Cuando uno escribe, lo hace desde una particular manera de ver el mundo e interpretar la realidad, y lo hace desde una forma de expresarse que pueda ser leída e interpretada por las demás personas que de algún modo también exponen y expresan sus preocupaciones sobre lo que creen está asociado con la realidad, que es con lo que todos nos topamos de una u otra postura, pero que en el fondo es común el sentir y el querer que las cosas que ocurren sean lo mejor para la sociedad en la cual estamos inmersos. Que hay que cambiar, eso es innegable, es lo que mueve al mundo y lo que acontece, y en nuestro caso particular como venezolanos, pero también convencido de que somos más que eso, que es si se quiere marginal con respecto al mundo en que vivimos, que es mucho más vasto que el solo hecho de querer mirarse el ombligo, y pretender que el resto no es asunto mío. Si así fuera, no deberíamos preocuparnos y menos ocuparnos de tratar de responder a las interrogantes que nos invaden y surgen a cada instante, que es lo real de nuestra condición como seres que estamos frente a los hechos y lo que hay.
Vemos entonces cómo en medio de tantos sucesos, los más graves por ser de lo que más se tiende ha hablar y conversar, para quienes se preocupan de alguna manera sobre lo que pasa en nuestro entorno, y tratar de entender el meollo del asunto y las circunstancias apremiantes para la nación inconclusa, pendiente de ser lo que tiene como deuda histórica. Los recientes hechos nacionales e internacionales, dibujan los perfiles de cuánto nos afecta directa, e indirectamente política, económica, social, ideológica, cultural, y civilizatoriamente bajo el sol de hoy, en medio de una crisis humanitaria y de proporciones agravantes por este mal que nos sume en un limbo, por cuanto, siendo un tema espinoso, nos mantiene contra las cuerdas, porque de ello depende lo más importante y fundamental, la propia vida, la existencia frente al hecho de tener que vivir enfrentado a un enemigo de toda la humanidad, producido por la humanidad, por pate de un sector específico y puntual de la humanidad, los pocos que son ricos, para referirme a quienes realmente controlan el planeta, eso que se ha acuñado como el organismo financiero internacional, o el Nuevo Orden Global, en su pugna frente a su alterego, en esta bipolaridad, este dualismo con el cual se plantea Occidente la realidad como totalidad.
Y qué de los muchos que son pobres, de los olvidados de la tierra, de los desamparados, de los desheredados, de los huérfanos, para referirnos a ese sector masivo que es tan moldeable por las circunstancias, y de quienes todos los poderosos se sirven para lograr sus grandes objetivos, llenarse cada día más, sin importar el sufrimiento que causan, inventando todo tipo de recursos, argumentos y argucias, para confundir, engañar, manipular, mentir, y hacerse de lo que es de todos, su botín personal, particular. A eso lo han llamado progreso, éxito, destacarse por encima de la media, ser alguien, poniendo todo el peso en lo utilitario, en lo material, en lo mercantilista, en el capital dinerario; mientras el planeta está sufriendo de estertores producto de las perversiones del ser más depredador que hay en este universo conocido hasta ahora. Tenemos solo referencias de otros mundos, los mundos míticos, mágicos y religiosos nos hablan constantemente de ellos.
Qué hay sobre el tapete que sea de actualidad, pues lo que más suena y es la comidilla de todos y todas los medianamente informados sobre los últimos acontecimientos, que solo son la punta del iceberg, la procesión va por dentro, con una profundidad abismal, que daría vértigo ver sus dimensiones. Las últimas razones de Estado, de su situación particularmente delicada en cuanto a la repercusión que tendrá sobre la propia seguridad del régimen, del gobierno de Nimamo, como cariñosamente he llamado a nuestro flamante presidente obrero, chofer de autobuses, y conductor de los destinos de la Patria, que lleva un septenio, tratando de dar pie con bola, y estrictamente nos ha llevado a una situación de gravedad extrema, rodeado por hombres y mujeres remanentes del chavismo, hoy maduristas, que en aras de repetir que lo hacen denodadamente por el pueblo, notamos realmente cuánto le ha tocado al pueblo, y cuanto disfrutan ellos y ellas, de un país a su medida y discreción. Es que si no estuviéramos viviendo en 2021, uno estaría tentado a pensar que nos encontramos en 1810, tratando de resolver ingentes problemas entre nacionales y extranjeros, por no utilizar términos despectivos. Para quienes conozcan un poco la Historia, con mayúscula, de la realidad nacional, y del Estado dese sus entrañas, puede apreciar con mucha angustia, el devenir de un destino común, separado por las apetencias personales, dignas de mentes estrechas y muy primitivas, que creen que gobernar es hacer trampa y hacer que los que están permanezcan y los que no, perezcan, o lleven una existencia precaria, de privaciones, no por las circunstancias de la vida, sino por el capricho de unos grupos y sectores que al llegar al poder, olvidan para qué están ahí, cómo llegaron, y a quienes se deben. Hasta aquí la primera entrega.