Desde la “izquierda”, desear un golpe de Estado, como López y Guaidó, “es más de lo mismo”

Martes, 01/02/2022 02:36 PM

La inesperada muerte de un familiar muy cercano; todo lo que eso significa, me había impedido responder a Toby Valderrama, pese no se refirió a mí, ni siquiera por aquello de haber sido en la juventud amigos y partidarios inocentes de la misma causa y yo haberme dirigido a él directamente. Pero como en su artículo, con posterioridad al mío, en el cual me referí a él directamente, dijo lo que de inmediato cito, y fundamentalmente por eso y la alusión que hace al imperialismo, he optado por volver a dedicarle este razonar y ya no habrá más, pues cada quien con lo suyo. Aunque sí debo advertir, que me he dirigido a él directamente, dado suele dirigirse al universo de la izquierda y con este quiero contribuir a despejar dudas y evitar confusiones derivadas de lo emocional. Y lo hago porque, bien sé, Valderrama cree que en esto, hay una respuesta contundente a lo que dije.

"Estamos seguros que surgirán hombres con decoro, los hemos visto en los momentos decisivos de la Patria; la historia nos habla de militares, como Manuel Ponte Rodríguez, el capitán Manuit, el teniente Tulio; de Chávez y los oficiales del 4 de febrero."

https://www.aporrea.org/actualidad/a309511.html

He leído lo anterior, escrito en abundancia con esos mismos rasgos épico y romántico, no ajenos al infantilismo, que nuestra narrativa y hasta forma de escribir la historia, empeñada en hacer de nuestros héroes, especie de semidioses, del artículo de Toby Valderrama titulado "¿La estrategia militar venezolana emana de la Embajada Rusa en Caracas?"

Y está tan cargado de romanticismo, emoción y sólo buenos deseos, pero nada de la realidad, cuando dice "los hemos visto en los momentos decisivos de la Patria".

¿A quién? A los héroes. Porque, sin duda, Valderrama mucho espera de ellos y no de la organización de las luchas populares.

¿Qué hubo de "decisivo" en aquellos momentos que asocia a los personajes nombrados?

Hay en esto mucho de Eduardo Blanco y "Venezuela Heroica" y de aquello que dijo el buen historiador regional carupanero, Bernardo Tavera Acosta; palabras más o menos, suelen contar la historia, solo a partir de la entrada y la presencia de los héroes. Los demás, sobre todo las multitudes y sus intereses de clase, no existen y si entran, salen casi a escondidas, cuando aquellos se retiran como pomposamente.

Cuando hablo de épica y romanticismo, lejos estoy de intentar descalificar, sino simplemente que, al analizar el texto, lo que de allí brota es eso. Exaltación justificada o no de determinados individuos y eso, el individualismo y sobre todo, los deseos y la buena fe, se sobreponen a la realidad. Y es que sé, hay en el fondo, pero no oculto, un apego a un dios al que veneran y por quién, de verdad, quieren aquí haya un golpe de Estado.

Se desarma, fragmenta la historia, desdibuja la realidad de entonces y se escribe al estilo hoy anacrónico de Eduardo Blanco, o los narradores de la épica griega y, de simples y hasta humildes hombres, llenos de buena fe, pero equivocados, errados al hacer sus planes, especie de dioses, como habituaban los narradores griegos y luego españoles, lo que Miguel de Cervantes casi caricaturizó.

Lo que sí se puede decir, al hablar de esos personajes, con equilibrio y buen juicio, es que ellos, al margen de la pertinencia o no de sus gestos, pues estuvieron envueltos en una estrategia equivocada, derivada de las presiones y manejos de la "Guerra Fría", hasta el pragmatismo y como sujeción de una clase dirigente de la izquierda a factores extraños, fenómeno que pareciéramos estar volviendo a ver ahora, se manifestaron contra el imperialismo norteamericano y sus adelantados planes de controlar la economía venezolana por la vía del programa de sustitución de importaciones.

