Frases célebres. Ahora si entiendo lo de “¡se acabó el rentismo!” y “volvamos a Betancourt y no a Chàvez”

Martes, 15/02/2022 04:05 PM

Hay unos cuantos gritos, en frases cortas o largas, que a uno le han marcado para toda la vida. No importa si uno escuchó el grito, lo leyó en alguna parte o se lo contaron. Lo importante, porque son cosas que a uno le pertenecen y se le pegan como la sarna o las ladillas y con uno andan por tiempo impresionándonos. Las que mencioné, sarna y ladillas, se pegan por un tiempo pero algún día se van y uno las olvida, por eso dije que con uno andan un tiempo, pero aquellas frases no, ellas se quedan. La sarna y las ladillas desaparecen con un buen aseo, agua, jabón azul y algún medicamento, pero las frases no, aunque a uno le laven el cerebro. Se esconden y regresan.

La primera, que no significa sea la que más me ha impactado, sino la que salió primero al empezar a escribir y destapar el pozo de recuerdos, es aquella de "Vuelvan caras", de las Queseras del Medio, en 1819, cuando Páez adopta la táctica de retirar su caballería e iniciar un galope como quien huye y de repente grita aquella orden, la que algunas dicen fue, en realidad "Vuelvan carajos" y sorprende a sus seguidores en desorden y les derrotó feamente.

"Váyase compadre, cúrese el riñón, que yo aquí estaré cuidándole el coroto". Cuentan que eso dijo Gómez a su compadre Cipriano Castro. Este se fue y aquel se quedó con el coroto por casi cuarenta años. No sé por qué, algunos pudieran decir que ella, la frase, es todo un compendio de la traición y la hipocresía, pero también de cómo los gringos se han valido de cualquier cosa para lograr sus fines.

¿Quién de nosotros, los de nuestra edad, va olvidar aquello de "disparen primero y averigüen después?". ¡Cónfiro! Si apenas era un carajito de 20 años y no sólo escuché aquella frase, sino que más de una vez sentí cerca el zumbido de la metralla en manifestaciones públicas o inocentes actos políticos en algún barrio caraqueño y los alrededores de la UCV y vi caer a unos cuantos. Los muertos, que los hubo por montones, se enterraban y a los deudos no se les permitía siquiera llorarlos. Aquella frase de "no cargo preso amarrao", porque preferían fusilarlos, de nuestras guerras ancestrales, Rómulo Betancourt, varias décadas después, la puso en práctica en nombre de la democracia.

De Jaime Lusinchi, aquellas dos, relacionadas una con otra, de "este es el mejor refinanciamiento del mundo" y por esta misma, "fuimos víctimas de un engaño". Lo que provocó aquella jocosa respuesta de Luis Herrera Campins "¡Qué tarde piaste pajarito!" Y la dirigida a un periodista de la entonces Radio Caracas Televisión, que trataba de entrevistarlo por un asunto en ese entonces en boga, "tú a mí no me vas a venir a joder".

"¡Por ahora!". Yo no supe nada de ese golpe, sino a la hora de haber estallado, cuando un familiar me llamó de madrugada para decirme "prende el televisor que sucede algo importante", fue aquella una frase corta pero impactante. Tanto que ya pasamos los veinte años bajo el influjo de ese sortilegio. Estuve siguiendo los pormenores de los acontecimientos hasta que el jefe de los alzados dijo aquello. Y luego vino lo que todos sabemos.

Por supuesto, volviendo atrás, no por improvisar, una vaina que me encanta, sobre todo cuando escribo, sino para meterle al asunto central que ahora me ocupa, no puedo olvidar aquella atribuida a Arturo Uslar Pietri, aunque hay quienes le confieren el derecho sobre la expresión a Alberto Adriani, maestro e inspirador del primero, de "Sembremos el petróleo".

Luego las tantas frases de Chávez relacionadas con la de Uslar - sólo dije relacionadas y no debe dar esto lugar a otras cosas o interpretaciones - como la de la "independencia económica" y "soberanía alimentaria". Y hasta podríamos recordar, porque no está demás, aquella de "Comuna o nada".

