otra perspectiva y, haberlo vislumbrado de este lado y, solo por eso, Bolívar se proyectó como una figura, visionario de gran magnitud, que como dijo alguien, miró por encima de los siglos.

Ya el "laissez faire", el liberalismo económico y la revolución industrial, apuntalan al modelo de desarrollo capitalista y en consecuencia, los países con mayor capacidad para transformar materia primas y poner mercancías en el mercado, lo que significa sacarle provecho a su capacidad de agregar valor por medio del trabajo y la tecnología, comienzan a imponerse sobre las otras y amenazan de impedir el crecimiento de las economías y mercados entonces en desventaja y, esto justamente, fue lo que visualizó con claridad Simón Bolívar.

Otra cosa es el imperialismo. Para Lenin se trata del "capitalismo en la fase de desarrollo en la cual ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido una importancia de primer orden la exportación de capital, ha empezado el reparto del mundo por los trust internacionales y ha terminado el reparto del mismo entre los países capitalistas más importantes."

Para él, la etapa o modelo de la libre competencia, del capitalismo o capital sólo exportador de mercancías y valor agregado, perece entre las décadas de 1860 y 1870, es decir, 30 y 40 años después de muerto El Libertador. Y será para los primeros años del siglo XX (1900-1903), cuando se empiece a imponer el fenómeno de cartelización del capital. De dónde se puede asegurar, que los planes de la unidad continental, forjados por el libertador y expuestos ampliamente en "La Carta de Jamaica", escrita en 1815, no pueden asociarse a la formación y peligro particular del fenómeno imperialista, por lo menos en el significado que se le da a esta palabra, en base a escritos de Lenin e incluso anteriores a él, donde se caracteriza al fenómeno o modelo dentro de los siguientes parámetros:

1.-Un alto desarrollo de las fuerzas productivas y producción.

2.- Alta acumulación de capital

3. La conformación de monopolios.

4. Los bancos recaban ingresos, incluso del pequeño ahorrista, para invertir en la gran industria y la promoción de la tecnología, lo que lleva a la formación de una oligarquía financiera poderosa.

5.-Se llega a la etapa de la exportación de capitales y formando parte de esta, la nueva tecnología.

6.-. La asociación del capital procedente de distintos países, incluso de aquellos que el imperialismo "invade" y controla, como mercado consumista y aportador de materia prima y valor agregado.

7.- La repartición de los mercados, naciones, espacios geográficos entre las potencias que controlan el capital o donde los grandes capitalistas asientan sus operaciones para garantizar sus inversiones y el manejo de sus negocios.

La Revolución Industrial está directamente asociada a todo ese proceso que pese ser Inglaterra la vanguardia, se traslada a todas las potencias capaces de adquirir e incorporar aquella nueva tecnología para poder competir en un mercado que abre espacios, hasta llegar a la etapa monopólica y de la imposición de los carteles.

La de Bolívar, es la etapa del liberalismo económico en Europa y la América todavía colonizada, productora de materia prima para la maquinaria industrial europea que avanza y consumidora de sus productos; es todavía una mezcla de esclavismo, un capitalismo incipiente y unas relaciones, en definitiva, muy distintas de todo aquello que Marx había visto y estudiado.

Si Marx hubiese tenido razón, como algunos "marxistas" lo dijeron y hasta influyeron en mi generación, la que llegó a hablar de un Bolívar como "una llama apagada", como suele recordarme mi compañera, entonces tendríamos que admitir que estamos bien siendo colonias, como EEUU quiere y este país y sus capitales tienen todo el derecho de someternos.

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