Es obvio, elemental, que los luchadores de la década del 60 se dejaron llevar por el efecto ecuménico de lo acontecido en Cuba y por eso creyeron, y aún hay quienes creen, que era y es pertinente imitar aquello porque era y es lo atinente a todos nuestros pueblos. Y esto es tan cierto que, América Latina se llenó, en su momento, de movimientos guerrilleros y dioses griegos. Sólo que cada parcela tiene los suyos y los de allá no son del gusto de los de acá. Hubo "dioses" que creyeron que, cambiándose de espacio, aunque adonde fuesen nadie les reconociese, cambiarían al mundo. Lo importante era vivir los sueños y sentirse, por adelantado, trasladados a la posteridad.

Es más, si algo bueno hizo la izquierda toda de entonces, es haberse opuesto a esos planes de dominación o control casi absoluto de esos capitales de nuestros recursos todos. Pese que, por su mala táctica y estrategia, sólo logró confundir más al pueblo venezolano y permitir que la derecha ocupase y mediatizase todos los espacios de lucha popular, donde antes predominó y terminó siendo excluida y hasta rechazada. Y la culpa de eso también tiene nombres, que no son justamente los arriba citados, están en otras listas que aquí no van a aparecer.

Y esa forma de analizar la historia, lo que incluye la presente coyuntura, esta que viene desde el año 2000, por romántica y épica, está llena de emociones y sentimientos. La frustración, rabia que en uno brota, por ver que lo acontece no es lo que uno desea, sentirse víctima de quienes tienen en los acontecimientos responsabilidad y hasta preeminencia, contribuye no sólo a que dejemos de analizar con equilibrio e inteligencia, sino que empecemos a ver visiones y percibir todo borroso y hasta en contrario, distinto y disparejo a lo de hombres de bien que hemos sido. Y las contradicciones cambian de puesto y de lugar, desde esa perspectiva del odio y de los intereses personales.

Es cierto, se necesita estar demasiado comprometido o atado a lo visceral para no entender el mundo de hoy. Este en el cual nuevas potencias capitalistas, que incluyen aquellas emanadas del proceso chino, del intento de Mao, los suyos de hacer de aquel país inmenso, liberado del imperio autoritario y el feudalismo y de la URRSS y la herencia de Stalin, intentan abrirse espacios para colocar sus capitales y su influencia política y cultural. Es elemental que, América Latina y particularmente Venezuela, por su posición geográfica y enormes recursos, hoy está en la mira de esas nuevas potencias, pese se piense y no sin razón, por lo de nuevas y necesitadas de penetrar, estén dispuestas a manejar sus relaciones con menos rapacidad y aspereza que como lo ha venido haciendo EEUU.

Pero tampoco es válido negar que el cuadro multipolar que aquel fenómeno genera nos da oportunidades para sacar mejores provechos que el que pudiéramos con el unipolarismo que hasta hace poco estuvo prevaleciendo. Se trata entonces de no dejarse atar, controlar y explotar hasta el máximo por uno de los polos, habiendo tantas opciones y oportunidades para negociar en las mejores condiciones con todos ellos.

No es en verdad valedero aquello de sacarle el cuerpo a un muy mal y mezquino socio para caer en manos de otro que tiene como objetivo primordial, determinante y en última instancia, sólo sus intereses. No es bueno, por sacarle el cuerpo al imperialismo estadounidense, dejarse atrapar por otras formas, pero con la misma lógica.

Eso no es bueno. Como no es bueno siquiera insinuar que la forma imperialista que nos viene hostigando y explotando desde que nacimos como nación, aquella que Bolívar oteó como "destinada por la providencia a plagar a América de miseria en nombre de la libertad", dejó de ser un peligro y podemos hasta urdir planes con ella.

¿Y qué es, sino eso, de clamar por "un gendarme necesario", para decirlo como Laureano Vallenilla, que ahora aparezca entre las huestes militares y dé un golpe?