Pero no puede uno dejar de nombrar una más reciente. Dicha como quien canta un réquiem, en una medianoche de difuntos, primero por Aristóbulo Istúriz, a nombre del gobierno. Como quien nos iba a dar no sólo una mala noticia, sino creyendo que nadie de eso sabía, ni siquiera intuía o sospechaba, nos dijo en voz queda, como un secreto doloroso, casi dejando salir unas "lágrimas de cocodrilo", frase esta también muy usual entre nosotros en casos como esos: "compatriotas, ha muerto el rentismo". Dicho aquello cuando los precios del petróleo venían "espelongándose", las reservas internacionales dejaban el pelero y los corruptos habían hecho "caída y mesa limpia" en la propia cara de quienes debiendo evitarlo "se hicieron los locos" para poder seguir contando con apoyo y una autoridad moral arrendada y pagadera en cuotas. Los dólares se los llevaron en promontorios "a precio de gallina flaca". Sólo faltó decir, tomado del lenguaje colquial venezolano, lo que hubiese sido una frase inolvidable y grabada en la historia para recordarla como tal, "aquí que cada quien coja su cachachá y busque cómo arreglárselas".

Pero no se atrevió a tanto, no dijo eso. Porque tampoco dijo nada, cómo qué haríamos de ahora en adelante. Y siguieron diciendo lo mismo o para ser más exactos, sin decir nada significativo. Pero, en la medida que más negaban lo del rentismo, buscaban donde pegarse. Y "muerto el rentismo", destruida la empresa petrolera y caída la producción de hidrocarburos a un nivel escandaloso, sin real, creyeron llegado el momento de revertir lo que impulsó Chávez, llamar al capital extranjero para que volviese por sus fueros. Pero al mismo tiempo miraron, no hacia las inmensas sabanas de tierras fértiles, abundante agua, hacia el músculo y talento de los miles y miles de trabajadores y las empresas cerradas, sino al arco minero. Y para "hundir al rentismo", se buscaron una empresa canadiense y con ella firmaron un contrato para que extrajera gran parte de nuestro oro. Y gritaron con orgullo, "muera el rentismo", como gritaron aquellos guerreros de una de nuestras tantas guerras y revoluciones, "¡muera el ganado!".

De ella, la empresa canadiense y nuestro oro, no hemos vuelto oído hablar; ella se fue, la echaron las pandillas que dicen abundan en esos espacios o el oro se escondió y el único que queda está secuestrado en los bancos ingleses hasta que la reina Isabel decida quién es el verdadero presidente, Maduro o Guaidó.

En esos mismos días, oímos hablar del inicio de embarques de coltán, de lo que se venía diciendo tenemos mucho, tanto que se celebró un embarque cuantioso de coltán hacia Italia, un mineral que como ya se sabe, Dios también nos dio con abundancia y que tiene gran utilidad en el área comunicacional y la industria espacial; o lo que es lo mismo, íbamos a seguir con el rentismo, En mi pueblo dirían "seguiremos vendiendo hasta el alma" o "los coroticos de los abuelos".

Hubiese sido mejor que los abuelos se hubiesen llevado todos sus haberes a la urna. ¿Por qué Dios nos dio tantas vainas y no gente competente para aprovechar esas riquezas? Frase esta, en forma interrogativa, que no voy a registrar como propia porque sé me acusaría rápidamente y con razón de plagio.

Por eso uno no sabe bien cuál es el grito o frase que más le ha impactado a lo largo de la historia nacional. Pero no hay duda que, parece ser, en vista de la enorme y aplastante crisis que nos abate, tanto que nos ha vuelto un pueblo acosado por la miseria, la de "muera el rentismo". Sobre todo, si quienes lo declararon muerto, han decidido hacer de todo, hasta darle respiración de boca a boca para volverle a la vida, en vista que "se acabó lo que se daba", frase también inolvidable.

Pero la frase "muera el rentismo", como aquella de algunos extraños y viejos guerrilleros del siglo XIX, "muera el ganado", no es más que un burladero detrás del cual se esconde el siniestro plan de entregar a quien sea menester, dado los acuerdos y entendimientos del capitalismo hoy en pugna, al capital extranjero, para que como antes, se encargue de hacernos la tarea de sacar de la madre tierra esas riquezas, pagárnosla como les convenga, tanto como para vivamos en paz, mientras ellos nos siguen "vendiendo hasta el aire y las maneras de caminar".

Y esto se planifica con lentitud, no importa el tiempo, pues, para usar otras célebres frases, esto tiene que ser como cuando "un elefante intenta penetrar a una hormiguita", "con paciencia y salivita", más tomando en cuenta que, el petróleo sube de precio, escasea y aumenta la demanda de energía y la no fósil, por un ahora muy largo, de unos 30, 40 años o más, no podrá sustituir a esta.

Además, sirve recordar, tratándose de la vida o la muerte, la célebre frase: "entre morir o que dejar el pelero", es bueno agarrando aunque sea fallo". ¿O será que el gobierno cree bueno, hablando de lo de "muera el rentismo", hacernos creer aquello de "pa´, tras ni pa´ cogé impulso"?

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