¿En la actual coyuntura venezolana, la de ahorita, la del país muy mal gobernado, pero sin duda bloqueado por EEUU y en medio de la lucha, en cierto modo a veces sorda y otras estruendosa entre las potencias del capital, con temas vigentes como el de Ucrania, como urdir un golpe militar sin el respaldo y apoyo de EEUU?

Todos los golpes militares exitosos en nuestro continente han sido urdidos y respaldados por la derecha y el gobierno de EEUU. Y en este momento, en el actual cuadro, no es posible eso sin el consentimiento y apoyo de ese país. Es cierto que pasan ahora cosas, como que, en América Latina, "por ahora", esos golpes han dejado de ser opciones valederas o puestas en primer plano en la mesa; pero en ella están.

Ningún militar ahora en América Latina, como quizás pudo haber sucedido antes, si piensa ser exitoso o lograr su propósito, se arriesgaría a un golpe, de no contar con el respaldo y hasta autorización de EEUU. Quien aquí eso intente, sin duda, los gringos le han dado luz verde y todo lo que para eso se necesita. ¿No es eso lo que han clamado Leopoldo López y Guaidó?

Pensar en un golpe militar, desde la perspectiva de un hombre de la izquierda, para eludir el control del capital y la política del imperialismo ruso, en un espacio vecino a EEUU, parece algo como más disparatado que lo que pudiera haber y uno ver en el gobierno.

Lo que uno sabe es que el bloqueo de EEUU contra Venezuela, es más contundente y exitoso, por la sujeción de nuestra economía, en todas sus facetas, al capital y tecnología de ese país. Por eso, sin darnos un golpe de Estado, ni invadirnos, pese los deseos de ciertos sectores que quieren el poder para satisfacer también ellos sus ambiciones, nos han hecho mucho daño y han logrado que el gobierno y el Estado, al mismo tiempo presionados y también asesorados por los grupos económicos internos, pro norteamericanos y capital externo en general, hayan optado por comenzar a tomar medidas que aquellos favorecen, como la Ley Antibloqueo y las Zonas Económicas Especiales y mantener los salarios por demás deprimidos. Un golpe de Estado contra este gobierno es entonces un sueño, un invento o deseo poco poético y además errado, de quienes lo conciban. Ni a los gringos, "por ahora", les hace falta.

Y lo que es peor, de meterse en esa tarea, sabiendo lo mínimo, quienes lo hagan, tendrían que pactar con el demonio, pues se mueven dentro de su espacio, tiempo y sólo dispondrían de sus recursos y ardides.

Ponerse a soñar con un golpe de Estado exitoso en Venezuela para resolver los problemas del pueblo, no sólo sería "salir de Guatemala para caer en guate peor", sino de antemano, venderse al diablo como aliados. Afortunadamente, uno no les ve en eso, pudiera todavía haber mucho de buena fe en ellos, pese en veces se rodean de malas compañías y se aferran a falsos dioses. Y esto último explica en ellos la repotenciación del odio y los malos presagios y deseos.

Lo que en verdad es valedero para la izquierda toda, el progresismo, en medio de la coyuntura mundial, esa donde las grandes potencias de nuevo luchan por reordenar el mundo, intentando cada una arrimar la brasa a su sardina, es encontrar los tantos asuntos que hay para acordarse, sin pedirle peras al olmo ni milagros a la historia. Y esto pasa por retomar las consignas inherentes a los pueblos del mundo explotados y marginados, como las relativas a los salarios y todos los derechos a ellos inherentes.

Es un disparate ponerse a pensar en golpes de Estado, en una zona ya cansada de la violencia inoficiosa y dejar tiradas en las cunetas las aspiraciones populares. Golpe de Estado e invasiones, son las consignas y deseos de quienes desean desintegrarnos para hacer y deshacer con lo nuestro. Y eso es lo que hemos visto en estos últimos 20 años de historia.

Es un acto vanguardista, como mínimo, dejando de lado las malas ideas, y por demás derechista, aspirar que un militar o un grupo de ellos, asuman las luchas que corresponden al pueblo todo y de paso a los trabajadores. ¿Qué se puede aspirar y esperar? ¡Es como más de lo mismo!

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